TUXTLA GUTIÉRREZ, Chiapas.-
En San Cristóbal, el papa Francisco pidió perdón a los indígenas, por ser los
más excluidos, y en Tuxtla Gutiérrez, el sumo pontífice afirmó ante más de 25
mil fieles que prefiere que las familias discutan y romplan platos, pero que
antes de que termine el día, hagan la paz y no la guerra fría.
En un
viaje directo de la Ciudad de México, el papa Francisco llegó hoy lunes a las 9.46
de la mañana al aeropuerto Angel Albino Corzo. Ahí se subió a un helicóptero,
desde donde contempló el majestuoso cristo de Copoya, uno de los más altos de
México, y se dirigió directamente al Centro Deportivo Municipal (Cedem) en
donde ya lo esperaban más de 60 mil fieles.
Luego de
escuchar a varios indígenas, el Papa les pidió perdón:
“Perdón
hermanos, vuestros pueblos han sido excluidos, algunos han sido manejados desde
el poder, y los han despojado de sus tierras. Perdón hermanos, el mundo de hoy,
desfigurado, los necesita a ustedes, los jóvenes de hoy necesitan de la
sabiduría de los ancianos”.
Miles de feligreses se reunieron para la homilía que ofició el Papa Francisco // FOTO: Sergio Melgar
Antes, en
una homilía que arrancó aludiendo a la huida del pueblo de Israel de Egipto, Francisco
señaló que entre los seres más oprimidos estaba la oprimida tierra, “por ello
el desafío ambiental nos impacta a todos, no podemos hacernos los sordos antes
la crisis ambiental”.
Al término
de la ceremonia, el Papa realizó un recorrido en el papamóvil por las
principales calles de la ciudad de San Cristóbal, en donde ya lo esperaban miles
de personas con pancartas, globos y porras.
En medio
de una multitud que lo recibió con cantos y aplausos, el obispo de Roma llegó
al zócalo, frente a la catedral de San Cristóbal, en donde comió con
representantes indígenas para luego reunirse con mil personas, entre ellos,
enfermos y adultos de la tercera edad de la región para darles la bendición.
Luego de
ese encuentro, el papa Francisco visitó la Catedral de San Cristóbal de Las
Casas, en la que rezó frente a los restos del obispo Samuel Ruiz, quien fuera
uno de los representantes de la Iglesia Católica más queridos de San Cristóbal.
En Tuxtla
Gutiérrez, luego de sobrevolar el Cristo de Copoya (un monumental cristo de 50
metros al sur de esta ciudad capital), Francisco aterrizó en el helicóptero de
gobierno del estado a un costado del estadio de fútbol Víctor Manuel Reyna.
Al igual
que en el Cedem de San Cristóbal que no se llenó, el estadio aún tenía lugares
en la cabecera sur, pero más de 25 mil gargantas lo recibieron con porras.
Hubo
cuatro testimonios de familias, porque fue una homilía de familias, pero el
primero de ellos, un adolescente de nombre Manuel Alejandro, fue el que inspiró
al Papa ya que le dijo que tenía distrofia muscular, pero a pesar de eso le
echaba ganas en la escuela.
“Eso se necesita
–dijo el Papa– que le echen ganas. Por eso, prefiero una familia que se vuelva
a juntar, después de discutir, porque no hay parejas perfectas, y menos cuando
hay una suegra, que familias narcisistas, llenas de lujo, que esperan primero
construir quintas o comprar yates y cuando quieren hijos ya no es hora”,
subrayó.
“Prefiero
una familia que discuta –agregó– que rompan un plato; el único consejo que les
doy es que no terminen el día sin hacer la paz, porque después se convierte en
una guerra fría; prefiero familias con rostros arrugados, cansados, pero con
fidelidad y amor, como el de don Aniceto quien hoy cumple 50 años de casado”.
“Échenle
ganas y como no si ustedes tienen una madre, la virgen de Guadalupe que siempre
le echa ganas, Dios los bendiga”, concluyó.
Por horas las personas de la región esperaron la llegada a Chiapas del primer Papa latinoamericano // FOTO: Sergio Melgar
En el
estadio de fútbol hubo por lo menos tres mujeres desmayadas por el sol, ya que
miles de personas llegaron desde las nueve de la mañana y la homilía fue de
cuatro a cinco de la tarde. En el Cedem de San Cristóbal de las Casas, miles ya
no pudieron entrar.
Y así como
llegó, el Papa se fue. Hizo un recorrido por toda la Avenida Central a bordo del
Papamóvil que iba a 70 kilómetros de velocidad, por lo que muchos no alcanzaron
siquiera a tomarle la clásica foto del recuerdo.
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