ES CASI SEGURO QUE,algún día, la mayoría de los humanos serán parcialmente cyborgs, y Zhenan Bao, profesora de ingeniería química en la Universidad de Stanford, quiere salvarles el pellejo. Bao está trabajando en una epidermis artificial que podría mejorar las vidas de personas con extremidades protésicas o injertos de piel, y hacerla de tal manera que la gente no tenga que quitarse sus detectores de rendimiento físico.
“Intentamos imitar las propiedades de la piel humana”, explica Bao. Eso incluye lograr que la piel sintética sea elástica y autorreparable. El mayor desafío: crear un material capaz de sentir. “Cuando hay un contacto, nuestra piel envía impulsos eléctricos por el sistema nervioso hasta el cerebro, y permite que el cerebro entienda si se trata de dolor o un objeto caliente. Nuestros materiales y dispositivos deben hacer lo mismo”. La piel que está probando se expande con el calor, lo cual reduce su conducción eléctrica y permite que el cerebro “lea” la temperatura en la superficie de la piel.
Bao ha probado su piel en el cerebro de ratones modificados de tal manera que el área cerebral que habitualmente transmite la sensación del tacto es ultrasensible a la luz, y observó que los cerebros de los roedores respondían cuando la piel eléctrica era estimulada por la luz brillante.
Nominada recientemente por L’Oréal-UNESCO para el galardón Mujeres en la Ciencia, Bao comenzó a trabajar en el campo de la electrónica flexible hace unos veinte años. Empezó produciendo smartphones flexibles y televisores plegables, pero al llegar a Stanford, hace diez años, se dio cuenta de que su labor tenía otras aplicaciones. Dice que compañías como Fitbit podrían utilizar su piel eléctrica para crear dispositivos personales más confiables, pues una vez colocado en la piel del usuario, el aparato podría medir signos vitales, como frecuencia cardiaca, presión arterial y glucosa sanguínea para monitorear a la persona en caso de ataque cardiaco o diabetes.
“Aunque existen sensores y dispositivos usables, estos son muy grandes, voluminosos e incómodos”, apunta Bao. “Así que, con los materiales electrónicos que estamos desarrollando, espero que podamos producirlos con el grosor de un tatuaje, pero con la misma función”.
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek