Mientras que los jugadores de la UCLA confesaron haber participado en una ola de robos a tiendas en Hangzhou, lo que los llevó a ser arrestados por la policía china, Swidan y Brown están detenidos en cárceles de ese país tras haber sido sometidos a cuestionables juicios y rehusarse confesar lo que, en su opinión, son cargos falsos, aunque al hacerlo pudieron haber sido liberados. La policía detuvo a Swidan, antiguo consultor de negocios y aspirante a artista, en su cuarto de hotel en 2012, como parte de una redada para acabar con una red de tráfico de drogas. Brown, antigua estrella del futbol americano colegial que trabajaba como entrenador en China, fue arrestado el año pasado y juzgado tras una disputa en un bar. No ha habido ningún veredicto en ninguno de los dos casos, y ninguno de los dos hombres puede pagar un abogado.
“Una característica preocupante del sistema judicial de China es que el fallo en un caso de justicia penal puede ser pospuesto indefinidamente una vez concluido el juicio”, afirma John Kamm, empresario estadounidense y defensor de los derechos humanos que ha dado seguimiento al caso de Swidan.
Ambos hombres parecen ser víctimas de pruebas que, en el mejor de los casos, son circunstanciales. Swidan, que actualmente tiene 42 años, compraba mobiliario para su apartamento en el sur de China, afirma su madre, y buscaba un proveedor de helio para una empresa de Houston cuando fue detenido, junto con otras dos personas sospechosas de traficar con metanfetaminas. Los argumentos en su contra eran débiles, escribió Kamm en su blog de la Fundación Dui Hua. “No se encontraron drogas en poder del señor Swidan o en su habitación. No se ha revelado ninguna prueba forense: no había drogas en su sistema, no había ADN ni huellas digitales en los paquetes, no había utensilios para el consumo de drogas que indicaran una relación entre el señor Swidan y las drogas. No se han encontrado correos electrónicos, cartas o llamadas telefónicas que relacionen al señor Swidan con alguna transacción relacionada con drogas”.
Incluso en la acusación en su contra se indica que desempeñó tan solo “una función secundaria en el supuesto delito”, escribió Kamm, y añadió que los otros acusados del caso pudieron haber incriminado al estadounidense para aumentar sus posibilidades de obtener un buen resultado en el juicio.
El caso contra Brown parece ser aún más débil. Al igual que muchos atletas afroestadounidenses en China, a quienes suele tratárseles como celebridades, Brown se hacía notar. El 24 de septiembre de 2016, cuando asistió a la fiesta de cumpleaños de un amigo en un bar de la antigua ciudad de Chongqing, algunos varones chinos que estaban en el sitio “querían beber con él, pero Brown declinó”, escribió en noviembre Dan Wetzel, columnista de Yahoo Sports, aludiendo a la versión de Brown. “Los hombres se enfurecieron y surgió una disputa”. La policía arrestó al estadounidense por agresión, pero Brown, que estudió justicia penal en la Universidad Ball State, insistió en que “nunca golpeó a nadie y solo levantó los brazos para bloquear las botellas que le habían lanzado”.
TRAS LAS REJAS: Mark Swidan y Wendell Brown continúan
presos. Están detenidos en cárceles de China tras haber sido sometidos a cuestionables juicios. FOTOS:
CORTESÍA DE KATHERINE SWIDAN; CORTESÍA DE ANTOINETTE BROWN
Conforme se acercaba el Día de Acción de Gracias, Brown parecía sobrellevar bastante bien su estancia tras las rejas. En cartas enviadas a sus angustiados padres en Detroit escribió que “trataba de encontrar la paz en todo”, a través de la meditación, el ejercicio, una dieta vegana y el estudio de la Biblia. Su padrastro, barbero de profesión, y su madre, una peluquera, no tienen los medios para pagar los 100,000 dólares “en restitución” que, de acuerdo con un abogado chino, podrían lograr su liberación. Hasta el 18 de noviembre, su cuenta de GoFundMe para su defensa legal había recaudado apenas 13,526.
Katherine, la madre de Swidan, estableció una cuenta en GoFundMe cuyo desempeño ha sido aún peor. Y su hijo ha sufrido grandes penurias en el Centro de Detención de Jiangmen, donde a los presos “se les obliga a elaborar flores de seda con químicos muy agresivos”, afirma.
Su hijo, que alguna vez fue un corpulento luchador preuniversitario, a mediados de 2016 había perdido la mitad de sus casi 100 kilos de peso, señala Katherine. Abatido y con una salud cada vez peor, le dijo por segunda vez en fechas recientes a un visitador consular estadounidense que sentía ganas de quitarse la vida. En octubre, Katherine escribió en Facebook que “acababa de recibir [su] última voluntad y su testamento por parte del consulado estadounidense en China”, y solicitaba dinero para enviarle “una caja con ropa interior larga, calcetines gruesos [y] suéteres de manga larga”, porque “se aproxima un crudo invierno y no hay calefacción” en la prisión (la embajada china no respondió una solicitud de Newsweek para comentar sobre este caso).
Funcionarios del Departamento de Estado de Estados Unidos realizan visitas mensuales para revisar a Swidan y Brown, pero es poco lo que pueden hacer si no hay una presión sobre Pekín que provenga de las altas esferas de Washington. La Casa Blanca no respondió a una solicitud de comentarios sobre los casos de Brown y Swidan.
En noviembre, Antoinette, la madre de Brown, veía la televisión en su sala cuando salió al aire una nota en la que se informaba que Trump se quejaba por no haber recibido un agradecimiento público por parte de los tres jugadores de basquetbol de la UCLA a cuya liberación afirma haber contribuido. Finalmente le dieron las gracias, pero pocos días después el presidente volvió a mostrar su enojo debido a una afirmación de LaVar Ball donde se ponía en duda la intervención de Trump a favor de su hijo y los otros jugadores de la UCLA. “¡Debí dejarlos en la cárcel!”, tuiteó Trump.
A la madre de Brown la haría feliz expresar su gratitud al presidente. “Si Trump nos ayuda, si ayuda a Wendell, no dejaré de agradecerle”, le dijo a Wetzel. Después de todo, dijo, su hijo es inocente, mientras que los chicos de la UCLA admitieron su culpabilidad. “Rezo por que [Trump] ayude a liberar a mi hijo inocente. Y si lo hace, se lo agradeceré una y otra y otra vez”.
La madre de Swidan dice lo mismo. “Si interviniera y ayudara a que mi hijo volviera a casa, se lo agradecería”, dice a Newsweek. “Y también se lo agradecería al presidente de China”.
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