Es fundamental invertir en la investigación y desarrollo de mecanismos que diferencien a las máquinas de los humanos para construir un internet más confiable para todos.
ES INNEGABLE que la era digital ha traído consigo una serie de ventajas. Hoy en día podemos realizar transacciones financieras, acceder a casi cualquier tipo de servicio o hablar con alguien que está al otro lado del mundo sin salir de casa. Sin embargo, junto con todas estas comodidades ha surgido un desafío que cada vez necesita más atención: la veracidad de la identidad digital.
Los avances recientes en inteligencia artificial han permitido el desarrollo de sistemas capaces de generar contenido que se asemeja al producido por humanos. Algoritmos de generación de lenguaje, por ejemplo, pueden producir textos coherentes que, a menudo, son indistinguibles de los escritos por personas. Con estos avances surge la necesidad de diferenciar entre lo que es generado por inteligencia artificial y lo humano. Esta distinción es fundamental para garantizar la confianza de los usuarios en la información, preservar la integridad de los servicios online e incluso evitar el fraude en línea.
Así, con una digitalización creciente, es cada vez mayor la importancia de mecanismos como la prueba de humanidad o PoH (proof of human), un concepto relacionado con la autenticación y verificación de una persona en el contexto digital. El objetivo de esta tecnología es garantizar que una persona involucrada en una interacción en línea sea realmente un humano y no un bot (programa automatizado) o deepfake (imagen falsa creada por computadora). De esta manera se puede aumentar la confianza en línea.
Esta prueba de humanidad puede adoptarse en diferentes escenarios, dependiendo del contexto y las tecnologías disponibles. Veamos este proceso a través de capas, donde cada una corresponde a un conjunto de información o verificaciones necesarias para probar la identidad en internet.
LA PRUEBA DE HUMANIDAD EVOLUCIONA POCO A POCO
En las primeras capas, el proceso de autenticación es simple, con preguntas como “No soy un robot” que todos hemos respondido alguna vez y donde no se requieren pasos adicionales para continuar. Pero en las capas más avanzadas se vuelve indispensable demostrar que una persona es humana y única.
Las empresas tecnológicas están buscando respuestas y desarrollando soluciones que permitan una verificación humana segura mientras protegen los datos de los usuarios. La prueba de humanidad anónima está surgiendo para cerrar esta brecha, donde la unicidad a escala global puede ser verificada.
El proyecto World, creado por Sam Altman, uno de los fundadores de OpenAI, ha desarrollado una infraestructura innovadora que permite a las personas demostrar de manera anónima y privada que son reales y únicas en internet mediante fotografías de alta calidad que se almacenan solo en el dispositivo de la persona, lo que garantiza una verificación segura devolviéndole el control de sus datos a los usuarios. A la fecha, la plataforma ya cuenta con más de 13.6 millones de usuarios verificados.
La era de la inteligencia artificial ha traído ventajas, pero también retos que deben ser abordados. A medida que seguimos avanzando en el mundo digital, es fundamental invertir en la investigación y desarrollo de mecanismos que diferencien a las máquinas de los humanos para construir un internet más confiable para todos. N
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Martín Mazza es gerente regional de Tools for Humanity (TFH). Los puntos de vista expresados en este artículo son responsabilidad del autor.