Según informa la publicación Farmers Weekly, una granja al sur de Australia utiliza energía solar para desalinizar el agua
y cultivar tomates en un paisaje bastante seco.
En esta granja se hizo una instalación con un costo de
alrededor de 150 millones de dólares, que redirecciona los rayos del sol hacia
una torre paragenerar la
energía que alimenta un sistema de desalinización, y lo hace gracias a 23
mil espejos; extrae agua del cercano golfo Spencer, y genera hasta un millón de
litros de agua dulce al día.
El resultado son tomates, muchos tomates. La granja
llena ocho camiones cada día con tomates cultivados en invernadero. Se espera que produzca más de 15 mil
toneladas al año cuando alcance su capacidad máxima.
Se trata de una hazaña impresionante, sólo que no tiene mucho sentido construir
instalaciones de generación de energía solar –como esta– para cultivar frutas y
verduras. Paul Kristiansen, profesor de la Universidad de Nueva
Inglaterra (Australia), lo explica en declaraciones para la revista New Scientist: “Me parece un poco a
machacar un diente de ajo con un martillo; no tenemos problemas para cultivar
tomates en Australia”.
En parte le asiste la razón: la desalinización está en
auge en muchas regiones del mundo, y se logra mediante ósmosis inversa, un
proceso caro y de gran consumo energético. Así es que las plantas de desalinización realmente sólo tienen sentido en lugares
donde escasea el agua dulcey se dispone de los recursos
necesarios para construirlas, operarlas y mantenerlas.
Una limitación que podría cambiar en la medida en que
otras tecnologías más baratas mejoren su rendimiento, y se logre llevar agua
dulce donde siga reduciéndose el suministro debido al cambio climático. Todavía
no sucede.
Y aún así, no será una tecnología la que tenga
posibilidades de asentarse en las zonas que en verdad lo necesiten porque, por
desgracia, son las más pobres, y son las que tendrán que luchar para adaptarse
al cambio de los patrones meteorológicos.
Resolver este problema no será una cuestión de
proteger las plantas con invernaderos, sino de diseñar cosechas que realmente puedan sobrevivir en el desierto.
Pareciera que cultivar fruta en el
desierto es una manera muy buena de alimentar a una población mundial cada vez
más numerosa y enfrentarse a los peores efectos del cambio climático. Si en
realidad se diera donde se necesite.