Todos lo meses miles de niños que migran solos hacia Estados Unidos provenientes de entornos de pobreza y violencia en Centroamérica no llegan a su destino al quedar expuestos a todo tipo de riesgos en su travesía por territorio mexicano, donde algunos de ellos son secuestrados, obligados a trabajar o a prostituirse, y en donde otros más no sobreviven para contar su desafortunado viaje.
En su informe“Sueños rotos – El peligroso viaje de los niños centroamericanos a los Estados Unidos”, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) da cuenta del terrible viaje que miles de niños refugiados y migrantes de Centroamérica han hecho para escapar de la violencia de las pandillas que se ven traducidas en altas tasas de homicidios e índices de pobreza.
“Es desgarrador pensar en esos niños, la mayoría de ellos adolescentes, aunque algunos son incluso más jóvenes, haciendo el viaje agotador y extremadamente peligroso en busca de seguridad y una vida mejor”, dijo el Director Ejecutivo Adjunto de UNICEF, Justin Forsyth. “Este flujo de jóvenes refugiados y migrantes destaca la importancia de abordar la violencia y las condiciones socioeconómicas que imperan en sus países de origen”, agregó.
De acuerdo con el informe de Unicef, los niños corren peligro de caer en manos de tratantes de personas además de que existen informes sobre niñas obligadas a trabajar en prostíbulos y bares de México o Guatemala. El documento indica que el riesgo de violación también es alto y cita cifras de Amnistía Internacional, organización que estima que hasta 6 de cada 10 mujeres y niñas son víctimas de la violencia sexual durante el viaje.
María de la Paz López, que dirige un centro de refugiados y migrantes deportados en Guatemala, dijo a Unicef que ha escuchado muchas historias horribles sobre lo que los grupos delincuenciales hacen con los menores. La violación es tan común que “las niñas toman precauciones para no quedar embarazada. Niñas de 12, 13, 14 años”, dice.
Los niños y niñas no acompañados, así como los padres y madres que viajan con niños pequeños, son un blanco fácil para los poderosos grupos del crimen organizado que controlan algunas de las zonas en las rutas de los migrantes.
Pedro, de 43 años, relató a la organización de la ONU las condiciones en las que los secuestradores lo mantuvieron a él y a sus cuatro hijos –de 4, 6, 12 y 13 años– durante 42 días. Dijo que cientos de personas, muchas de ellas niños y bebés, fueron retenidos en la misma casa, situada en el norte de México.
Él y sus hijos fueron secuestrados mientras viajaban desde Honduras a Houston para juntarse con su esposa, que trabajaba allí. “Nos daban agua y frijoles, a veces una vez al día, a veces nada… Cualquier bulla de los niños, los castigaban, los encerraban en un lugar sin aire. Que hasta que no se callaba el niño no lo sacaban”, confió Pedro a Unicef.
Detalló que a veces, los secuestradores se peleaban entre ellos y “mataban a alguien y lo llevaban en el baúl del carro”. En su caso, los secuestradores llamaron a su esposa exigiendo un rescate de 15,000 dólares. “Le decían que si no lo mandaba en tal fecha, que le iban a mandar un dedo, que le iban a mandar parte de un niño”.
La policía nalmente rescató a los rehenes, y Pedro y sus hijos fueron deportados.
El reporte indica que las estimaciones de las cifras de secuestros varían desde cientos hasta miles al año. Explica que los miembros de los carteles además de estar detrás de los secuestros extorsionan a menudo a los migrantes o les obligan a llevar drogas en el viaje hacia los Estados Unidos, y les amenazan con matarlos si no aceptan.

Niños y adolescentes migrantes llegan en grandes cantidades a Tijuana para cruzar a Estados Unidos con el propósito solicitar asilo político. Foto: Cuartoscuro.
Los niños corren también un alto riesgo de ser detenidos y deportados.
En 2015, unos 35,000 menores de edad fueron detenidos por las autoridades de inmigración en México y, según Human Rights Watch, a menos del 1 por ciento se les concedió asilo.
A aquellos migrantes que son arrestados en la frontera y que proceden de países que no comparten una frontera con los Estados Unidos se les garantiza una audiencia en un tribunal de inmigración para que defiendan su derecho a recibir asilo.
Tras su detención, los niños y niñas no acompañados son transferidos a refugios operados por el gobierno o a hogares de crianza durante un promedio de poco más de un mes, y entonces, cuando resulta posible, se les entrega en manos de sus patrocinadores, generalmente familiares suyos. Pero los incidentes de abuso de los niños que se han venido denunciando han puesto en duda el proceso de selección de los patrocinadores.
Unicef explica que a la mayoría de los niños no acompañados se les asigna un proceso de deportación ante un juez de inmigración, pero no tienen acceso a un abogado de oficio. Los datos proporcionados indican que todos aquellos que no disponen de un abogado, es decir cerca del 40 por ciento, tienen más posibilidades de ser deportados que quienes sí disponen de representación.
Los reportes refieren que quienes son deportados corren el riesgo de ser atacados o asesinados por las pandillas de las que trataban de escapar.
“Para algunos niños, la deportación podría terminar siendo una sentencia de muerte. Cualquier persona que haya huido de una pandilla o de otras organizaciones criminales corre un alto riesgo de ser atacada, violada o asesinada al volver a casa”, se lee en el informe de Unicef.
Al respecto, Unicef llamó a impedir la detención de los niños sobre la base de su situación en materia de migración. “Los niños también deben tener acceso completo a la atención de la salud y a otros servicios, y se les debe permitir que vivan con sus familias siempre que sea posible”, dijo.
“Hay que recordar que los niños, sea cual sea su condición, son ante todo niños. Tenemos el deber de mantenerlos a salvo en un ambiente saludable y enriquecedor”, dijo Forsyth.