Expreso de medianoche… ¿en China?

EN CUALQUIER MOMENTO, Mark Swidan sabrá cuánto tiempo más pasará en una cárcel china. O quizá no.

El originario de Houston de 41 años de edad, artista errante, fotógrafo y aspirante a empresario, fue detenido en el sur de China hace cuatro años bajo la sospecha de estar involucrado en una conspiración relacionada con metanfetaminas. Fue confinado sin derecho a fianza durante un año antes de ser juzgado en un caso en el que las pruebas contra él eran circunstanciales en el mejor de los casos, señalan sus defensores. Ahora han pasado tres años, y los jueces han pospuesto repetidamente el veredicto, una posible señal, según algunos observadores atentos, de que las autoridades podrían sentirse preocupadas por el caso. “Las pruebas contra él son muy débiles”, afirma John Kamm, que dirige una fundación en San Francisco que se centra en las violaciones a los derechos humanos en China. “En mi opinión, Mark Swidan es víctima de una terrible injusticia”.

En tanto no se resuelva el caso, el hogar de Swidan seguirá siendo un centro de detención en Jiangmen, en la provincia de Guangdong, cerca de la frontera con Vietnam, donde las temperaturas alcanzan 43 grados en verano y muchos de los internos “son obligados a elaborar flores de seda con químicos muy fuertes” para exportarlas, le ha dicho a su madre. Katherine Swidan afirma que su hijo, que alguna vez fue un corpulento practicante de lucha en la secundaria, ha perdido casi la mitad de sus 99 kilos de peso. A sus desgracias se suman cada vez más problemas de salud, como hipertensión e infecciones de la piel, señala, y “bultos” que aparecieron recientemente en su cuello y que teme que pueda ser cáncer, debido a los antecedentes médicos de su familia.

Todo esto le ha llevado a caer en una profunda depresión, señala su madre. Durante una visita de un funcionario consular estadounidense el 25 de julio, el otrora eufórico Swidan se mostró “lleno de energía”, de acuerdo con el informe posterior del funcionario, pero dijo que había tratado de suicidarse una vez y que planeaba volver a hacerlo “en lugar de admitir un crimen con el que, insiste, no tiene nada que ver”.

“Mark dijo que planea quitarse la vida”, le dijo el funcionario consular a la madre de Swidan en un correo electrónico que ella compartió con Newsweek. “Le estamos pidiendo a la prisión que, por favor, continúe tomando precauciones extraordinarias para garantizar su seguridad y asegurarse de que conocen y toman muy en serio sus amenazas de suicidio”.

Unas pruebas “débiles”, ausencia del debido proceso; todo esto hace que la madre de Swidan se pregunte por qué los funcionarios estadounidenses no han levantado la voz a nombre de su hijo, como lo han hecho con otros ciudadanos estadounidenses arrestados en China, Corea del Norte, Cuba e Irán. No ha habido ninguna declaración de la Casa Blanca ni comentarios agudos acerca de Swidan y China en las reuniones informativas del Departamento de Estado, como ha ocurrido con otros estadounidenses detenidos en otros países. Algunos de ellos incluso tuvieron el apoyo del secretario de Estado, John Kerry, y de la Casa Blanca. En contraste, un funcionario del Departamento de Estado que habló desde el anonimato únicamente afirma que Estados Unidos está “preocupado por el bienestar del señor Swidan y su prolongada detención sin una sentencia”. Añade en su declaración que “instamos a China a resolver este caso de manera expedita y a garantizar que al señor Swidan se le conceda el debido proceso de la ley”.

La madre de Swidan señala que su hijo estaba en China porque “le entusiasmaba mucho viajar por Asia” tras asistir a una boda en Vietnam hace unos años. Financiado por una herencia de su difunto padre, también visitó Taiwán y Japón, donde conoció a una mujer filipina, se enamoró de ella y le propuso matrimonio. Con su boda a la vuelta de la esquina, viajó a China para comprar muebles para una casa que su madre le había cedido, pero también buscaba un proveedor chino de helio para la empresa de un amigo en Estados Unidos, afirma su madre.

El 14 de noviembre de 2012 fue detenido en Dongguan, una ciudad industrial en el Río de las Perlas, a poco más de una hora en tren desde Hong Kong. De acuerdo con la acusación, había conspirado con un grupo combinado de criminales mexicanos y chinos para elaborar y vender drogas y buscar una fábrica donde se producían las metanfetaminas.

Kamm, que ha estudiado atentamente el caso, dice que la única “prueba” contra Swidan es que él visitó una vez una fábrica en la que las autoridades chinas afirman que se producían metanfetaminas y que había estado en un cuarto alquilado por otra persona en el que se encontraron drogas. No existe “ninguna prueba forense, no hay huellas digitales, ADN, no hay drogas en su cuerpo”, señala Kamm. “Tampoco se han presentado pruebas de su función ‘de coordinación’: no hay correos electrónicos, registros de llamadas, etcétera —añade—. Estoy convencido de que el señor Swidan es inocente”.

Funcionarios del Departamento de Estado afirman que es poco lo que pueden hacer para influir en el resultado del caso de Swidan, dado que este se encuentra en las manos de funcionarios chinos y procede de acuerdo con sus leyes.

Alrededor de 90 ciudadanos estadounidenses han sido encerrados en cárceles chinas señala el departamento. Uno de los casos más prominentes es el de Sandy Phan-Gillis, también de Houston, que ha sido acusada de violar las leyes de seguridad nacional de China en una acusación que aún no se ha hecho pública, de acuerdo con dos fuentes que solicitaron que sus nombres no fueran publicados debido a lo delicado del caso. Phan-Gillis, originaria de Vietnam y naturalizada estadounidense que se ha convertido en una figura prominente en los círculos de negocios entre Estados Unidos y China, dirigía una delegación de negocios de Houston hacia China en marzo de 2015, cuando fue detenida por agentes de seguridad. Hasta ahora, China no ha hecho pública ninguna prueba de su culpabilidad.

En julio, el Grupo de Trabajo de la Organización de las Naciones Unidas sobre la Detención Arbitraria criticó a China por no acusar formalmente a Phan-Gillis y no proporcionarle asistencia legal. Las autoridades chinas dijeron al grupo que ella está acusada de “ayudar a partes externas a robar información nacional” de acuerdo con Associated Press.

En Houston, Katherine Swidan pasa gran parte de su día llorando y pidiendo ayuda para su hijo en su página de Facebook. A finales de julio, envió cartas a su congresista local, a los dos senadores de Texas (los republicanos Ted Cruz y John Cornyn), los copresidentes de la Comisión Ejecutiva del Congreso sobre China y al secretario de Estado, John Kerry. Al cierre de esta edición ella aún no recibía respuesta.

“Les he escrito a ustedes y a muchos otros una gran cantidad de veces, y he recibido una respuesta tibia, o ninguna en absoluto —escribió—. Por favor, muéstrenme que ustedes consideran que Mark merece la misma atención o consideración que dedican a los casos de otros ciudadanos en China.

“Él es mi hijo —añadió—. Es un ciudadano estadounidense. No dejen que mi hijo muera en una prisión china. Ayúdenme a traer a Mark Swidan de vuelta a casa”.

Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek