El movimiento de las placas tectónicas ocasiona terremotos, y varias actividades humanas provocan que se muevan las placas tectónicas. No obstante, el efecto es indirecto.
No todos los geólogos concuerdan en el grado y la frecuencia con que las actividades humanas afectan la actividad sísmica. De hecho, tiene que haber factores de riesgo naturales –en específico, líneas de falla inestables- para que ocurra un terremoto. Con todo, hay evidencias de que los humanos estamos creando situaciones que agitan, lubrican y ejercen presión en las placas. De hecho, en un libro titulado Waking the Giant, Bill McGuire documenta la ciencia que subyace al cambio climático que está creando las condiciones idóneas para tsunamis, erupciones volcánicas y terremotos.
Es así como el cambio climático puede derivar en más sismos, según Ross Stein, científico emérito del Servicio Geológico de Estados Unidos y CEO de la app para terremotos, Temblor:
Primero, el cambio climático causa eventos meteorológicos para los que debemos estar preparados. Por ejemplo, los limeños temen que, si los glaciares cercanos se fusionan por completo, se quedarán sin fuentes de agua. En respuesta, están represando más ríos y excavando más embalses para disponer de agua en el futuro.
El problema es que se están construyendo, llenando y vaciando embalses sobre líneas de falla en todo el mundo. El agua de los embalses puede lubricar las fallas, y el llenado y vaciado de los embalses crea y aumenta la presión en ellas. Por otra parte, el llenado de un embalse ejerce presión en el agua que yace en el fondo, la cual puede filtrarse en el suelo y abrir grietas, causando inestabilidad.
En vez de deslizarse suavemente o de manera homogénea, las líneas de falla se frotan entre sí. Y conforme la presión aumenta y las fallas se agitan, terminan por sacudirse de manera repentina, desatando un terremoto.
Además del terremoto, la construcción de embalses sobre una falla conlleva otro peligro. “Si la falla se rompe por debajo del embalse, existe el riesgo de que el embalse colapse de manera catastrófica e inunde las regiones bajas que se encuentran en las inmediaciones”, dijo Stein. En consecuencia, una comunidad quedaría anegada y sin agua almacenada para el futuro.
En todo el mundo se está observando una mayor sísmica alrededor de embalses de construcción reciente, un fenómeno llamado Sismicidad Inducida por Embalses o Sismicidad Inducida por Presas.
No obstante, es difícil demostrar, objetivamente, que los embalses causan sismos. Si bien las áreas con embalses tienden a mostrar una gran actividad sísmica, podría argumentarse que, de cualquier manera, dichas áreas habrían sufrido terremotos.
Por ello, si un gobierno pretende construir un embalse, es importante instalar instrumentos y medir la actividad sísmica de la zona, señaló Stein. De esa forma, será posible hacer una comparación “antes y después”. “Lo más importante es saber qué nos dice el suelo antes de construir el embalse”, explicó.
¿Acaso el cambio climático o los embalses causaron los recientes terremotos de México? “Lo dudo”, respondió Stein. “Si hay alguna señal, es casi imposible aislarla del proceso de placas tectónicas que, realmente, impulsa esos terremotos”.
“Hemos observado terremotos en la costa mexicana desde hace 500 años”, añadió Stein. “Así que no son novedad”.
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek