LILIANA ESTRADA
“Ya son 4 años y medio, pero
parece que fue ayer, la ausencia de mi muchachita me duele en el alma, es un
dolor tan grande que no tiene fin ni cura, si hubiera sido de enfermedad… hubiera
estado a su lado, pero me la arrebataron de un día para otro”, cuenta la madre
de Dafne Denis Carreño Bengochea, víctima de feminicidio, señalando una
fotografía y una cajita que contiene los restos de su hija; diariamente llora y
se pregunta por qué le tuvo que pasar eso a ella.
El camino que ha recorrido la señora
Zoila Elizabeth Bengochea Estiapia, madre de Dafne, ha sido largo, doloroso…desgastante. El 9 de abril
del año 2013 su hija fue asesinada “cruelmente y sin piedad” de siete puñaladas
por quien fuera su pareja, Alejandro Enrique Rivera López.
Un día antes del asesinato,relata, habló con Dafne sin saber que
al día siguiente ya no la tendría más, nunca más volvería a escuchar su voz.
Con lágrimas en los ojos,
recuerda que la última conversación que sostuvieron fue vía telefónica: “Mamá,
¿si sabes que te amo verdad? –Sí, pero te amo más yo loquita. –Mami,
cuídate mucho, te quiero mucho. –Mi´ja yo lo sé. –Al rato te hablo mami
porque tengo muchas cosas que platicar…”, sin embargo, esa otra llamada ya
nunca llegó.
“Mi Dafne estaba estudiando, era
modelo, tenía muchos sueños para ella y para mí, porque en sus sueños estaba
yo, ella nunca pensaba en ella nada más, sino también pensaba en mí; cuando
estaba chiquita me decía: ‘mamá cuando yo sea grande, yo voy a trabajar y te
voy a comprar tu casa y un carro y vas a tener chofer, tú vas a ser siempre mi
mamá’”, cuenta sin poder calmar el llanto del dolor que le causa recordar estas
palabras de su hija.
Vivir después del
feminicidio de Dafne
Zoila refiere que durante los
primeros meses después del asesinato de su hija Dafne no le caía “el veinte”,
veía el celular y esperaba que Dafne le hablara o le mandara un mensaje; decía
que Dafne había salido de viaje y que iba a regresar.
Pero también hubo mucho miedo, el
primer año cerró sus puertas con candado, cadenas y varillas, porque tenía
miedo de que le fueran a hacer lo mismo que a su hija de 21 años, enfermándose
constantemente de bronquitis.
A los 6 meses de la muerte de su
hija, le dio bronconeumonía, “desde que ese hombre me quitó a Dafne, desde que
Dafne no está, tengo terapias con una tanatóloga, yo creo que si no hubiera ido a terapias a lo mejor
ya me hubiera vuelto loca del dolor”, dice Zoila.
Cuatro años después, continúa asistiendo
a sus terapias, pues afirma que sin su hija enfrenta una vida llena de crisis,
con enfermedades del alma y del cuerpo, muchas veces sin dormir, con noches
llenas de gritos, de gritarle a ella, de llorar y, si no llora, por aguantarse
las ganas aparece un dolor en el pecho, que finalmente explota en forma de
lágrimas.
“Para mí la muerte de Dafne es
como si hubiera sido ayer, tiene mucho tiempo que no la abrazo, que no me hace
cariños porque ya son 4 años y medio, pero parece que fue ayer, la ausencia de
mi muchachita me duele en el alma, es un dolor tan grande que no tiene fin ni
cura, si hubiera sido de enfermedad pudiera ser que hubiera estado a su lado,
pero me la arrebataron de un día para otro”.
Zoila asegura que desde que su
hija se independizó a los 18 años, Dafne no dejó de estar al pendiente de ella,
ya que era una niña muy cariñosa y, aunque ya no vivían juntas, siempre la
buscaba y nunca dejaron de mostrarse el amor que se tenían.
Sed por la justicia
Para una madre no hay fronteras
ni obstáculos cuando se quiere algo por los hijos. Zoila es de esas madres que fue
más allá de lo posible por amor a su hija y por esa sed de justicia.
“La ausencia de mi hija me duele,
me empecé a enfermar desde que se acercaba la fecha de los días de muertos y
hasta ahorita, pero es por todo el sufrir y pensar en mi niña…, pasan los años
y hasta el final de mis días, siempre recuerdo a mi hija y hasta el último
aliento siempre voy a hablar de mi Dafne”, manifiesta Zoila.
“Le doy gracias a Dios que me
cuidó, que me ayudó y me protegió y a todas esas personas que me acompañaron en
un recorrido tan desgarrador; es una herida que es para toda la vida, que es
hasta la muerte. Mi cumpleaños es el 6 de diciembre, mi último cumpleaños lo
pasé con Dafne, son fechas que me hieren y me lastiman mucho por no estar con
mi hija; la mayor parte del tiempo estoy deprimida, se te va la vida cuando no
tienes a tu hija, desde que no está Dafne es un peregrinar y siempre será así
hasta que yo me muera”.
Asegura que, si ella pudo hacer
justicia por su hija, aun exponiéndose, las otras madres que buscan lo mismo
también lo lograrán.
Zoila cuenta que tenía amigas que
le decían: “no te vaya a pasar como le pasó a Marisela”, una madre a quien le
quitaron la vida en el camino de búsqueda de justicia para la muerte de su hija
en el norte del País.
Pero Zoila no perdió la fuerza,
ni siquiera por miedo, “porque si mataron a una madre, ¿ya nos van a meter
miedo a todas de manifestar nuestro dolor, de tocar puertas, de buscar
justicia?”, expresa alzando la voz con un tono empoderado y lleno de fuerza.
Ahora, para Zoila no hay días, ni
fechas especiales y asegura firmemente que Dafne siempre está con ella a donde
quiera que va, “mi hija siempre me está cuidando, siempre me va a proteger”.
“La justicia llegó
tarde, pero llegó”
Desde aquel 9 de abril del 2013,
hasta apenas hace dos meses, el peregrinar de esta madre llena de dolor y de
rabia descansó un poco, ya que después de 4 años y medio de la muerte de su hija
y, aún con todas las pruebas en mano, hasta en el mes de octubre de este año el
asesino de Dafne fue sentenciado a 78 años de prisión, “la justicia llegó
tarde, pero llegó”, recuerda entre lágrimas la señora Zoila, volteando a ver a cada
instante la cajita que contiene los restos de su hija.
“Cuando me dieron la noticia de
la sentencia de 78 años, no lo creía, le dije a Dafne que la promesa que yo le hice
se la cumplí; aunque se me fuera la vida en eso, yo lo iba a cumplir hasta el
final, y así fue, aunque todavía no termina, pero confío en que todo saldrá
bien”, afirma la señora Zoila.
En su peregrinar, Zoila viajó
sola a la Ciudad de México a los 2 meses del asesinato de su hija buscando a
Jorge Garralda, del programa televisivo “A quien corresponda”, tocando puertas,
para que la atendiera en vivo.
“Estuve con Pan y Rosas, estuve
con Movimiento contra el Feminicidio, estuve con las mamás de Juárez en México
bajo la lluvia en campamentos, de ahí regresé a Oaxaca a seguir tocando puertas
y a exigir justicia; hablé con el gobernador Gabino Cué dos veces y se
comprometió públicamente a que se iba a hacer justicia por la muerte de mi hija
y de todas las demás niñas, pero fue mentira, tuve que tocar más puertas, vi al
exprocurador de ese tiempo, quien se portó muy buena gente, después cambiaron
al procurador y yo iba y exigía que el proceso se apurara, pero había jueces
corruptos y ambiciosos que tuvimos que pedir que quitaran de su cargo… me topé
con muchas irregularidades, mucha corrupción”, refiriendo a que eran las mismas
autoridades quienes hacían más lento el proceso de su hija.
Zoila pedía llorando que se
hiciera justicia por la muerte de Dafne, pero la familia del feminicida era pudiente,
“me dio mucho miedo que el dinero pudiera más que la justicia y gracias a Dios
que mi peregrinar, mi dolor y sufrimiento como madre han valido la pena, ahora
sí creo que hay justicia, tarde, pero hay justicia.”
“El amor de un hijo te hace
traspasar fronteras, yo las traspasé, no me importó, con muchos obstáculos y
barreras, ahora le puedo decir a mucha gente que tarde, pero llegó la justicia
y todavía falta la justicia de Dios y que de esa nadie se escapa y le pido a
Dios que a Alejandro le dé lo que él se merece; a mí me desgració mi vida, no
tuvo misericordia ni sentimiento cuando mi hija le pedía que no le hiciera ya
más daño, que no la lastimara más. No lo hizo, él se desquitó con mi hija, él
echó todo su odio por las mujeres en la vida de mi hija, él le tenía mucho
coraje a su madre y él se desquitó con mi hija quitándole la vida,
asesinándola, me la ahorcó, no sé por qué le hizo eso a mi niña si ya no vivían
juntos, mi hija tenía derecho a rehacer su vida con quien ella quisiera”, dice
la madre entre suspiros y lamentos.
Aunque Dafne ya no está, Zoila asegura
estar orgullosa de que su hija fuera una mujer fuerte y decidida, “yo parí a
una hija fuerte y valiente, no débil y cobarde. Me demostré a mí misma que el
amor de una madre te hace levantarte porque te levanta”.
Un ejemplo de
cientos de casos
Así como Zoila, hay muchas madres
que sufren el dolor de perder a sus hijas, muchas madres que han luchado y
siguen luchando, pero que no han visto respuesta.
“Yo de verdad, le doy gracias a
Dios, y de verdad que yo al principio renegué de Dios como no tienes una idea;
ahora creo en él porque él me demostró que sí existe y que la promesa que yo le
hice a Dafne se cumplió, con mucho dolor y sufrimiento, pero pude”, expresa
secándose las lágrimas que escurrían sin cesar en sus mejillas.
A veces Zoila todavía no cree en
la sentencia, pero voltea a ver un poco hacia la realidad y se da cuenta que
todo su trabajo y toda su lucha para buscar justicia valió la pena.
Zoila aconseja a las madres que
no dejen de luchar, que manifiesten su coraje y su dolor de mil maneras, que no
se queden sentadas y que salgan a la calle a gritar y hablar, que esas miles de
madres que se quedan calladas abran los ojos y empiecen una lucha incansable hasta
obtener justicia.
“Ni los 78 años que le dieron de
condena a este hombre me devuelven un pedazo de mi niña, pero al menos no va a
salir a volver a hacer lo mismo con otra niña. La multa que le pusieron no le
llega, porque no tiene precio la vida de mi hija, tengo mucho coraje porque hay
una ley que repara el daño moral, pero no se repara con nada, porque ese daño
es hasta que yo me muera”.
Y agrega que esa reparación del
daño se le hace una ofensa, porque es como ponerle precio a la vida de un hijo.
Al gobierno y a todas las autoridades les pregunta: “¿cuánto vale la vida de
cada hijo de ellos?”.
Por eso Zoila está orgullosa también
de ser una madre que alzó la voz, que se manifestó de todas las maneras
posibles, que tuvo que salir cuando no vio interés de las autoridades, porque ahora
esa lucha dio frutos.
Hoy agradece a la justicia de
Oaxaca por hacer su trabajo, “yo no tengo dinero para haber sobornado; a lo
mejor si yo hubiera tenido los millones como esa familia, pues yo lo hubiera
hecho, pero no, se hizo por justicia. Gracias a Dios que todo el sufrimiento
dio frutos y que la promesa que le hice a Dafne se la cumplí y le pido a Dios
que me dé fuerzas para seguir y apoyar a otras madres, para llevarlas de la
mano a donde yo anduve tocando puertas”.
Al día de hoy, Zoila ya no tiene
miedo, aunque “ellos apelaron que le quiten unos años (de sentencia a
Alejandro), no me importa; apelaron ellos y apelé yo, yo soy consciente de que
le pueden quitar años, pero como sea y como digan, él está preso, de todas
maneras, si la justicia se equivoca, Dios no y falta esa justicia, el castigo
divino de Dios”.
Con un gran suspiro y aún con
lágrimas cayendo por su rostro, Zoila ve la fotografía de su hija y dice:
“estoy muy orgullosa de la hija que Dios me dio y para mí fue un honor que Dios
me haya escogido a mí para la madre de mis hijos, bendito sea por esos hijos
que me dio, bendito sea”.