El olfato advertía de un peligro que exigía una
respuesta inmediata, o sobrevenía la catástrofe. De su desarrollo y eficiencia
dependía la supervivencia del clan; su alimentación y seguridad. No es extraño,
pues, que los aromas detonen reacciones emocionales casi instantáneas y
particularmente intensas.
Y de igual manera que los individuos estamos
programados para evitar riesgos, lo estamos para buscar placer; es la misma
conexión la que enciende los focos rojos ante un peligro, a la establecida con
los aromas vinculados con experiencias agradables, como la frescura del olor a
tierra mojada, que evoca a la lluvia que llega para mitigar el calor, para
alimentar la tierra y que rinda frutos.
La ciencia lo dice: los olores activan una conexión cerebral casi
instantánea con las emociones. El bulbo olfatorio tiene vinculaciones directas
con el sistema límbico y con la amígdala (zonas vinculadas con el procesamiento
y la modulación de los estados emocionales). De hecho, en estudios en los que
se recurrió a la resonancia magnética funcional se ha podido apreciar que los
olores conocidos (tanto los que despiertan recuerdos positivos como negativos)
activan inmediatamente las estructuras más antiguas del cerebro.
Si se
retira la nostalgia, quedan los datos duros: el olor a tierra mojada y a
lluvia está compuesto por dos aromas fáciles de diferenciar: el petricor,
fresco, dulce y suave, que emana de las piedras, y la geosmina, fuerte, con un
vaho mohoso, que proviene de las plantas y la tierra húmeda.
Los científicos creen que el gusto por el olor
de la tierra mojada es una herencia de nuestros ancestros, para quienes la
lluvia siempre ha sido fuente de vida y sinónimo de supervivencia. Según los
antropólogos, los humanos más añejos establecieron una fuerte comunión con ese aroma
en particular, porque les indicaba que había acabado la peligrosa sequía y
comenzaba la lluvia, renacerían las plantas y con ello, aumentaban sus
probabilidades de supervivencia.
Como en todo hay excepciones: si alguien vivió una experiencia
traumática asociada con la lluvia, no forma parte de este artículo.