Reconocimiento de voz y huellas dactilares podrían no ser seguros

Barclays, el banco del Reino Unido, está por reemplazar su sistema de contraseñas en el servicio de banca telefónica por el reconocimiento personal de voz. “A diferencia de una contraseña, la voz de cada persona es tan única como una huella dactilar”, declaró Steven Cooper, director de la banca personal de Barclays. No obstante, la realidad es que no sabemos a ciencia cierta si las huellas dactilares o las voces son de verdad únicas.

No digo que sea imposible que cada uno de nosotros carezca de un rasgo físico singular. El problema es que no hay manera desaber si alguno de nosotros posee ese rasgo, y mucho menos si todos lo tenemos.

A menos que hagamos pruebas con los 7.4 mil millones de humanos que habitamos el planeta –una imposibilidad práctica- tenemos que hacer algún tipo de muestreo. Las pruebas con muestras de poblaciones humanas nos han permitido lograr cualquier cantidad de adelantos médicos vitales. Y son estupendas para darnos información sobre la frecuencia de un fenómeno particular dentro de una población especificada; por ejemplo, los tipos sanguíneos.

Sin embargo, los muestreos no pueden establecer singularidad. Una muestra no podría hacer más que informarnos que un individuo tiene un conjunto de huellas dactilares, pero no revelar cuál sería la tendencia de votación de esa persona. Y aun cuando lográramos comparar las huellas de una persona con las de cada ser humano vivo del planeta, no establecería su singularidad. ¿Qué hay de todos los muertos? ¿Qué hay de todos los que no han nacido?

Tampoco podemos resolver este problema con razonamiento abstracto. Si una X es causa de una Y entonces, lógicamente, cada vez que haya una X habrá una Y. En el caso de las huellas dactilares, las mías están causadas por un conjunto de factores personales peculiares; por consiguiente, cada cual tiene un conjunto de huellas dactilares causadas por su propio conjunto de factores personales. Es lógico, pero no obedece al razonamiento de que donde haya una Y habrá una X o que un juego de huellas dactilares solo puede ser resultado de un conjunto de factores únicos. Esto es porque el mismo efecto podría tener distintas causa en diferentes ocasiones.

La barrera de la evidencia

La creencia generalizada –y fuertemente defendida- de la singularidad de la voz humana y otros rasgos físicos, caracteriza y exacerba un problema crónico muy generalizado: la gente malinterpreta la naturaleza y la importancia de la evidencia científica cuantitativa. Esto tiene particular relevancia en los juicios criminales. Por ello, existe el peligro de que los acusados no reciban un juicio justo debido a que jurados, jueces y demás funcionarios de la corte atribuyen un valor excesivo a ciertas evidencias forenses.

Un ejemplo que ilustra esta situación es la muy publicitada condena de Sally Clark (posteriormente invalidada), una abogada inglesa acusada del homicidio de sus dos bebés. El caso en su contra se fundamentó en la evidencia de un testigo experto, sir Roy Meadow, quien arguyó que era altamente improbable que los dos bebés hubieran sido víctimas de muerte súbita del lactante, un fenómeno natural.

Más tarde, Clark fue exonerada en la corte de apelaciones tras purgar tres años de cárcel, pero murió cuatro años después. En una declaración, su familia dijo que jamás se recuperó del error judicial. Meadow fue muy criticado e incluso suspendido durante un tiempo por haber equivocado las cifras cuando evaluó la improbabilidad estadística, pero este asunto pasa por alto una objeción mucho más fundamental a este tipo de argumento: una cosa es usar la improbabilidad estadística de una manera prospectiva general; y otra, muy distinta, utilizarla retrospectivamente en casos particulares.

Si compras un boleto de lotería, la probabilidad de ganar el premio gordo es de aproximadamente 45 millones a uno. En consecuencia, tendrías razón al considerar esto como evidencia de la improbabilidad de ganar y por ende, no comprar el boleto. No obstante, después que hacen el sorteo y los periódicos anuncian que la señorita X de Glasgow es la ganadora, la improbabilidad conocida de ganar obviamente no es evidencia de que no ganó. ¡Ganó! Las cosas improbables pueden ocurrir.

El camino a seguir

¿Qué significan estas reflexiones en términos prácticos? Muchos tal vez argumenten que incluso con nuestro muestreo limitado de voces humanas tenemos suficientes razones para pensar que hay muy pocas probabilidades de toparnos con dos personas que tengan voces idénticas, aun cuando jamás podremos descartar la posibilidad. De acuerdo. Digamos eso.

No podemos suponer que los patrones de la voz humana o el reconocimiento del iris son tan singulares que resultan herramientas útiles para proteger el acceso privado a nuestras cuentas bancarias. Del mismo modo, las huellas dactilares tampoco deben considerarse tan singulares que puedan utilizarse en los juzgados.

Los peligros y las malas interpretaciones ocurren cuando se atribuye demasiado valor a esas técnicas. Su utilidad es limitada. No debe confiarse en ellas totalmente como evidencia preponderante o como sistemas de seguridad independientes. Solo deben utilizarse como parte de un caso mucho más completo o dentro de un sistema de controles.

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation

Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek