El Senado mexicano aprobó una reforma
legal que prohíbe la organización de las peleas de perros a nivel federal. Las
organizaciones de defensa de los animales, por su parte, han presentado en el Congreso
dos iniciativas para blindar la prohibición y extenderla a toda la cadena del
negocio: cría, comercio, entrenamiento, incluidos los asistentes.
Algunos estados de la República en sus normativas incluyen
restricciones sobre los espectáculos crueles con animales. Lo cierto es que la
mayoría de las veces son insuficientes, según lo señalan varias organizaciones
civiles. La Convención anual Aguascalientes de Game Dogs, se
anunció con gran estruendo como parte de las fiestas municipales, e invitaba al
espectáculo de once combates entre perros de distintos pesos.
El nuevo texto de la Ley General de Equilibrio
Ecológico y la Protección al Medio Ambiente contempla la prohibición de
“organizar, inducir o provocar peleas de perros”. Los grupos civiles han
celebrado el paso adelante y esperan que en un plazo de tres meses haya un
nuevo avance en el congreso para su aprobación definitiva.
“Es una buena noticia para erradicar esta práctica.
Los responsables suelen matar brutalmente a los que pierden. Y los animales que
resultan ‘ganadores’ muchas veces mueren debido a las hemorragias, heridas o
infecciones derivadas de la pelea. Estos eventos también les provocan daño
emocional y afección de sus estados mentales, ya que ningún animal es agresivo
por naturaleza”, explica Antón Aguilar, director ejecutivo de Humane Society
International México (HSI), asociación estadounidense que trabaja a ambos lados
de la frontera.
En su tarea de rastreo, HSI ha constatado que el
número peleas en México y países de Centroamérica van en aumento, debido al
cerrojo estatal y federal que ha impuesto recientemente Estados Unidos. “Esta
actividad tiene consecuencias más amplias que el maltrato animal. Los perros
son valorados en miles de dólares y el dinero en las apuestas es muy alto. En
estos eventos suelen estar involucradas las mafias de la delincuencia
organizada”, añade Aguilar.
“Los más importante es que queden tipificados como
delitos toda la cadena de negocio. Desde la crianza y la comercialización de
especies, los propietarios de los locales, los vendedores de los boletos y los
asistentes”, continúa Aguilar.
Entre el material especializado que utilizan los
criadores para el entrenamiento figuran máquinas para fortalecer la quijada y
el cuello que dejan colgado de los dientes al animal; caminadores especiales
para que fortalezcan las piernas y hasta un artilugio conocido como pedestal de
coito forzado. Los perros alcanzan tal grado de agresividad que son incapaces
de cruzarse de manera natural sin hacerse daño.
Según una reciente encuesta de la firma Parametría, 99
por ciento de los mexicanos rechaza las peleas caninas y 80 por ciento está a
favor de que se prohiban. Sólo hay que sacar cuentas.