La adicción a los opioides es un importante problema en Estados Unidos. Se calcula que 2.6 personas eran adictas a estas sustancias en 2015. Ocurren casi 30,000 sobredosis al año. En septiembre, 28 personas sufrieron una sobredosis en un lapso de cinco horas… tan sólo en Huntington, West Virginia. ¿A quién culpar? Los analgésicos de venta con receta médica son una parte importante del problema: cerca de 75 por ciento de los usuarios de heroína comienzan con ellos antes de pasar a las drogas duras. Otro de los culpables es la industria farmacéutica, que ha presionado a los médicos para que prescriban cada vez más de esos medicamentos. En el episodio de Last Week Tonight transmitido el domingo por la noche, John Oliver analizó exactamente cómo hemos llegado a este punto con los opioides y por qué es hora de comenzar a poner atención a las drogas que están destrozando las vidas de tantos estadounidenses.
Actualmente, se expiden alrededor de 250 millones de recetas de opioides cada año en Estados Unidos, pero su uso no siempre fue tan común: en los primeros años de la década de 1990, los médicos se mostraban renuentes a prescribir opioides; estos medicamentos estaban reservados principalmente para los pacientes con enfermedades terminales. Esto comenzó a cambiar después de que Louis Sullivan, el Secretario de Salud de Estados Unidos en 1992, pronunció un discurso sobre la forma en que los pacientes quirúrgicos sufrían sin ninguna necesidad y advirtió a los profesionales médicos sobre el hecho de apoyar los “mitos” que rodean a los opioides.
El problema es que el “mito” sobre lo fácil que es volverse adicto a los opioides no es, desde luego, ningún mito. Sin embargo, es posible que las palabras de Sullivan hayan relajado las reservas que existían acerca de estos medicamentos, y el mayor avance en el explosivo crecimiento de los analgésicos de venta con visita médica se produjo en 1996, cuando la empresa farmacéutica Purdue creó un medicamento denominado OxyContin y comenzó a promoverlo agresivamente. Para el año 2000, los médicos expedían 6 millones de recetas de OxyContin cada año. Cuando aumentó el uso de ese medicamento, también crecieron las preocupaciones sobre su capacidad de producir adicción. Purdue afirmó que menos de 1 por ciento de los usuarios de OxyContin se habían vuelto adictos, una estadística que extrajo de una misiva aparecida en la sección deCartas al editor de la revistaNew England Journal of Medicine. La empresa también pagaba a los médicos para que difundieran teorías acerca de cómo los adictos realmente no lo eran, sino que sólo eran “pseudo-adictos”, lo cual se describió en un fragmento destacado como “una conducta de búsqueda de alivio disfrazada de adicción a una droga”. Vaya.
En 2007, Purdue fue obligada a pagar 634 millones de dólares en sanciones por mentir al público. Asimismo, otras empresas farmacéuticas también fueron encontradas financieramente responsables. Sin embargo, el daño estaba hecho.
¿Qué podemos hacer ahora? Parte de las razones por las que las recetas de opioides siguen siendo tan frecuentes son que dichos medicamentos son un remedio rápido. Existen tratamientos alternativos para el dolor, como la fisioterapia y la meditaciónmindfullness, que se basa en la concentración de la atención, pero no están disponibles ampliamente, especialmente en las áreas rurales. “No existe ninguna respuesta única y sencilla”, señala Oliver. “No todos los adictos a los opioides responderán a los mismos tratamientos, y no todas las personas que sufren dolor encontrarán alivio en las terapias alternativas. Es necesario realizar un enorme esfuerzo y una inversión económica importante. No será barato, no será rápido y no será fácil”.