El tipo de azúcar que se consume, y no sólo la cantidad ingerida, tiene diferentes efectos en la salud.
La fructosa podría tener un impacto más perjudicial en el metabolismo y en el sistema vascular, que la glucosa, de acuerdo con un estudio de la Facultad de Farmacia y Ciencias de la Alimentación de Barcelona, en conjunto con el Instituto de Biomedicina de la Universidad de Barcelona.
El consumo de ambos azúcares está relacionado con el aumento de peso, el nivel de triglicéridos y la fisiología vascular, pero la diferencia en estos indicadores radica en si se consumió fructosa o glucosa. La fructosa, un tipo de azúcar que abunda en las frutas tiene relación directa con la condición de hígado graso, mientras que la glucosa no.
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El estudio que se llevó a cabo con ratas de laboratorio, demuestra también que las hembras son más sensibles que los machos a las alteraciones metabólicas.
“Uno de los efectos metabólicos más destacados es la alta concentración de triglicéridos en el plasma del grupo de ratas que recibió fructosa (y no glucosa). Este efecto no podría explicarse únicamente por una mayor síntesis de lípidos en el hígado, ya que tanto la glucosa como la fructosa incrementan la lipogénesis hepática”, explicó Marta Alegret, del CIBER de Fisiopatología de la Obesidad y la Nutrición del Instituto de Salud Carlos III y quien encabezó el estudio publicado en la revista American Journal of Physiology-Heart and Circulator Physiology..
“En cambio, los niveles proteicos de una enzima clave en la oxidación de ácidos grasos —la CPT1A— se encuentran reducidos únicamente en las ratas que recibieron fructosa. En este grupo, también aumenta la expresión de una proteína esencial —la MTP— para exportar triglicéridos del hígado hacia el plasma en forma de lipoproteínas de muy baja densidad. Todo esto nos lleva a pensar que, de forma específica, la fructosa es capaz de reducir la oxidación de ácidos grasos e incrementar la salida de triglicéridos del hígado al plasma, y eso es lo que probablemente origina la hipertrigliceridemia”, añadió Alegret sobre la investigación.
Estos azúcares tienen también efectos sobre la aorta y la presión arterial. En el caso de la glucosa, podría decirse que tiene un efecto benéfico, pero con la fructosa no es así.
“En ratas que recibieron glucosa, la capacidad de la aorta de relajarse al exponerla a un agente donador de óxido nítrico (nitroprusiato sódico) es superior, mientras que en las que recibieron fructosa es menor, en comparación con el grupo de control. Por tanto, desde el punto de vista vascular, la fructosa produce un efecto negativo, ya que dificulta la relajación correcta de la aorta. En cambio, el efecto de la glucosa resulta incluso beneficioso”, finalizó Alegret.