Deforestación, el lado oscuro del aguacate en Michoacán

Cada
año se pierden entre 600 y mil hectáreas de bosque por la siembra de aguacate,
según datos del gubernamental Instituto Nacional de Investigaciones Forestales,
Agrícolas y Pecuarias (INIFAP).

La secretaría de Urbanismo y Medio
Ambiente de Michoacán estima que los cultivos ilegales de aguacate son de unas
20 mil hectáreas. Muchas de ellas se encuentran zonas que antes eran bosques o
selvas.

Para conseguir un buen pedazo de tierra,
muchas veces los productores provocan incendios forestales para luego plantar
árboles de aguacate en el terreno devastado. Otros, esconden las plantas entre
los pinos, a los que cortan uno a uno para evadir a las autoridades. Y algunos
más secan los grandes árboles para luego justificar su derribo.

El cultivo de aguacate es el principal
ingreso a la economía de Michoacán. De acuerdo con el secretario de Urbanismo y
Medio Ambiente, Ricardo Luna García, el
ingreso por esta actividad es de unos 872 millones de dólares anuales.

Según la Asociación de Productores y
Empacadores de Aguacate de México (APEAM), cada año se exportan un millón de
toneladas de la fruta, principalmente a Estados Unidos, donde el consumo
promedio por persona pasó de 500 gramos en los años 90 a 2.5 kilos actualmente.
La demanda nacional también creció, aún con el aumento frecuente en el precio.
“Es un precio muy bueno para los productores, hay mucha gente que quiere
sembrar aguacate”, dice Luna García.

Paradójicamente,
el éxito comercial se ha convertido en una amenaza para los bosques de
Michoacán,
donde existen algunas de las reservas forestales más importantes del país. Aunque
la tala clandestina y el crecimiento de las ciudades son los mayores enemigos,
el impacto de los cultivos de aguacate también es importante, reconoce el
funcionario.

Legalmente en Michoacán no se autoriza
cambiar la vocación del suelo forestal por agrícola. Pero cuando los árboles de
un bosque son talados o se incendian, el terreno puede ser utilizado para las
siembras, que en los últimos años ha sido de aguacate, sobre todo. Es una
modificación de facto en el uso de suelo, reconocen las autoridades. El
problema es cuando estos cambios son provocados.

Hay que ser puntuales, detalla el
funcionario: “La mayoría de los huertos
de producción hoy en día se plantaron mucho antes del inicio de la expansión
del programa de exportación del aguacate, y mucho antes del aumento de las
tasas de deforestación”.

La realidad alerta, por lo que el gobierno de Michoacán aplicó una
estrategia de emergencia para frenar la deforestación; el plan incluye una policía especial para capturar a los cultivadores
furtivos de aguacate. Más de cien personas han sido detenidas en lo que
va del año, y cientos de hectáreas de aguacate han sido recuperadas, dice el
secretario Luna García. A diferencia de otros años, cuando se toleraban los
cultivos en bosques talados, ahora se obliga a los productores a derribar los
árboles de la fruta y restituirlos con las especies originales.

Oficialmente están registradas 120 mil hectáreas de este cultivo, pero “extraoficialmente
puede andar hasta las 140 mil, aproximadamente”, reconoce el funcionario.