A producir “mexicanistas”

Sus cuadros aún están en el suelo. Uno de ellos sigue envuelto, con la palabra “Fernandez” para identificar a su destinatario.

Una foto con el expresidente brasileño Lula Da Silva, es de lo poco que encontró su lugar en la oficina del Instituto de las Américas, en el campus de la Jolla.

Pero Rafael Fernández de Castro ya está bien “encanchado” aunque no haya tenido tiempo de acomodar sus cosas. Prácticamente va llegando como director del Centro de Estudios México-Estados Unidos, de la Universidad de California en San Diego.

“Es algo muy satisfactorio, pero también es un reto importante porque es un momento muy difícil de la relación México-Estados unidos”, dice Fernández de Castro.

Desde 1980 aquí estudian a México y diversos aspectos de las relaciones económicas, políticas y sociales con la Unión Americana.

El Dr. Fernández de Castro Medina tiene un largo historial como académico que pasa por universidades como Harvard o Georgetwon y por mucho tiempo trabajó con el Instituto Tecnológico Autónomo de México, el ITAM.

Es autor de 23 libros sobre la relación de estos dos países y aparece regularmente en televisión y en la prensa en su papel de “internacionalista”.

—¿Es usted el primer mexicano que dirige el Centro?

—No. Ya había habido otro mexicano que ahora es profesor en la universidad de Stanford. (Alberto Díaz-Cayeros de 2008 al 2013). No en las mismas condiciones que yo, porque la familia de Alberto vivía en Palo Alto, California. Él viajaba mucho. Yo me vine a vivir aquí con mi esposa. Esta es mi ciudad ahora; San Diego. La idea es echar raíces aquí, trabajar fuerte por este Centro. Esta es una universidad que tiene probablemente el mejor centro de estudios sobre China y ahora lo que me solicita el rector de la universidad y también el director de la escuela donde yo trabajo (La escuela de estudios globales y estratégicos), quieren tener el mejor centro de estudios sobre México y Estados Unidos, del mundo.

—Centros como este buscan generar información para implementar políticas públicas. ¿Así será bajo su dirección?

—Sí pero primero que nada, este no es un “Think tank”. Este es un centro de investigación. El “Think tank” definitivamente lo que quiere es hacer investigación para generar políticas públicas. Nosotros primero que nada queremos generar conocimiento. Arrancando en septiembre y terminando en junio, vamos a tener a 23 estudiosos de México o de la relación México-Estados Unidos, becados por la Universidad de California. La mayoría de ellos vienen a concluir sus tesis doctorales en universidades de los Estados Unidos o de Inglaterra y algunos de México. Yo he trabajado dos veces en el gobierno federal, primero como diplomático de carrera y después como asesor en asuntos internacionales del presidente. Soy un apasionado de la política exterior de México. Hay mucha gente en el Centro que está haciendo estudios teóricos. Estudios que no se pueden conectar directamente a la realidad. El objetivo del Centro es crear conocimiento, en la medida de lo posible, que ese conocimiento sea aprovechable por las políticas públicas y también ser un foro de discusión bien informada sobre la relación México-Estados Unidos y sobre México.

—¿Se puede hacer algo por la relación entre ambos países en este momento?

—Nunca pensábamos que iba a haber un presidente como Donald Trump. ¡Y además después de un presidente como Barack Obama! Un presidente sensato, educado, y de repente llega un verdadero barbaján a la Casa Blanca. California es un estado que resiste a Trump, que después de principio de los años noventa en donde hubo muchos sentimientos anti migratorios —la propuesta 187 del gobernador Wilson y demás— todo esto cambió, ¿Por qué? porque los latinos y los mexicoamericanos salieron a decir: “Aquí somos importantes, aquí contamos”. Entonces me parece un reto realmente formidable. Vamos a traer por ejemplo al presidente del Instituto Nacional Electoral, Lorenzo Córdoba, vamos a tener un panel muy grande sobre la elección que viene en México, el 2 de noviembre. El día 15 vamos a tener una conferencia muy importante sobre los muros, sobre el papel que han jugado los muros para dividir a las naciones. Creo que es una reflexión muy importante ante la amenaza de Donald Trump. La primera semana de diciembre vamos a hacer una gran conferencia sobre la violencia en México. Es muy importante explicarle a este público de acá la violencia mexicana. En qué consiste, en qué no consiste, lo diferente de la colombiana o de la salvadoreña. Van a venir grandes especialistas. Entonces se trata de mantener bien informado a buen público de Estados Unidos y de formar “Mexicanistas” y especialistas en la relación bilateral.

Aunque el académico no ha desempacado por completo, ya se le mira trabajando en el Centro de Estudios. FOTO: VICENTE CALDERÓN

—Usted fue de los pocos que vio como positivo el encuentro Peña Nieto con Trump durante la campaña presidencial norteamericana.

—¡A ver, a ver! No fuí uno, fui el único. Yo dije: Donald Trump tiene posibilidades de llegar a la Casa Blanca y por tanto hay que ver la visita como la posibilidad de abrir un canal de comunicación. Se me vinieron encima muchos periodistas, hay hasta quien decía que yo era un pagado del presidente Peña Nieto, y decía yo: pues que le escarben, yo soy un académico del ITAM. Sí trabajé con Felipe Calderón, no soy panista, pero sí efectivamente ví que la visita podría cumplir ese propósito. Ya visto “a toro pasado”, la visita salió muy mal, salió pésima porque se instrumentó muy mal.

—Habla usted de tres dimensiones en las que espera trabajar; México- Estados Unidos en contexto del Pacífico; otra es la federal México-Estados Unidos; y la regional, Tijuana-San Diego-CaliBaja. ¿Vamos a ver más el trabajo del Centro en Tijuana?

—Mucho más. El alcalde Faulkner, de San Diego, nos acaba de pedir que seamos el secretario técnico de la reunión anual de alcaldes fronterizos. Organizamos la última reunión que hubo aquí en San Diego y en Tijuana, y vamos a organizar la siguiente que va a ser en San Antonio, Texas, a finales de febrero. Vamos a ayudarle a los alcalde a tener un foro más importante. Vamos a tratar de ser facilitadores de que los alcaldes de ambos lados de la frontera se lleven mejor y puedan solucionar con más eficiencia sus problemas binacionales.

—Todo este conocimiento del que habla ¿ha ayudado a un mayor entendimiento de los dos países?

—No lo sé. No lo puedo decir tangiblemente pero sí estoy convencido como académico que acumular conocimiento es importante. Aquí se trata de hacer buenos estudios, de probar teorías. Somos académicos y hay gente que está en una muy bonita torre de marfil pero hay gentes en la torre de marfil que salimos y que hablamos con los políticos, que salimos y hacemos estudios y escribimos en la prensa y comentamos en la radio y la televisión para afectar a las políticas públicas. En el pasado he convencido a mucha gente de que es importante en la relación México-Estados Unidos crear instituciones. El TLCAN es una institución. Es un orden negociado de los tres países. Y si pudiéramos tener eso en migración sería fabuloso. La gran diferencia entre migración y comercio en la relación México-Estados Unidos, es que en migración no cooperamos. Está lleno de medidas unilaterales. Ha habido mucho sufrimiento por la comunidad. En cambio en el comercio gracias al NAFTA, se ha ordenado enormemente la relación. No exenta de conflictos pero lo importante es que los conflictos sabemos cómo manejarlos.

—Recuerdo que cuando se discutía el TLC una de las quejas principalmente de la izquierda era que no se tomaba en cuenta el tránsito de personas, se hablaba del tránsito de bienes.

—Efectivamente el TLCAN decidió sacar dos temas de la negociación, y fue ese pragmatismo de Salinas y de Bush papá porque Estados Unidos no le quería entrar, no le gusta que México opine en los temas migratorios. Porque Estados Unidos cuando hace una ley migratoria, está decidiendo quién va a ser el alma de esta nación, está decidiendo quién va a ser el futuro americano y no les gusta que se metan. Y México sacó el tema del petróleo de la mesa de negociación. Ahora estamos renegociando el Tratado de América del Norte y el tema de la migración no está dentro.


Muy cerca de su nueva oficina está “China en el Siglo XXI”, otro centro de estudios sobre Asia, también parte de la Universidad de California en San Diego, al que califica como el mejor de norteamérica. FOTO: FOTO: VICENTE CALDERÓN

—¿Debería de incluirse?

—Debería incluirse de una manera teórica porque si México se empecina en incluirlo no habría negociación. Con Trump evidentemente no va. El otro tema que sacamos del NAFTA, el petróleo, sí está dentro porque ya la nueva legislación mexicana lo permite. Ahí tenemos un avance. Pero no nos asustemos tanto del tema migración. El año pasado vinieron a Estados Unidos como 200 mil mexicanos legalmente. Entonces estamos hablando que realmente hay un flujo. Ahora es más legal que ilegal. La labor del Centro es crear conocimiento, crear discusión pero no necesariamente resolver los problemas de los gobiernos. Sí, yo me puedo acercar al canciller o al subsecretario de América del Norte o al embajador y darle un consejo, tener una plática y demás, pero no estamos para resolver sus asuntos.

Rafael Fernández de Castro sostiene que hay un proceso casi natural de integración entre México y Estados Unidos, pero advierte que es urgente para nuestro país ser menos dependiente del vecino del norte. Trump podría acabar con el TLCAN con un tuit y los negociadores mexicanos no demuestran un verdadero plan b.

Muy cerca de su nueva oficina está “China en el Siglo XXI”, otro centro de estudios sobre Asia, también parte de la Universidad de California en San Diego, al que califica como el mejor de norteamérica.

Planea aprovechar la proximidad para combinar conocimientos y construir alternativas, ahora que está en la frontera y frente al océano Pacífico.

“Nos urge a los mexicanos descubrir China y me parece que nos vendría bien descubrir China con los Estados Unidos”.

Ya habrá tiempo de colgar los cuadros.