El gran problema de Trump con Dios

A Paul Ryan, Presidente de la Cámara de Representantes y James Dobson:

En meses recientes, ustedes han apoyado a Donald Trump en su campaña para convertirse en presidente de Estados Unidos. Sr. Presidente de la Cámara, usted sin duda tomó esta acción con la esperanza de preservar la unidad dentro del Partido Republicano. Sr. Dobson, como usted es el fundador de Enfocarse en la Familia y podría decirse que es el cristiano evangélico más influyente en EE UU, es mucho más difícil entender su decisión, como lo detallaré a continuación. En esta, mi tercera carta abierta al Presidente Ryan y mi primera al Sr. Dobson, insto a ambos a retirar su adhesión, para salvar a este país y los movimientos que ustedes dos representan.

Primero quiero declarar que esta carta no tiene la intención de sugerir que Donald Trump (o cualquier candidato) debe ser evangélico o incluso cristiano para ser presidente. Tampoco insinúo que la fe de él o su falta de una deberían determinar cómo cualquiera vote en noviembre. Más bien, discuto lo que los evangelistas afirman creer, en comparación con quién y qué es Trump. El problema primordial aquí es la credibilidad del evangelismo, en especial a lo tocante en política. Por años, ha habido una lógica para el apoyo de los evangelistas al Partido Republicano: ambos tienen opiniones similares en la mayoría de los problemas sociales, y había más discusión pública por parte de los candidatos conservadores sobre cómo la fe conformó sus políticas. Este año, ello no es cierto. Más bien, ustedes tienen un hombre cuyas posturas en problemas sociales importantes han cambiado, cuya fe es obviamente frívola y quien no parece saber nada incluso de lo básico del evangelismo, la cristiandad o la Biblia. Sr. Dobson, si Donald Trump representa valores cristianos, esos valores no significan nada. Al apoyarlo, los evangelistas crean la imagen de que lo que les importa es la influencia política, no la palabra de Dios.

Compare esas palabras con las palabras de Trump, pronunciadas mientras pasaba por su primer divorcio: “Ya saben, en realidad no importa lo que [los medios] escriban siempre y cuando tengas una culona joven y bonita”. Este, Sr. Dobson, ¿es su hombre religioso?

La conexión de Trump con las creencias evangélicas es débil, a lo más. Él nunca antes ha expresado una conexión seria con la Biblia o incluso un entendimiento básico de ella. Él se ha presentado ocasionalmente en vacaciones a la Iglesia Colegial Marble de Manhattan, pero ese hecho suscita todavía más preguntas de por qué los evangélicos —ya sea por hábito o por hipocresía— acogieron al candidato republicano este año. Marble cobró fama por el medio siglo de dirigencia de Norman Vincent Peale, mejor conocido por mezclar la psicología pop con la espiritualidad en una forma de cristiandad centrada en el propio ser. De niño, Trump se tambaleaba junto a sus familiares para ir a los sermones de Peale, para oír mensajes tales como el que inicia el libro mejor vendido del pastor, El poder del pensamiento positivo: “¡Cree en ti mismo!” Él claramente se aprendió ese.

OREN POR ÉL: Trump dijo a una multitud de evangélicos que ganar la presidencia podría ser la única manera de que él vaya al cielo. FOTO: EVAN VUCCI/AP

Está claro que Trump prácticamente no ha tenido otra exposición a la cristiandad, con la posible excepción de Joel Osteen, otro predicador de TV del siéntete bien contigo mismo que él cuenta como su amigo. ¿Cuántos feligreses llaman a la Segunda de Corintios “Dos Corintios”, como él lo hizo previamente este año? El nombre de esa epístola de Pablo se menciona cada vez que se leen pasajes de ella durante los servicios, pero cuando lo atraparon en el error, Trump no dijo: “Ups, tengo mucho que aprender”. Más bien, como es su costumbre, él mintió, afirmando que muchas iglesias cristianas alrededor del mundo llaman al libro “Dos Corintios”.

Esta no fue la primera vez que él ha mentido con respecto a la Biblia para obtener una ventaja. En agosto de 2015, después de que su candidatura presidencial había empezado, Trump dijo que su libro favorito es la Biblia. En 2007, Trump dijo a Forbes que su libro favorito era El arte de la negociación, de Donald J. Trump, diciendo: “Era una gran lectura en 1987, un best seller No. 1 por entonces, y nada ha cambiado”. Lo que cambió es que él decidió postularse a la presidencia y sabía que necesitaba el voto evangélico.

Es una apuesta muy segura que Trump nunca ha leído la Biblia y sabe poco incluso de lo básico de la teología cristiana. Durante la campaña, cuando se le preguntó si prefería el Antiguo Testamento o el Nuevo Testamento, él respondió: “Probablemente por igual”. Estas no son las palabras de un hombre quien entiende o se preocupa por la cristiandad.

Cuando en 2015 le preguntaron su pasaje bíblico favorito, él se negó a responder, diciendo que era demasiado personal. ¿En serio? Después, cuando lo presionaron de nuevo a decir un pasaje bíblico que lo influyó, él se prendió de unas pocas palabras del Antiguo Testamento conocidas incluso por herejes de 6 años de edad. “Bueno, pienso que muchos”, dijo él. “Cuando nos metemos en la Biblia, pienso que muchos, muchísimos. Y con algunas personas, mira, ojo por ojo, casi puedes decir eso”.

De todas las palabras que Trump pudo haber elegido, escogió unas de las pocas en la ley mosaica específicamente repudiadas por Jesús. Mateo 5:38-41 cita a Jesús diciendo: “Ustedes han oído que se decía, ‘Ojo por ojo, diente por diente’. Pero yo les digo, no se resistan a una persona mala. Si alguien te abofetea en la mejilla derecha, también ponle la otra mejilla. Y si alguien quiere llevarte a pleito y quitarte la camisa, entrégale también tu abrigo. Si alguien te obliga a caminar una milla, acompáñalo dos millas”. Trump es conocido por buscar venganza contra cualquiera que se le oponga —incluido usted, Sr. Presidente de la Cámara— y demandar a cualquiera en vez de entregarle el abrigo, por lo cual no sorprende que él no sepa que el pasaje de venganza del Antiguo Testamento fue sustituido por el mensaje de amor y perdón de Jesús en el Nuevo Testamento.

Trump se ha referido a la simbólica —o, para usted, Sr. Presidente, como católico practicante, la literal— ingesta de la sangre y el cuerpo de Cristo en la comunión como “mi vinito y mi galletita”. Él también declaró que nunca le pidió perdón a Dios porque podía manejar las cosas él solo. Ello va en contra de todo en las enseñanzas de Jesús (1 Juan 1:9, Romanos 5:8, Mateo 6:14-15 y demás.)

Y este es un hombre quien, de acuerdo a las creencias de los evangélicos, necesita muchísimo perdón. Sólo tome la prohibición del adulterio en los Diez Mandamientos. En una deposición sellada tomada durante su juicio de divorcio en 1991, Trump se negó a responder preguntas 97 veces, la mayoría de las cuales se referían a varias infidelidades y supuestas amantes. (Todos sabían la identidad de una de las amantes, ya que era leña cotidiana para los tabloides de Nueva York.) Ahora bien, este no era un proceso penal, en el cual habría tenido el derecho de ampararse en la Quinta Enmienda; él se negaba a responder preguntas que, si el caso se prolongaba, él no podía evitar. Trump evitó incluso responder esas preguntas mediante llegar a un acuerdo en vez de ir a la corte, dando mucho más dinero del que lo obligaba su acuerdo prenupcial. Él luego se casaría con esa amante. Luego se divorciaría de ella y se casaría una tercera vez.

Como sabe, Sr. Dobson, la hipocresía del divorcio entre los evangélicos se ha discutido como una crisis por muchos líderes del movimiento, e incluso Peale dijo que el divorcio hace a alguien poco apto para la presidencia. ¿Los cristianos pop del “sentirse bien” son más devotos de la Biblia que los evangélicos?

Cuando estuvo frente a evangélicos a mediados de agosto, Trump dijo que necesitaba ganar la presidencia porque “supongo que probablemente sea la única manera en que iré al cielo”. Sé que usted entiende lo que ello significa, Sr. Dobson. Trump no ve la fe en Cristo como el camino a la otra vida. Esto va en contra de todo lo enseñado por el apóstol Pablo y el evangelismo.

LANZAR LA PRIMERA PIEDRA: Trump ha mostrado poco conocimiento de incluso lo básico de la cristiandad, mientras que su oponente, Clinton, tiene una larga y profunda historia de fe. FOTO: JEWEL SAMAD/AFP/GETTY

¿Cómo un hombre que afirma ser devoto sabe tan poco de la cristiandad? Hay un término para esto, uno que usualmente se usa para describir situaciones en las que los religiosos son abusados financieramente por alguien que profesa la misma fe: fraude de afinidad. Al fingir ser un cristiano religioso, Trump ha engañado a quienes quieren creer que él es como ellos. Están siendo estafados, para dar no sólo su dinero sino su voto. Un hombre —uno que ha mentido repetidamente después de jurar ante Dios decir la verdad, quien regularmente evade sus obligaciones financieras y personales, quien sabe nada de la cristiandad— los ha engañado. Él afirmó públicamente su compromiso con los derechos al aborto y los derechos de los homosexuales cuando le ayudó a su reputación en la Ciudad de Nueva York, y ahora ha invertido su postura en ambos asuntos al postularse a la presidencia. Él declaró que su propio libro era el mejor que había leído, hasta que se percató de que debía alabar la Biblia para obtener el apoyo de los evangélicos. Él es boligoma humana, interminablemente flexible y llevándose la huella de la última superficie que tocó. Sr. Presidente y Sr. Dobson, ustedes no tienen razones para creer que, en cuanto asuma el cargo, él no cambie de nuevo sus creencias —sobre el aborto, la homosexualidad, cualquier cosa valiosa para los evangélicos— con la facilidad que otros cambian de ropa.

¿Qué hay de la candidata demócrata a la presidencia, Hillary Clinton? Numerosas biografías han detallado su honda creencia religiosa. Ella mantuvo una relación espiritual con el reverendo Don Jones, el joven pastor de su iglesia metodista durante su niñez en Park Ridge, Illinois, por 20 años. Ella llevaba una Biblia mientras trabajaba en las campañas presidenciales de 1972 y 1992. Ella enseñó en la escuela dominical. Ella dio sermones sobre metodología metodista cuando fue la primera dama de Arkansas. Ella da gracias antes de comer, se ha unido a grupos de oración. Cuando enfrentó problemas en su matrimonio, ella se quedó con su marido coqueto en vez de buscar el divorcio. (Asombrosamente, los evangélicos la ridiculizaron por no terminar su matrimonio, en vez de seguir las enseñanzas de la Biblia en este aspecto.) No sugiero que ustedes apoyen a Clinton; más bien, la cuestión es, si ustedes van a afirmar que la fe es una base primordial para juzgar a un candidato, entonces tienen que explicar por qué Clinton no cumple. No hay nada que sugiera que la fe de ella es frívola, mientras que la supuesta fe de Trump es un fraude obvio.

Presidente Ryan y Sr. Dobson, los dos están en su derecho de apostar por Trump; como operador de casinos (difícilmente un trabajo de aquellos con motivos espirituales), él está bien entrenado en manejar apuestas. Pero si continúan haciéndolo, serán expuestos como tontos que pueden ser engañados por cualquier charlatán de feria o, peor aún, demostrar que los críticos del evangelismo están en lo correcto: que se ha convertido en un cascarón vacío de barboteo político que ha sacrificado su compromiso con la Biblia a cambio de poder secular.

Caballeros, la elección es clara: retiren sus adhesiones o pierdan toda su credibilidad. Si quieren salvar lo que afirman valorar encarecidamente, deben condenar a Donald Trump.

Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek