Extraño vs. realmente extraño

Su nombre podría parecer el de un villano de una tira cómica, pero el senador Luther Strange es un republicano bastante normal, al menos según los estándares de Alabama. Desde que el exgobernador Robert Bentley lo nombró para reemplazar a Jeff Sessions en el Senado, en febrero pasado, Strange ha votado según los principios republicanos, apoyando el rechazo a Obamacare, la confirmación del magistrado de la Suprema Corte Neil Gorsuch, etcétera. Por ello no es de sorprender que Strange, antiguo cabildero de las empresas energéticas y procurador general del estado, haya obtenido el apoyo del líder republicano del Senado, Mitch McConnell, y del presidente estadounidense, Donald Trump.

Sin embargo, actualmente no hay nada predecible en el Partido Republicano. Strange ha tenido que enfrentar a un oponente inesperadamente pertinaz mientras trata de llegar al final de su periodo en el cargo, el cual habrá de concluir el 12 de diciembre próximo. Su nombre es Roy Moore, presidente de la Suprema Corte de Alabama, que en dos ocasiones ha sido retirado del cargo (en ese estado de la Unión Americana, ese es un puesto de elección). La primera vez reusó retirar una estatua gigante de los Diez Mandamientos que colocó en el césped del tribunal. La segunda, declinó cumplir con la ley Federal sobre el matrimonio entre personas del mismo sexo.

Moore justificó ambas acciones con argumentos religiosos, lo cual, probablemente, en otro Estado y en otra época hubiera hecho imposible que cualquier candidato buscara siquiera postularse para el puesto. Pero se trata del Partido Republicano de la era de Trump, por lo que las insurrecciones son bienvenidas. Y dos tercios de los votantes de Alabama se identifican como cristianos fundamentalistas, de acuerdo con una encuesta reciente. Moore entró en la escena por primera vez cuando los republicanos acudieron a las urnas en la ronda inicial de las votaciones en agosto pasado. Strange quedó en segundo lugar, lo que provocó un ataque de apoplejía a republicanos convencionales como McConnell.

LA TIERRA DE TRUMP: El presidente estadounidense, que es muy popular en Alabama, acudió apresuradamente al sur para realizar un mitin a favor de Strange. Fue un hábil movimiento con la intención de contrarrestar a los partidarios de extrema derecha de Moore. FOTOS: MARK WALLHEISER/GETTY; GARY TRAMONTINA/GETTY

El temor: Moore es tan fanático que podría perder ese escaño del Partido Republicano, incluso en la superrepublicana Alabama, en las elecciones generales de diciembre. O peor aún, podría ganar y ellos tendrán que lidiar con él. Esa es la razón por la que el dinero de los republicanos establecidos fluye a raudales para rescatar a Strange.

Incluso Trump acudió rápidamente al sur para ayudar al senador. A finales de septiembre, en un divagante discurso de 90 minutos en un mitin de campaña realizado en Huntsville, Trump apoyó al candidato (y despotricó contra los jugadores de la NFL por no ponerse de pie durante la interpretación del himno nacional de su país). “Ambos son hombres buenos”, dijo el presidente estadounidense sobre los dos candidatos republicanos. “Si [Moore] gana, estaré aquí haciendo campaña furiosamente a su favor. Sin embargo, tengo que decir esto… Luther definitivamente ganará”. Sus palabras no parecieron convincentes, y el mandatario tuvo que ser persuadido de realizar esa visita de tan alto perfil, temiendo que, de lo contrario, Strange pudiera perder.

Alabama es la tierra de Trump. Fue el estado en el que el magnate de los bienes raíces realizó su primer mitin en un estadio durante su campaña en las elecciones primarias, un evento masivo realizado en Mobile en 2015, en el que el avión Trump Force One realizó maniobras aéreas ante 30,000 entusiasmados admiradores. Sessions alabó públicamente por primera vez al probable candidato del Partido Republicano en ese evento, antes de que Trump siguiera adelante para aplastar a sus oponentes republicanos y, después, a Hillary Clinton en ese estado.

Sin embargo, el Partido Republicano se encuentra dividido actualmente entre el ala derecha y el ala realmente de derecha. Y Alabama es el ejemplo perfecto. Mientras que el orden establecido republicano apoya a Strange, conservadores incendiarios como la exgobernadora de Alaska Sarah Palin y el antiguo estratega en jefe de la Casa Blanca Steve Bannon (que de nueva cuenta dirigeBreitbart News) respaldan a Moore. Entre otras cosas, estos agitadores desean presionar a Trump para que ejerza medidas represivas aún más severas contra los inmigrantes indocumentados, particularmente aquellos que llegaron a Estados Unidos siendo menores de edad. Trump y Strange afirman que están abiertos a llegar a un acuerdo que permita que esos inmigrantes permanezcan en Estados Unidos, lo cual ha generado tensión en el partido.

Sin embargo, hay un cierto rasgo de rebelión en la campaña de Moore. Ha jurado reventar las reglas del Senado si resulta electo, además de seguir haciendo campaña contra McConnell. También es probable que trate de echar a todos los homosexuales del ejército, y una vez pidió expulsar del Congreso a Keith Ellison, congresista de Minnesota, debido a que es musulmán.

HOLA, EXTRAÑO: En teoría, Strange parece el candidato perfecto del Partido Republicano para el Senado en Alabama. Pero en la era de Trump, cuanto más estrafalario y subversivo sea el candidato, tanto mejor, o al menos eso parecen pensar los votantes republicanos. FOTOS: TOM WILLIAMS/CQ ROLL CALL/AP; BILL CLARK/CQ ROLL CALL/GETTY

A los líderes del Partido Republicano les preocupa que candidatos como Moore puedan costarle su mayoría en el Congreso. Conoce los riesgos de las desagradables peleas en las elecciones primarias y de los nominados excéntricos. En 2010 nominaron a Sharron Angle, de Nevada, quien dinamitó su oportunidad de ganar al hacer descabelladas declaraciones sobre la Sharia (la ley islámica), diciendo que podía apoderarse de Estados Unidos. Dos años después, el Partido Republicano de indiana eligió a Richard Mourdock por encima de Richard Lugar, que había sido el titular desde hacía mucho tiempo. Y Mourdock cometió un error garrafal al decir que, si una mujer era violada y quedaba embarazada, “era algo que Dios quería”. Nunca llegó a librarse de ello, y el demócrata Joe Donnelly obtuvo el puesto por primera vez en 46 años. Si el Partido del Té condujo a esas derrotas extrañas e ignominiosas, imagínense lo que veremos en 2018, cuando Bannon, deBreitbart, impulse a la extrema derecha hasta el frenesí.

Moore tiene una verdadera oportunidad de ganar la elección primaria. Fue derrotado estrepitosamente en sus intentos de 2006 y 2010 para llegar a la gubernatura, pero aquellos eran tiempos distintos. Ahora, cuanto más estrafalario y subversivo sea el candidato, tanto mejor, o al menos eso parecen pensar los votantes republicanos. Desde que Moore se incorporó a la contienda por el Senado, en abril pasado, sus acciones se han vuelto cada vez más descabelladas. Afirmó haber recibido el apoyo de la activista conservadora Phyllis Schlafly, aunque ella ha muerto. En septiembre despotricó contra las divisiones en Estados Unidos y, de manera extraña, mencionó cismas entre “los rojos y los amarillos” (se refería a los nativos estadounidenses y a los asiáticos). A los votantes no parece importarles. Y aunque Strange sigue teniendo el apoyo de Trump, Moore ha podido afirmar hábilmente que el presidente es rehén de los monstruos del pantano como McConnell. En sus palabras, “el intento de los aristócratas elitistas de Washington de controlar el voto del pueblo de Alabama ha fracasado”.

Los demócratas salivan ante la posibilidad de enfrentar a Moore. Durante años han pasado grandes apuros en ese estado. Pero la divisiva contienda para el Senado les ha dado esperanzas. Su nominado, un fiscal de alto perfil llamado Doug Jones, tiene un lugar en las encuestas cercano al del antiguo juez, al igual que Strange. Así que, aun si el candidato más extraño logra la victoria, el Partido Republicano (y Trump) bien podrían quedar enterrados en su propio jardín.

Publicado en cooperación conNewsweek / Published in cooperation withNewsweek