El
trastorno límite de la personalidad (TLP) es una afección mental que a la hora
de describirla suena más bien a personas complicadas. Quien la padece muestra patrones
prolongados de emociones turbulentas o inestables, experiencias interiores que
a menudo los llevan a acciones impulsivas y relaciones caóticas. Nada que
alarme en la vorágine del estrés actual.
Hasta
cierto punto, estas características caben en casi todas las personas, especialmente en los adolescentes. Para que
sea TLP deben ser de larga duración (años), persistentes e intensas.
La causa del TLP
se desconoce, algunas teorías apuntan a que se relaciona con factores
genéticos, familiares y sociales. Pudieran influir el abandono en la niñez o en
la adolescencia, una vida familiar disociada, comunicación deficiente con las
personas cercanas, haber sido víctima de abuso sexual, físico o emocional
El TLP se presenta
con mayor frecuencia en las mujeres, y entre pacientes psiquiátricos
hospitalizados.
Los especialistas
advierten que las personas con TLP tienden a ver las situaciones en términos
extremos: negro o blanco, todo es bueno o todo es malo. No son muy constantes,
cambian con demasiada frecuencia de opinión, de puntos de vista; un día aman,
al otro desprecian, a la misma persona.
En sus
características, además figura el pavor al abandono, la intolerancia a la
soledad, un constante aburrimiento, arranques de ira sin causas aparentes. Los
más severos: consumo excesivo de sustancias (alcohol, drogas), así como de
sexo, y tendencia a hacerse daño (cortes en las muñecas, ingesta de fármacos en
dosis peligrosas).
Se llega a un
certero diagnóstico del trastorno límite de personalidad a través de una intensa
evaluación psicológica; profunda revisión de antecedentes y gravedad de los
síntomas.
La ayuda llega en
forma de psicoterapia individual en combinación con terapia de grupo y, en un
papel menor, el suministro de medicamentos. Las perspectivas de
curación van a depender, por un lado, de la gravedad de la afección y, por el
otro, de si la persona está dispuesta a aceptar ayuda.
Vale la pena
señalar los posibles riesgos que acompañan el TLP, drogadicción, depresión,
conflictos familiares, laborales y sociales y, ya en caso extremo, los intentos
de suicidio.
El trastorno límite de la personalidad hace pensar si los que se supone
que no lo tienen, están en verdad sanos.