Cómo dejar de preocuparse y engancharse con Pokémon Go

El verano de 2016 ha sido caluroso y lleno de maldad. Cada semana emerge un nuevo hashtag, trayendo la muerte como una bocanada de aire rancio proveniente de un tren subterráneo que se aproxima: #Bruselas, #Estambul, #AltonSterling, #PhilandoCastile, #BatonRouge, #FalconHeights, #Dallas, #Niza. #BlueLivesMatter, #BlackLivesMatter, #BrownLivesMatter, #AllLivesMatter. Los actos de asesinato no están relacionados unos con otros, excepto por el hecho de que sugieren que todo el mundo está a la deriva. Escuchar las noticias vespertinas se ha convertido en todo un acto de valor. Las personas cuerdas optan por apagar el televisor. Los ricos huyen al campo, como siempre lo hacen cuando ocurre una plaga.

Sin embargo, a principios de julio, se produjo un alivio que llegó como una oleada de frescura después de una ola de calor. Provino de San Francisco, el sitio del que suelen emanar las más grandilocuentes extravagancias: la fiebre del oro, la revolución de los semiconductores, las sudaderas con capucha como atuendo profesional. La que nos ocupa fue producida por un desarrollador de juegos para teléfonos inteligentes llamado Niantic. El juego que lanzó, en este verano de locura, se llamaPokémon Go.

Es muy posible que hayas escuchado acerca dePokémon Go. Llegados a este punto, se requiere un acto de extrema determinación (determinación mal encauzada, en mi opinión) para no haber oído acerca dePokémon Go.Es mucho más probable que no sólo hayas escuchado acerca de Pokémon Go sino que, de hecho, seas uno de sus alrededor de 9.55 millones de jugadores diarios en el maltrecho y dividido país que es Estados Unidos. Algunas personas calculan que esta cantidad es mucho mayor. Al mirar a las personas que pasan junto a mí en las calles de Nueva York, con los dedos golpeando demasiado furiosamente las pantallas de sus teléfonos inteligentes en busca de actualizaciones de Facebook, sospecho que los cálculos más elevados en realidad son los correctos.

No abundaré demasiado en los detalles del juego (desarrollado por Niantic en conjunción con Nintendo y Pokémon Company). Básicamente, tu personaje Pokémon captura otras criaturas Pokémon, principalmente arrojándoles pelotas. Puedes luchar contra otros jugadores y adquirir diversos accesorios dentro del juego, que es la forma en que sus desarrolladores ganan dinero. El juego, por sí mismo, es gratuito. Todo lo que necesitas para jugar es un teléfono inteligente.

Estoy siendo intencionadamente reduccionista, por lo que pido disculpas. Tú y yo sabemos que si Pokémon Go fuera tan sólo otro juego para teléfono cuyo público principal estuviera compuesto por veinteañeros japoneses expertos en tecnología o aburridos gerentes intermedios estadounidenses, obtendría una entretenida descripción en la portada deWired, pero no mucho más que eso. No habría letreros en las carreteras aconsejando a las personasque no jueguen mientras conducen. Ningún soldado había publicado una imagen de él mismo capturando a un Squirtle en Irak, donde la lucha contra ISIS ha sido desplazada momentáneamente por una cacería más placentera. No habría hordas de personas en Times Square y en el Parque Golden Gate, reuniéndose como los miembros dispersos de la tribu Pokémon que por fin se reencuentran gloriosamente tras la diáspora.

La ventaja de Pokémon Go por encima de casi todos sus predecesores es que utiliza la realidad aumentada, de manera que el panorama que ves en pantalla se toma prestado o está informado por el mundo real, según lo interpretan las capacidades de mapeo y posicionamiento de tu teléfono, así como su cámara. JugarPokémon Go es entrar en un mundo que se parece mucho al nuestro, pero con colores más brillantes y objetivos más claros, sin ningún superdelegado a la vista. Nos encontramos atados a la pantalla, pero la pantalla nos lleva al mundo físico, que de repente se ha poblado con criaturas extrañas pero no especialmente atemorizantes. Mientras jugaba el juego caminando a través de Prospect Park en Brooklin, sentí que vagaba por un bosque encantado, esperando a que surgiera alguna criatura detrás de los arbustos donde, en una mañana común, lo único que podía encontrar era una ardilla husmeando entre la basura del fin de semana.

Crecer significa añadir, pero también mejorar. Las operaciones quirúrgicas para aumentar el busto son siempre, hasta donde yo sé, un proceso incremental. Lo mismo ocurre con el crecimiento de Pokémon Go. A diferencia de otros juegos similares, no nos exige retirarnos completamente del mundo real y entrar, durante varias horas cada vez, en el reino de Zelda o en algún otro mundo de fantasía que, al final, nunca podrá rivalizar con aquel al que finalmente nos reincorporamos. Es posible que Second Life tenga cientos de miles de jugadores, pero hay algo inefablemente triste en el hecho de tener que enclaustrarte para vivir una vida en pantalla que no es demasiado distinta a la que vivirías fuera de ella si te atrevieras a desconectarte.

Pokémon Go es genial porque te exige salir al mundo real para alcanzar las metas del mundo ficticio del juego. En un momento dado, mi juego se limitaba simplemente a caminar por la Avenida Vanderbilt. Es un trecho del viejo Brooklyn que me gusta pensar que conozco bien, pero me sorprendió ver los sitios marcados como Poké-paradas, como el mural de un establecimiento probablemente desaparecido hace mucho tiempo llamado Rose of Sharon.

La búsqueda de Poké-paradas y “gimnasios”, así como otras características del juego, han hecho que las personas salgan a las calles, dándoles una razón para explorar los lugares donde viven. La gente ha hecho amigos y, hasta donde puedo darme cuenta a partir de Twitter, también se ha enamorado. Ha habido reuniones de miles de personas en San Francisco y Chicago. Un usuario de Reddit sugirió que cada jugador de Pokémon Go debería recoger basura como un medio para limpiar toda la Tierra. Si lees lo suficiente acerca de las aspiraciones invertidas en este juego aparentemente simple, estas palabras supuestamente ingenuas dejarán de parecerte una locura.

Es cierto que Pokémon Go presenta un poco de violencia caricaturesca, e incluye dosis de egoísmo y competencia: es difícil pensar en algún juego, digital o no, que no lo haga. Sin embargo, estas características se ven atenuadas por la simplicidad fundamental del juego, que mezcla hábilmente lo real y lo ficticio en una forma en que nadie lo había hecho antes. Francamente, me parece muy difícil culpar a cualquier persona que prefiera una realidad aumentada por Bulbasaur y Charmander a aquella no aumentada pero poblada por monstruos inmunes a las Poké-bolas.

La idea de que la locura por Pokémon Go está impulsada por la nostalgia es creíble, aunque no enteramente convincente. La franquicia se introdujo en Estados Unidos en 1998, en un momento en que luchábamos con muchos de los mismos problemas con los que combatimos en la actualidad: la intolerancia (el asesinato de Matthew Shepard en Laramie, Wyoming), el terrorismo (los bombardeos de Al-Qaeda contra embajadas estadounidenses en África Oriental) y el escándalo político (Bill y Monica y el vestido azul de ella). Si la nostalgia por la década de 1990 fuera tan intensa, todos estaríamos escuchando a Third Eye Blind y mirando repeticiones deFull House.

Algunas personas se han enfurecido porque los jugadores de Pokémon Go han penetrado en terrenos sagrados: Auschwitz, el Cementerio Nacional de Arlington, la cascada de la Zona Cero. Comprendo la indignación, pero no la comparto. Al contrario, pienso que nada merece más ser aumentado que los inconcebibles horrores del pasado. Políticos, revolucionarios y mesías ya han tenido su oportunidad; veamos qué es lo que pasa cuando unas pequeñas criaturas provenientes de Japón gobiernan el mundo.

Inevitablemente, Pokémon Go se jugará en el lugar donde haya habido un tiroteo o un bombardeo. Para algunas personas, esto será un sacrilegio, y tendrán motivos para pensarlo. Sin embargo, existe otra razón, relacionada con la imaginación humana, su resiliencia equiparable a la de Houdini, su deseo de tomar una canción triste y mejorarla, como dice Paul McCartney en Hey Jude.Es poco probable que Pokémon Go salve al mundo aunque sólo sea por el hecho de que las personas verdaderamente malvadas siguen usando BlackBerrys, por lo que son inmunes a los encantos del juego. Puede alterar la realidad (y en realidad ya lo ha hecho, y a eso se debe que millones de personas se hayan volcado al juego, que publicaciones serias como el New York Times hayan escrito muchos artículos acerca de él, y que casi todo lo que he leído acerca del juego está marcado no por la indignación sino por la fascinación, por un deseo de un mayor enriquecimiento de la realidad.

Cuando abres la aplicación de Pokémon Go , se te recuerda que debes “estar alerta en todo momento” y “[m]antenerte consciente de lo que te rodea.” Esta idea está ilustrada con la imagen de un joven caminando por un puente de piedra. Como está demasiado absorto en la cacería de su teléfono, no puede ver al dragón que surge del agua, evidentemente listo para devorarlo. Sin embargo, nuestro distraído amigo no me preocupa. Tiene a Pokémonde su lado.