Marcelo Ebrard: el náufrago quiere ser presidente

Marcelo Ebrard estira el brazo, da un apretón de manos, dice “hola” y mira el reloj por primera vez. Mirará el reloj otras cinco veces en la hora que durarán la entrevista y la sesión fotográfica. Sin amagar la más mínima sonrisa, tenso, con el ceño fruncido, observa el amplísimo y precioso penthouse de Polanco donde vive Susana, su asistente —hoy el exjefe de gobierno capitalino usa ese lugar como su oficina—, y pregunta: “¿Dónde la hacemos?” No da opción a responder.

Aunque sobran amplios espacios luminosos donde van y vienen unas cinco personas —todas mujeres— que trabajan para el político de impecable traje azul, ordena de inmediato “de una vez aquí”, señalando un rincón oscuro. Camina hasta una larga mesa, se sienta antes que nadie, e interroga: “¿Es muy larga tu entrevista?”. Al ver dos hojas repletas de preguntas tuerce la boca como diciendo, “¡uy, no!”. Lo siguiente es mirar su reloj por segunda vez y soltar un “arranquémonos”. Quiere acelerar el trámite.

Si es un político pragmático —como gobernante, a su personal le pedía tarjetitas sobre lo que querían tratar con él—,ahora está inquieto, acelerado. En siete ocasiones no permitirá que concluya la pregunta que le formulo, que interrumpirá —como si adivinara las palabras futuras— con su respuesta apresurada.

Marcelo es el perturbado sobreviviente de una tempestad que no cesa: no encuentra tierra firme desde hace un año, cuando la Línea 12 del Metro, la monumental y costosísima obra de transporte público que encabezó, debió cerrar indefinidamente por fallas técnicas. A las acusaciones de corrupción y mal uso de recursos siguió un áspero enfrentamiento con el hombre que fue su protegido, el hoy jefe de Gobierno, Miguel Ángel Mancera, y luego vino una rudísima relación con los líderes de PRD, el partido que “tomó la decisión de sacarme”. Siguió una lucha con el presidente Enrique Peña y entonces le cayeron encima acusaciones mediáticas que han herido su imagen pública, pulcra hasta hace poco. El diario francés Le Monde denunció que Eugenio Ebrard, su hermano, poseía cuentas bancarias en Suiza que se hincharon mientras su pariente gobernaba el DF. Reforma publicó que su muñeca la circunda un reloj Rolex de 215 000 pesos. El Universal divulgó que durante dos años, como funcionario, usó un jet privado para hacer viajes al extranjero que costaron 235 000 dólares.

Todo, dice, son ataques de Los Pinos. A su áspera realidad, no obstante, no la ve como su ocaso: “No es una derrota: una derrota es callarte o decir algo contra lo que crees”.

Cuando le pregunto quiénes son sus amigos en la política le cuesta contestar.

Aunque solo, Ebrard sobrevive. El partido Movimiento Ciudadano (MC) le otorgó una candidatura por una diputación plurinominal, cargo desde el que promete ser un personaje “incómodo” para el sistema. Y, pese a que encarna a un náufrago, sabe cómo quiere verse en un tiempo: acepta que aún aspira a ser presidente.

Ya dio el primer paso: “Me querían eliminar políticamente y eso ya no lo pueden hacer”.

—Hace tres años estaba en precampaña para presidente; hoy aspira a ser diputado plurinominal por MC. ¿Cómo vive esta caída dramática, esta involución?

—No es involución. Tenemos que luchar por lo que creemos. Podría estar ahorita en el PRD aplaudiendo el Pacto (por México) y diciendo: “Está bien todo lo que hacen”. Destruye o arruina no defender aquello en lo que piensas. Y ahora tengo que enfrentar a Peña, a su gobierno y sus aliados: el PRD. Se están haciendo muy mal las cosas, el país hace mucho no estaba tan mal como hoy.

—¿Durante los años recientes ha reconocido “esto sí lo hice mal”?

—No es fruto de un error (su salida del PRD), es una opción estratégica. El PRD no debería hacer lo que está haciendo, lo verás en la elección. Y Peña es un desastre.

—Dijo “opción estratégica”. ¿Calculó que su carrera tomaría este rumbo?

—Y que podía tener costos, y que estaría dispuesto a pagarlos. Si no, no hagas política. Hay dos tipos de político: el político-globo que tiene aletas de pececito y que va siguiendo la corriente (hace un silbidito). De esos hay muchísimos y sobran. El otro tipo es quien tiene idea de lo que sucede y está dispuesto a defenderse.

—Ha dicho que el detonante de su ruptura con Mancera fue el Pacto por México. ¿En serio a Mancera le molestó tanto que usted no se plegara a…?

—Habría que preguntarle a él. Lo veo muy pegado a (el presidente Enrique) Peña.

—¿A usted no le ha hecho falta malicia política?

—No. No lo creo.

—Columnistas, art… (interrumpe y alza los ojos).

—Mmm…

—Artículos periodísticos, políticos del PRD, PRI y del gobierno del D. F. lo señalan como el gran derrotado de la política mexicana. ¿No lo vive con angustia…?

—Si fuera el gran derrotado no tendría hoy 32 columnas (que hablan sobre él).

—Está en un partido chiquito (y como legislador), tendrá respaldo de pocos colegas, ¿siente que…?

—En Jalisco, cuando el PRD hizo otra de sus “trastaditas”, Enrique Alfaro dijo: “Me voy del PRD”, y se fue como candidato independiente. Hoy va ganando en todas las encuestas (para alcalde de Guadalajara). Cuidado con eso de “eres chiquito”, “eres grandote”. Quién sabe.

—Su partido recibirá pocos votos. ¿Su proceder como legislador no debe ser estruendoso para lograr un lugar protagónico? Lo tendrán arrinconado.

—Veremos cuántos votos sacamos y cómo queda la correlación de fuerzas. El PRI piensa: PRI más (Partido) Verde más Panal (Nueva Alianza) es igual a mayoría absoluta. ¿Será suficiente? Vamos a ver si la gente está tan conforme con que el PRI nos siga gobernando.

—¿Si pudiera echar el tiempo atrás que cambiaría respecto a…

—No se puede…

—…la Línea 12 del Metro.

—No se puede cambiar el tiempo.

—Pero un político puede revisar qué sí hizo y qué no. ¿Qué debió hacer para que (el conflicto de la Línea 12) no sucediera y su carrera evolucionara?

—No se puede regresar el tiempo.

INCOMPRENSIBLE

Para el candidato, los problemas técnicos de la Línea 12 son menores. “Primero, el GDF dijo que estaba mal todo. Luego dijeron que estaba mal el trazo. Luego que estaban mal los materiales. Después de un año del cierre, la empresa que contratan para analizar qué está mal, dice: la obra civil no es el problema, sino el tren. Por contrato, el proveedor del tren es responsable de su diseño, fabricación, mantenimiento y operación. Basta pedirle a esa compañía modificar el tren para que lo haga. ¿Por qué se tardan un año? Es incomprensible. Lo que va quedando más claro es que todo lo que (el GDF) está haciendo hoy —cambiar las ruedas del tren, la suspensión, parte de las vías y el balastro— pudieron hacerlo hace un año.”

Sus enormes manos blancas y huesudas no lo dejan en paz. Las alza, baja, contrae, extiende, pero sobre todo, las estruja. Si una pregunta lo tensa, Marcelo une las manos y se las aprieta. Y entonces recorre con el tacto un dedo y luego otro, hasta llegar a la punta. A mordidas, o acaso con la fuerza de sus propios dedos, se ha ido arrancando todas las uñas hasta dejarlas milimétricas y dejar expuesta —sin excepción: del anular al meñique— la carne viva, el llamado lecho ungueal.

Tensión no falta. El Congreso creó una comisión especial para investigar la Línea 12. Aunque en su primer informe pidió a la Procuraduría General de la República hacerse cargo del caso, y apuntó a Ebrard como probable responsable del supuesto desastre técnico y financiero, en el último informe, presentado hace dos semanas, el nombre del exjefe de gobierno fue extrañamente suprimido.

—En el último informe de la Comisión de Investigación de la Línea 12 mágicamente desapareció el nombre “Ebrard”. ¿Qué pasó entre el primero y segundo informes para que el PRD mande el mensaje: Ebrard no tiene nada que ver con las fallas de la línea?

—¿Por que crees? No fue magia. Las evidencias iban en contra de lo que ellos señalaban (que Ebrard podía haber incurrido en corrupción). Habían hecho (en el primer informe) un documento político. Dieron marcha atrás porque si hay un proceso jurídico lo van a perder: no tienen cómo sustentar lo que señalan.

—¿Entonces se retractaron por honestos o porque usted ya es un jugador político y dicen: “Basta de pelearnos con Ebrard porque eso es seguirle dando protagonismo”?

—Mmm. No sé si haya un cálculo político, pero ¿qué pasaría si pierden un juicio que demuestra el uso que hicieron de esto? El costo (de seguir atacándolo) sería mayor.

—¿Nunca durante la construcción un asesor técnico o un documento le reveló que la Línea 12 tenía fallas?

—¿Tú crees que no lo han buscado (ese documento)? Llevan un año buscándolo, medio gobierno está buscando eso. Si hubiera un documento donde el Proyecto Metro dijera: “Esta obra tiene este problema”, ya lo habrían sacado. No existió.

—¿Cómo ha estado en el plano personal todo este tiempo. ¿Hay dolor, angustia?

—Hay persistencia y perseverancia. México es así.

—¿Al despertar cuáles son sus prioridades?

—Primero, mis hijos. Tengo dos bebés en la casa, tengo que verlos. Luego veo qué dicen los medios y las redes, son dos agendas distintas: los medios hablan por la elite, las redes por la gente. Y, desde luego, trabajo todos los días por lo que pienso que debe ser. Nuestro país va muy mal, hay decisiones que se han tomado que vienen del mismo pensamiento que anima todo desde hace veinticinco, treinta años. No da resultados y siguen (da un golpe en la mesa) en la misma (da otro golpe) necedad (da un golpe final). No se dan cuenta de que no está funcionando.

—¿Cómo es pasar de dar biberones o cambiar pañales, de ese mundo de ingenuidad, al otro mundo: el pragmático, oscuro, de maldad?

—La política no necesariamente es maldad. Pero tienes que tener previsión, cálculo, saber que no todo el mundo actúa de buena fe.

—Es inimaginable pensarlo como papá. ¿Cómo es con sus bebés?

—Están aprendiendo a caminar. Imagínate.

—¿Es un papá tierno?

—Sí, muy.

—¿En estos años duros ha llorado?

—No; he sido la disidencia interna del PRD y por eso ha habido tanta agresión. Lo que critico es: ¿por qué el partido que fue segundo lugar en las elecciones, y que puede ofrecer una alternativa, apoya indiscriminadamente un gobierno con ideología contraria? Es incomprensible.

—¿Si el PRD le daba la pluri hubiera renunciado?

—(Infla sonoramente sus pulmones) Si me decían “no hay consenso de que seas diputado” era muy distinto a que me dijeran: “Un señor (Mancera) que no milita en este partido dice que tú no”. ¿Por qué lo iba a aceptar? De hecho, el partido tomó la decisión de sacarme. Faltó poquito para que fuera expulsión.

—¿Cuáles son sus grandes amigos políticos?

—Mmm (un silencio de tres segundos). No me la pongas tan difícil —sonríe-. ¿Grandes amigos?

—Sí.

—Amigos políticos, gente con la que tengo amistad, Cuauhtémoc Cárdenas, Andrés Manuel y Manuel Camacho.

MC, el partido que lanzó a Marcelo, incluyó en sus listas de candidatos plurinominales a Rafael Ochoa, el hombre más cercano a Elba Esther Gordillo cuando la hoy presa dirigía el SNTE. Un personaje-símbolo de lo más rancio del sistema ya trabaja en el mismo proyecto que Marcelo, que se dice inmune.

—¿Le duele (que un personaje así haya sido elegido por MC)?

—(Si uno se cuestiona demasiado) no te va a gustar ningún partido. Es muy difícil ser candidato independiente y organizar una fuerza política. Las condiciones fueron: voy a participar con el partido que me candidateó en 2006, y que en 2009 y 2012 respaldó la coalición de izquierdas. En ese trayecto vi generosidad y lealtad. Si hubiera quejas no los habría buscado. ¿Quieres algo perfecto? Sé tú solo candidato independiente.

—¿Usted no le dijo a Dante (Delgado, líder de MC), “¿Oye, cómo me pones a Rafael Ochoa?”

—No tengo por qué decirle nada. Ellos tienen su selección de candidatos y ni siquiera soy miembro del partido.

—En octubre de 2013 dijo a la revista Gatopardo que solía verse con Mancera y que había que respaldarlo. En 2014 rompen. ¿Pasó algo en ese tiempo que la gente desconoce?

—No que yo identifique. Mancera es un caso de análisis. No sé qué está haciendo, no lo entiendo políticamente.

—¿Cuando fue la ultima vez que se vieron?

—Hace un año. Me preocupaba la Línea 12 porque todo el mundo me decía: “Esa línea está abandonada, puede pasar algo”. Me dije: “Tengo que buscarlo y decírselo porque no sé si lo sepa”. Y segundo, porque me habían dicho que él no quería que yo fuera candidato a la presidencia del partido. De lo primero me dijo: “Los técnicos de (la compañía de trenes francesa) Alstom van a hacer una serie de trabajos”. Y de lo segundo me dijo: “No tengo inconveniente”.

—En las elecciones presidenciales pasadas estaba claro que si Marcelo no contendía, sí lo haría en 2018. ¿Todavía aspira?

—Las aspiraciones nunca cambian.

—Hoy sí es impensable una izquierda unida, que la izquierda gane las próximas elecciones es una utopía.

—No lo creo. La izquierda es la segunda fuerza nacional y se divide en dos grandes propuestas. Una, asociarse al PRI, jugar un rol secundario de legitimación del régimen y no disputar la presidencia: (la izquierda) de (Jesús) Zambrano, (Carlos) Navarrete y el PRD. Otra idea distinta es: hay que disputar la presidencia. En junio veremos cuál de las dos tiene más peso y en función de eso se hará un pivote de la izquierda en un sentido u otro. No es una utopía (una presidencia de izquierda), la inconformidad del país crece.

—¿Le sirvió de algo declinar a favor de Andrés Manuel?

—No decliné; acepté la encuesta en que me ganaba por cuatro puntos. Sirvió mucho respetar la regla, por supuesto: provocó que la izquierda fuera unida y tuviera un buen resultado.

El PRD le negó la candidatura a una diputación plurinominal. El argumento, según el líder nacional del PRD, fue que Ebrard era poco redituable. “No tuvo los votos suficientes en el Consejo perredista”, argumentó Navarrete. Para Marcelo, eso es una mentira: “¿Cual es la gota que derramo el vaso? —explica—. Cuando (Navarrete y su grupo) dijeron en la Reunión del Comité Ejecutivo Nacional, ante veintitantos integrantes del partido, ‘si quieres ser candidato, háblale al jefe de gobierno’. El PRD se fundó después de la elección de 1988 porque Cuauhtémoc Cárdenas no quiso hablar con Miguel de la Madrid. En el momento en que tu partido te veta ya no tiene sentido seguir”. Al día siguiente de la renuncia, López Obrador dijo que Marcelo tenía “las puertas abiertas” del Movimiento Regeneración Nacional (Morena). ¿Retórica?

—Morena es un partido unipersonal —le digo—. Tenerlo a usted hubiera sido para Andrés Manuel un contrapeso tremendo. ¿No le permitió que usted compitiera (por Morena) porque era tener un monstruo al lado?

—No. No busqué a Martí Batres ni a Andrés Manuel (presidente y líder de Morena) para que me hicieran candidato. Busqué a MC porque en el último año y medio, en este camino de resistencia, han estado muy cerca, han sido muy leales, generosos. La relación ha ido mejorando mucho. Cuando se da el veto de Mancera en mi contra, Morena ya estaba terminando (su elección de candidatos). MC me hizo un planteamiento interesante: aceptamos que seas candidato ciudadano sin ser miembro del partido y que mantengas tus causas.

En su columna Política Zoomdel 5 de febrero, Ricardo Raphael narró lo siguiente: “No fui yo, fue Marcelo. Así cuentan que acusó Miguel Ángel Mancera cuando en Los Pinos le preguntaron quién había filtrado a la prensa (Carmen Aristegui) los datos sobre la ‘casa blanca’ (…) en ese momento comenzó a fabricarse una venganza con olor a linchamiento. Desde una oficina próxima al presidente se instruyó para que las investigaciones sobre la Línea 12 del Metro tuvieran consecuencias penales y sus llamas alcanzaran el más alto nivel en el anterior gobierno de la ciudad”.

—Si lo que dijo Mancera fue mentira —le pregunto—, usted está ante una canallada.

—Ricardo Raphael es un periodista bastante serio —señala—, un tipo que normalmente escribe cosas muy sensatas. No creo que sea una volada, debe tener bases. Antes hubo una oleada de columnas diciendo que yo había sido responsable (de la nota de Aristegui). La verdad es que no tengo nada que ver. Es una investigación periodística, información pública (lo que Mancera en apariencia dijo) podría explicar el encono notable (contra él) en estas últimas semanas, las ganas de destruir. Si Mancera hizo eso estaríamos ante un problema muy serio de credibilidad de una persona.

—¿No nace en usted un deseo de venganza?

—Más que de venganza, tienes que preparar la defensa. Aclaras las cosas y das la batalla. Si eso ocurrió, hubo no solo una falta de honorabilidad absoluta, sino una coordinación absoluta con Los Pinos. Entonces ya el sujeto político es Peña.

—Andrés Manuel dijo hace unos días: “Ebrard es una buena persona”. ¿Usted no se excedió de buena persona dentro del tono que tiene la política mexicana?

—He tratado de actuar de buena fe —pero no soy ingenuo—, y de cumplir los compromisos y la palabra. La política debe tener un núcleo ético; no puedes hacer política sin eso porque vas al despeñadero.

—¿Cómo se puede eliminar el narco?

—¡Híjole! Deberíamos alinear, combinar o coordinar nuestras políticas con lo que Estados Unidos está haciendo: su enfoque es ya no controlar la oferta por la fuerza, sino regular la demanda. Diecinueve de sus entidades están legalizando la mariguana. Eso es un cambio total de paradigma, relevante porque son el principal mercado mundial. México debería alinear sus medidas a esa realidad. ¿Qué estamos haciendo? Lo contrario. México está en el discurso (War on Drugs) de Nixon (presidente de Estados Unidos entre 1969 y 1974), cuando Obama está en el punto opuesto. Deberíamos poner (en esa línea) nuestra política pública lo más pronto posible, no tiene sentido lo que estamos haciendo y los resultados son cada vez peores.

—¿Le sirve a alguien seguir con esta política?

—Es inercial. (El gobierno) piensa que si hace algo distinto —bueno, ¡no sé si tengan una idea distinta, probablemente no!—, Estados Unidos no lo va a permitir. Para afuera, Estados Unidos es prohibicionista, y hacia adentro, lo opuesto. (El gobierno) hace un calculo de política pública equivocado. Solo que no se da cuenta.

—¿Su multipresencia en los medios en estos días es el nacimiento de la plataforma Marcelo Ebrard presidente 2018?

—Es defenderme de la embestida de la mayoría del PRI en la Cámara y del solícito Gobierno del DF.

TU PREGUNTA ES RIDÍCULA

Marcelo ha vivido momentos políticamente aciagos: el linchamiento de Tláhuac (2004) en el que murieron quemados dos agentes federales y la tragedia de 2008 en la disco News Divine, donde en un operativo policial de la Secretaría de Seguridad Pública (SSP) del D. F. fallecieron doce personas. Hoy se suma la Línea 12, parcialmente cerrada pese a que la inversión ya suma 47 906 millones de pesos.

—De las dos primeras salió bien librado pese a lo dramático de los sucesos. ¿Cuál es el abecé de su manual de crisis?

—Uno, di siempre la verdad; si dices mentiras estás perdido. Y dos, actúa en función del interés general.

Pese a ser un político con pasado académico, con una imagen distante del abuso de poder, la corrupción y el saqueo de la clase política mexicana, recibió hace cerca de una semana un dardo venenoso. El Universal presentó una nota en la que Ebrard aparecía como un político más: del brutal dispendio de nuestros representantes, según el reportero Joel Ruiz, tampoco se salvaba. “En dos años, que incluyen la última parte de su sexenio como jefe de Gobierno, Marcelo Ebrard Casaubón realizó 11 viajes con su esposa, Rosalinda Bueso, en aviones privados de lujo a destinos nacionales e internacionales, cuyo monto ascienden a más de 235 000 dólares”, informó el primer párrafo de esa noticia.

—(El expresidente uruguayo José) Mujica ha puesto de moda la política de austeridad. El hombre se transporta y vive con lo mínimo, y la gente está fascinada. Sorprende lo de los aviones. Usted dice: los traslados fueron en un jetprivado no pagados con dinero del erario, ¿no…?

—Y están equivocados con algunos datos. Dicen que fui a Las Vegas y nunca he ido.

—Sí, ¿pero no le vendría bien, pensando que muchos de esos vuelos en jet privado sí se hicieron, vivir como vivimos todos?

—Vivo como viven todos.

—No viajamos en jet privado.

—Ehhh, viajar en jet privado a veces se justifica: si tienes que estar en varios lugares el mismo día. Si (los viajes) no los paga el gobierno, si no le cuestan al contribuyente, si no es a cambio de alguna dádiva o concesión, es correcto.

—Se dice que costaron 235 000 dólares, incluso con un sueldo alto…

—Te insisto: la persona que me acompañó a Puerto Rico se hizo cargo del avión. Es complicado llegar a Puerto Rico, regresar a México. Lo invité y me dijo: “Yo pongo el avión”. Yo no los he pagado (los vuelos), sería mucho (dinero).

—¿Quién es esa persona?

—No te puedo decir el nombre, lo voy a meter en un problema y no es justo.

—¿Es un amigo?

—Un amigo que invité para que me acompañara al viaje y me dijo: “Yo pongo”, y (mi respuesta) fue: “Sale”.

—¿No vendría bien ante la opinión pública decir: “Esos viajes me los pagó Juan, para evitar esas cositas que lo van manchando?”

—Vendría bien que quienes promovieron esto (El Universal) aclaren que no estuve en Las Vegas y, desde luego, si los pagos los tengo que aclarar con mucho gusto les pido que lo hagan (sic).

—¿En el pago de los aviones no tuvo que ver el dinero en (HSBC de) Suiza de su hermano Eugenio, una persona que podría apoyarlo por un lazo familiar?

—Eso que me estás preguntando es ridículo. No es mucho dinero (Eugenio Ebrard reconoce haber tenido hasta 853 000 dólares), son años de ahorro y ya lo aclaró en una carta. Dijo que son 800 000 dólares.

—Estamos en un momento inédito de la clase política: la mayoría de la población ve a los políticos con mucho desprecio. ¿Cuando platican entre ustedes no se avergüenzan de lo que su gremio representa para la sociedad?

—No me puedo avergonzar de lo que hacen otros. Yo, Marcelo Ebrard, no tengo de qué avergonzarme. Es como cuando se dice: “Los medios trabajan para el gobierno”. No es cierto, ¿de quién estamos hablando? Pero la clase política tendría que darse cuenta de que hay que hacer cambios muy importantes. Eso sí.

—¿Miguel Ángel Mancera fue su más grande error?

Marcelo saca su celular, y sin mirar a los ojos a quien le hizo la pregunta comienza a hablar. No distrae la vista de la pantallita luminosa.

—No puedes prever todo lo que una persona va a hacer —responde.

—¿La política es así?

-No tiene que ser así. La traición es una opción, pero la política no está basada en eso.

—Desde hace dos años todo es “péguele a Marcelo”.

—El PRI no simpatiza con mi presencia pública. Puedo ser incómodo en la Cámara de Diputados o donde sea.

Esta tarde, Marcelo sí está incómodo. Cuando la entrevista concluye y la fotógrafa le pide unos minutos para la sesión, no dice “sí”. Solo asiente bajando un centímetro la barbilla, resopla y se coloca sobre una silla. La joven le solicita que se ría ante la cámara, él hace una mueca de fastidio.

—¿Se puede recargar en la silla? —pide ella.

—Aquí no se puede —la frena, tajante, el político.

—Es que esa silla es muy incómoda —justifica Susana, asistente del candidato.

—Mucho muy—añade Ebrard.

La sesión continúa en silencio unos segundos. Ahora la fotógrafa le pide quitarse los lentes. “Con tu flash se van a poner negros.” Acepta lo que le piden, pero reclama alzando los hombros. Resopla otra vez y se hace un largo silencio. En el penthouse solo se escucha el obturador de la cámara.

De pronto, surge el estruendo de un golpe seco. En la sala del hogar de su asistente una joven del equipo de Newsweek en Español golpea accidentalmente un caballito de madera ornamental, que cae de lado. “Perdón”, dice ella. “¿No se rompió?”, vocifera Marcelo, sin que sus ojos fijos dejen de clavarse, serios, inconmovibles, sobre el lente.

Marcelo Ebrard mira otra vez su reloj. El hombre que quiere ser presidente tiene que emerger del infierno. Se levanta de la silla y se va: no hay tiempo que perder.