“Es doloroso tener un país en donde censuraron Aura [de Carlos Fuentes] y donde corrieron al director del Fondo de Cultura Económica, Orfila Reynal, por haber publicado Los hijos de Sánchez, allá en los años 50”, relata Rosas a propósito de su libro, el cual fue publicado recientemente por editorial Planeta. “Sí, quizá las anécdotas puedan ser graciosas, pero el asunto importante es que son consecuencia de la impunidad y el poder”.
Además de relatar varios hechos que la historia mexicana hubiera querido esconder bajo la alfombra, México bizarro presenta en 90 anécdotas aquellos sucesos que pretenden destapar cloacas en las que la versión oficial dista de la realidad mexicana. Contados con acidez y humor desbordante, los episodios proyectan un país tan surrealista que lo mismo tiene sabor a chiste que a pesadilla, pues en sus páginas se hallan casos tan vergonzosos como aquel en que una bruja fue contratada por un fiscal para resolver un homicidio, el de un regente que despachaba en un prostíbulo, el de la huelga de hambre de un expresidente que dejó al país en la quiebra y el de una niña encontrada muerta debajo de un colchón.
FOTO: ANTONIO CRUZ/NW NOTICIAS
Historiador, nacido en 1969, interviene Alejandro Rosas: “La idea es generar un poco de reflexión a través del humor y de la historia y pensar que este es el país que no queremos recordar, pero que no nos podemos permitir olvidar. No podemos decir: lo de la Colina del Perro o lo de [Arturo] Durazo como un criminal siendo jefe de la policía son solo anécdotas. No son anécdotas, son episodios que determinaron un momento de la historia y no podemos olvidarlos”.
La idea del libro, añade el escritor, básicamente es describir las historias absurdas, extrañas o excéntricas que muchas personas conocen: “En algunos casos nos tocó vivirlas, en otros casos nos las refirieron los libros o nos las contaron, el caso es que, al final, te llevan a pensar que México abusa de ese surrealismo, de esas cosas bizarras. Es evidente que todos los países tienen cosas bizarras, pero aquí el problema es que, al menos en la política, han determinado en gran medida cómo somos como país”.
Con una experiencia de casi 30 años en la investigación y estudio de la historia, Rosas también es autor de importantes obras como Mitos de la historia mexicana, Sangre y fuego, 365 días para conocer la historia de México y 99 pasiones en la historia de México.
—Alejandro, ¿por qué México es el país que no queremos recordar?
—El México bizarro es el país que no quisiéramos recordar, pero creo que no debemos olvidar. No queremos recordar que hubo una Procuraduría General de la República que contrató a una vidente para resolver un caso; o sea, no era una procuraduría de un pueblo perdido, era la de la república. No queremos recordar al país que en un debate presidencial quien gana es una edecán extraordinariamente vestida quizá para un desfile de Playboy; es más, vimos a la edecán luego en Playboy. Tomémonos en serio como país. El libro tiene mucho de ironía y humor negro y al final deja una reflexión en torno a ese tipo de cosas que ojalá fueran solo anécdotas, pero no, reflejan en mucho las inconsistencias de la vida política, los espectáculos, los deportes, el entretenimiento y la cultura.
—¿Cómo observas estas extravagancias en su origen? ¿Son planeadas, tienen un propósito, se dan por el momento mismo?
—Lo peor de todo es que yo diría como el Chavo: son sin querer queriendo. Me gustaría, por ejemplo, entrevistar a [Fernando Antonio] Lozano Gracia o a Pablo Chapa Bezanilla y preguntarle: ¿qué estabas pensando cuando decidiste contratar a una vidente? Es decir, ¿en dónde está la ciencia médica forense, las investigaciones científicas, los protocolos para buscar restos o cadáveres? Resulta que no, contratamos a una vidente. O la huelga de hambre de Salinas de Gortari, uno de los presidentes que más poder acumuló en su sexenio, tanto así que sigue siendo hoy el innombrable; y de pronto qué sucede, se va a una huelga de hambre para reivindicar que su gobierno había hecho bien y que no era responsable del error de diciembre. Una huelga de hambre de unas horas ni siquiera planeada saldría tan bien. Creo que lo que acompaña al México bizarro es que todo ha sido involuntario y todo son ocurrencias.
FOTO: ANTONIO CRUZ/NW NOTICIAS
—No obstante, tienen una interpretación, algunos piensan que son cortinas de humo, eso es lo que se hubiera pensado con lo de la Paca en 1997…
—Es que podrían parecer cortinas de humo, pero sucedieron. Por ejemplo, el Congreso recibió a un violador y asesino serial y lo aplaudió, Goyo Cárdenas; sí, claro, salió de la cárcel y todo, pero al final había violado y asesinado a cuatro mujeres y lo recibieron con una ovación y aplausos en el Congreso. Entonces uno dice: algo no está bien en el país. Las cosas bizarras siempre ocurren en todos los países, podríamos hacer un Estados Unidos bizarro, la era de Trump, que daría para un libro, pero el punto es que no impactan tanto como han impactado en México. O sea, aquí puedes tener la Colina del Perro o frases de López Portillo como “defenderé el peso como un perro” y los ejes viales que en un momento dado se hicieron con corrupción, y al final todo nos impacta de algún modo.
—¿Qué condiciones han permitido que México se convierta en un país excéntrico?
—Somos bizarros porque no hemos logrado construir con solidez ni una cultura política democrática de la sociedad, ni unas instituciones sólidas, ni un Estado de derecho. Cuántas de las cosas bizarras podrían haberse evitado, sobre todo en la política, si fuéramos un Estado con sus instituciones funcionales, es decir, que la gente y el gobierno respeten la ley. Somos disfuncionales porque somos un país disfuncional. Por ejemplo, en el caso Paulette, en un Estado donde funciona la ley y la justicia no hubiera sucedido como sucedió, que al final da la impresión de que nos chamaquearon, porque aquí y en China a los tres días un cadáver empieza a oler mal; cómo es posible que siete días después de pronto apareció la niña; si era un cuerpo inerte, desde el día uno tendría que haber olido cuando menos raro. Ese tipo de cosas tiene que ver con que no somos un país funcional en términos de leyes e instituciones.
—En contraparte, ¿qué papel han desempeñado tanto los políticos como la sociedad en general en este compendio de anécdotas surrealistas?
—Hay para todo. Encuentras la anécdota de los políticos, pero también de la sociedad, una sociedad que, por ejemplo, se reúne para ir a enterrar la pierna de Santa Anna, y luego, dos años después, van y la sacan porque están enojados con él. Hay cosas bizarras tanto de la sociedad como de la clase política, la diferencia es que si tú haces algo bizarro no pasa nada, no se va a deteriorar el peso ni va a haber una crisis económica. La diferencia es que las bizarradas políticas sí pueden impactar en el país y en la manera como estamos organizados y pueden provocar crisis.
ESPECIAL