Como muchos residentes de Nuevo
Hampshire —y familias de todo el país— Ted Cruz tiene una experiencia personal
con las adicciones. Como lo contó durante su campaña la semana pasada y en el
debate la noche del sábado en Manchester, el senador por Texas perdió a su
media hermana por una sobredosis de drogas. “Este es un problema que, para mí,
entiendo de primera mano”, dijo Cruz a los espectadores del debate.
Él y sus compañeros
precandidatos presidenciales discuten las adicciones con regularidad por estos
días, en especial la adicción a los opiáceos. Los Centros de Control y
Prevención de Enfermedades (CDC) de EE UU ahora la consideran una epidemia, el
resultado de un incremento considerable en las prescripciones de analgésicos
opiáceos en la década de 1990 que llevó a un aumento nacional en el uso de
heroína. Las drogas están basadas en el mismo ingrediente: el opio. El problema
es en especial intenso en Nuevo Hampshire, donde los votantes fueron a las
urnas el martes en la primera elección primaria de la nación. Según los CDC, el
llamado “Estado de Granito” tuvo el tercer índice más alto de muertes por
sobredosis de cualquier estado en 2014. Republicanos y demócratas por igual
están ansiosos por demostrar a los votantes que les importa. Pero a pesar de
toda su empatía, los precandidatos de 2016 han ofrecido pocas soluciones
sustanciales.
En su mayoría, los aspirantes a
presidentes enfatizan la necesidad de respuestas estatales y locales, en
oposición a las federales. De los 11 precandidatos, solo dos —la exsecretaria
de estado Hillary Clinton y el exgobernador de Florida Jeb Bush— dedican una
sección del sitio en la red de su campaña a la adicción a las drogas. Clinton y
Bush también presentaron las propuestas más detalladas, y ambos tienen
familiares que combatieron públicamente una adicción a las drogas. Pero incluso
ellos no abordan el papel central del gobierno federal en la regulación de
medicamentos controlados, que es el meollo de evitar y tratar la adicción a los
opiáceos.
Los expertos médicos concuerdan
en que el principal motor de la epidemia es la prescripción desmedida de
analgésicos opiáceos como OxyContin y la hidrocodona. “Los médicos han prescrito
analgésicos en exceso a partir de la década de 1990”, dice el Dr. Andrew
Kolodny, director ejecutivo del grupo defensor sin fines de lucro Médicos por
la Prescripción Responsable de Opiáceos. “Ello llevó a aumentos paralelos en la
adicción y las muertes por sobredosis”. La información compilada por los CDC
muestra que el aumento en las prescripciones, el abuso de opiáceos y la
asistencia a sobredosis van de la mano. ¿Cuán comunes son los opiáceos
prescritos? Si usted vio el Súper Tazón el domingo, tal vez captó un anuncio de
un medicamento para tratar el estreñimiento inducido por opiáceos, quién lo
diría. Ese tipo de compra onerosa de anuncios —alcanzando un público superior a
los 100 millones de espectadores— sólo tiene sentido financiero si el uso de opiáceos
está extendido.
“Ahora tratamos de dar marcha
atrás a este daño médicamente inducido por un exceso de prescripciones”, dice
Brendan Saloner, profesor adjunto de la Escuela Bloomberg de Salud Pública de
Johns Hopkins y quien ha investigado la adicción y el tratamiento a los
opiáceos.
Kolodny culpa del aumento
súbito en la prescripción de opiáceos a “una campaña brillante de mercadeo” en
la década de 1990 por parte de la industria farmacéutica para convencer a los
médicos que los opiáceos deberían usarse no solo para el dolor al final de la
vida sino también para el dolor crónico. Si la Administración de Alimentos y
Medicamentos (FDA) hubiera hecho su trabajo en la década de 1990, dice él, no
hubiera permitido tal mercadeo en absoluto. “Incluso a principios de la década
de 2000, cuando era muy claro que la prescripción ahora estaba despegando a un
nivel mucho más grande de lo necesario clínicamente”, la FDA les “facilitó a
otras compañías de medicamentos” el conseguir que sus propios opiáceos fueran aprobados
para el mercado, dice él.
Sin embargo, los precandidatos
presidenciales rara vez mencionan la prescripción desmedida cuando hablan del
flagelo de la adicción a las drogas. Bush ni siquiera lo aborda en su
propuesta. El plan de Clinton sólo dice que exigirá a los médicos “cumplir los
requisitos de una cantidad mínima de instrucción, y consultar un programa de
monitoreo de medicamentos controlados antes de escribir una receta para
medicamentos controlados”.
El único precandidato que
señaló el papel de la industria farmacéutica es Bernie Sanders, senador por
Vermont, quien abordó el asunto en el debate demócrata en Nuevo Hampshire la
semana pasada. “Pienso que debemos hablar con la industria farmacéutica sobre
lo que están produciendo, los médicos que lo están recetando, y luego tenemos
que poner el tratamiento a disposición de la gente cuando lo necesite”, dijo
Sanders. Ninguno de los precandidatos ha siquiera mencionado a la FDA.
Cuando ellos llegan a hablar de
la prevención, tiende a desviarse hacia las drogas ilegales, la heroína que
cruza la frontera desde México. ¿La única política federal que Cruz ha ofrecido
para contrarrestar la epidemia de opiáceos? “Como presidente, reforzaré la
frontera”, proclamó él durante el debate en Manchester, y “acabaremos con este
aluvión de drogas que fluye por nuestra frontera sur y que está matando
estadounidenses por todo el país”. Sin embargo, en el Sondeo Nacional de Uso de
Drogas y Salud 2013 del gobierno federal, 4 de cada 5 consumidores actuales de
heroína reportó que su uso de opiáceos comenzó con analgésicos prescritos. Ello
sugiere que la prevención necesita empezar con las prescripciones, no con los
cárteles de drogas.
Pero la mayoría del enfoque en
la campaña de 2016 y en Washington ha sido tratar a los adictos existentes, en
oposición a prevenir nuevos. Aquí, el papel federal ha sido en gran medida dar
subvenciones en bloque a los estados para ayudarles a financiar sus programas.
El Presidente Barack Obama reveló la semana pasada una iniciativa de $1000
millones de dólares para aumentar el financiamiento del tratamiento,
principalmente para ampliar el acceso a un tratamiento asistido con
medicamentos para trastornos por uso de opiáceos, así como medicamentos que
puedan evitar sobredosis. Un grupo bipartidista de legisladores también ha
propuesto una legislación enfocada en autorizar subvenciones para ampliar los
programas locales de tratamiento y recuperación y proyectos para deshacerse del
exceso de analgésicos. La única alusión al problema de la prescripción
desmedida: crearé un cuerpo especial para que examine las mejores prácticas de
manejo del dolor y la prescripción de opiáceos.
Marco Rubio, republicano de
Florida, acaba de firmar el lunes para proponer en conjunto la legislación, en
la víspera de la elección primaria de Nuevo Hampshire. “Este proyecto de ley
mejorará las opciones de tratamiento, aumentará las acciones de prevención y
ayudará a las autoridades a combatir el abuso de drogas”, dijo él en una
declaración. Los otros dos senadores de 2016, Sanders y Cruz, todavía no
incluyen sus nombres.
Sin embargo, Sanders propuso en
conjunto un proyecto de ley diferente que retiraría los topes actuales a la
cantidad de pacientes que los médicos tienen permitido tratar con drogas
especiales de desintoxicación. Estos topes, dice Saloner, han contribuido a la
escasez de espacios de tratamiento.
Como está ahora, la Ley de
Sustancias Controladas restringe a los médicos “a un máximo de 100 pacientes a
los que pueden proveer buprenorfina” —uno de los dos fármacos usados para
manejar las ansias de opiáceos— dice Saloner. Hay una ironía, señala él, en el
hecho de que a los médicos se les obligue a conseguir un permiso especial de la
Administración para el Control de Drogas (DEA) para recetar dichos medicamentos,
pero “no necesitas ningún permiso especial para recetar opiáceos”. El gobierno
federal y el Congreso, en particular, tienen el poder de cambiar eso. Los
precandidatos presidenciales han guardado silencio sobre esa cuestión.
La cobertura de los seguros es
otro problema. “Perdemos más gente por las aseguradoras que no cubren la
desintoxicación de opiáceos”, dice Melissa Crews, presidenta de la junta de
Esperanza por la Recuperación de Nuevo Hampshire, un centro de recuperación y
apoyo entre iguales con oficinas en Manchester.
Crews y otros expertos dicen
que se necesitan las subvenciones y los financiamientos en que se han enfocado
la casa Blanca y otros formuladores de políticas. Aun cuando los estados y las
comunidades locales empiezan a redoblar sus respuestas, los recursos
disponibles no son comparables con la necesidad, dicen ellos. Saloner
coescribió un ensayo publicado el año pasado el cual halló que 80 por ciento de
la gente que abusa de los opiáceos no recibió algún tratamiento entre 2004 y
2013. En el Estado de Granito, Esperanza por Nuevo Hampshire fue el primer
centro de recuperación que abrió, apenas este julio.
El centro ha recibido a cuatro
precandidatos presidenciales en meses recientes: Bush, Sanders, Chris Christie,
gobernador de Nueva Jersey, y Carly Fiorina, exdirectora ejecutiva de
Hewlett-Packard, quien acaba de realizar un evento allí el fin de semana. Bush,
Christie y Fiorina han hablado en términos personales sobre las luchas de sus
seres queridos con el abuso de drogas. Crews hace eco de muchos precandidatos
cuando enfatiza la necesidad de soluciones flexibles y locales. Pero ella
también ve un papel del gobierno federal. “Me encantaría ver más directrices de
servicios de apoyo y recuperación”, además de tratamiento clínico, dice ella.
E incluso si los precandidatos
de 2016 no han ofrecido soluciones claras a la crisis, las personas como Crews
y Saloner están complacidas de que se hable de la adicción a los opiáceos con
compasión. Hay “un deseo de hablar de ello de una manera que no estigmatice o
criminalice, lo cual es muy importante”, dice Saloner. Ese es un cambio, señala
él, en relación con hace una década, cuando la noticia de que la hija de Bush
tenía un problema de drogas se consideró un escándalo. Crews está de acuerdo.
Ella ha aplaudido el hecho de que la gente afectada por la adicción haya
hablado en los ayuntamientos de Nuevo Hampshire conforme se acerca la elección.
“Ellos dicen: ‘Ya no me avergüenza hablar de esto’.”
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Publicado en cooperación con Newsweek // Published in cooperation with Newsweek