Con el Partido Republicano en una espiral aparentemente imparable a la derecha, conforme Ted Cruz y Donald Trump dominan su contienda, el ascenso aparentemente inesperado de un precandidato orgullosamente de izquierda como Sanders podría parecer inconsistente con toda tendencia en la política estadounidense reciente. Al principio de la contienda, él era desconocido para muchos votantes fuera de su estado de Vermont. También es el único socialista autoproclamado en el Senado de EE UU, una etiqueta que muchos otrora pensaron que lo haría del todo inelegible.
Pero el apoyo de Sanders al “socialismo democrático” no sólo ha sido sorprendentemente popular; está cambiando rápidamente la manera en que EE UU percibe el socialismo y lo que representa.
Una fortaleza importante de la campaña de Sanders es un argumento económico contra la desigualdad de ingresos. Este mensaje es el centro de lo que describe como socialismo democrático, pero la “revolución” que él promueve no es una incautación marxista de los medios de producción. Es una revuelta política democrática.
Pero esto difícilmente es algo nuevo para los estándares de la política estadounidense, incluso a nivel presidencial.
El lugar correcto en el momento correcto
Sanders se ha ubicado explícitamente en la tradición del icono liberal Franklin Delano Roosevelt. La comparación es apropiada en verdad: el liberalismo de FDR no solo fue “socialista” según los estándares de la política estadounidense realineada, dando los cimientos para el liberalismo moderno y el contrapunto al conservadurismo moderno. Sus opositores conservadores en los años entre guerras lo tacharon de “socialista” por sus iniciativas audaces para combatir la Gran Depresión y revivir al país después de un colapso económico.
La afinidad entre Sanders y Roosevelt incluso se extiende a políticas específicas. Sanders cita con regularidad la Ley Glass-Steagall y la Seguridad Social, dos de las iniciativas mejor conocidas del 32º presidente de EE UU, y Sanders frecuentemente hace referencia a ambas durante los debates, las reuniones de ayuntamiento y sus discursos de cajón.
Al vincularse con FDR, Sanders está apostando a que el público estadounidense acepte sus propuestas no como algo radical. De hecho, las soluciones de un gobierno grande que él ofrece a los votantes son populares entre el público estadounidense, como lo es su tipo de socialismo en general. Y aun así esto es en gran medida ignorado por sus oponentes en ambos bandos. Programas como la Seguridad Social y Medicare han sido descritos como “socialistas” por algunos, pero ambos son “muy importantes” para muchos estadounidenses de todo el espectro político.
Todo esto es un testimonio del hecho de que el socialismo tiene raíces profundas en EE UU y que los ideales ampliamente socialistas han demostrado su atractivo muchas veces.
Ya antes los socialistas estadounidenses han sido elegidos y se han vuelto figuras nacionales notables. Solo mire a Milwaukee, Wisconsin, a principios del siglo XX, donde se eligió al primer alcalde “socialista de alcantarilla” en EE UU, Emil Seidel, en 1910. Seidel también fue el compañero de plantilla de Eugene Debs por el Partido Socialista en la elección presidencial de EE UU en 1912.
Pero no necesitamos mirar un siglo atrás para ver al socialismo estadounidense en todo su esplendor, siempre y cuando miremos en el lugar correcto. Podríamos señalar a los militares de EE UU, un programa enorme propiedad del gobierno que da a sus trabajadores beneficios de educación superior, vivienda y cuidado de la salud especializado y dedicado.
Así que varias ideas centrales del socialismo viven en las instituciones más visibles de EE UU. Y aun así el Partido Demócrata ha apoyado principalmente candidatos económicamente moderados en las últimas cuatro décadas. Mientras tanto, Sanders ha expresado con claridad esta visión del mundo, primero como alcalde de Burlington, Vermont, luego en la Cámara de Representantes y ahora el Senado.
Entonces, ¿por qué él y su tipo de socialismo declarado y orgulloso de repente parece tan viable? Su oleada de apoyo entre los votantes jóvenes tal vez muestra que más de ellos ven el socialismo favorablemente de quienes lo ven desfavorablemente. Pero su éxito también refleja algo más profundo.
Una proporción sustancial de los votantes de todo el espectro político, y no solo los jóvenes, cree que el statu quo no está trabajando para ellos y que el gobierno necesita hacer más para remediar esto, incluido el redistribuir la riqueza a través de los impuestos.
EE UU está preparado para hallar atractivo el llamado de Sanders a la “revolución política”. Su argumento económico ofrece una oportunidad de cambio real, no sólo esperanza. Su llamado a una acción audaz para hacer que el gobierno trabaje para la clase media, en vez de en su contra, atrae a muchos estadounidenses en aprietos, y aun cuando su tipo de socialismo en verdad lo marca como un “FDR liberal”, esa no es la etiqueta de advertencia que pudo haber sido antes de la crisis financiera de 2008.
Queda por ver si él conseguirá el apoyo suficiente para superar a Hillary Clinton, luego al candidato presidencial conservador de los republicanos. Pero gane o pierda, es claro que su campaña ha captado la imaginación de un electorado estadounidense que todavía sueña con una sociedad más equitativa.
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Este artículo apareció primero en The Conversation.