Como nunca antes en México, la violencia está provocando
enormes sufrimientos a la población. Por esa razón una gran cantidad de
personas de diversos círculos está tratando de entender qué pasa, cómo y por
qué se llegó a tal situación, y cómo se le puede enfrentar y resolver. El
gobierno mexicano, por ejemplo, ha echado a andar estrategias, Estados Unidos
ha dado directrices y los estudiosos e investigadores han aportado sus
recomendaciones. No obstante, a la fecha no se ha logrado siquiera disminuirla,
ya no se diga erradicarla.
Ante tal situación, la reconocida socióloga mexicana Sara
Sefchovich propone apostarle a las madres de familia para combatir la violencia
desde su propio núcleo.
“La solución a los problemas de la violencia y de la
delincuencia nunca puede ser total, no existe una sociedad en la historia en la
que no existan”, dice la investigadora a Newsweek en Español. “Pero
sí puede manejarse de una manera diferente, menos cruel, y esa solución yo la
encuentro solamente en la base social más elemental, que es la familia.”
De acuerdo con Sefchovich, quien recientemente publicó el
libro “¡Atrévete! Propuesta hereje contra la violencia en México”,
bajo el sello de Aguilar, la familia tiene la capacidad de frenar los tiempos
aciagos del México de hoy si echa mano de recursos como los lazos afectivos y
los límites morales.
“La violencia no puede pararse de arriba para abajo, se
tiene que parar de abajo para arriba. Al delincuente no le importa lo que los
demás opinen sobre él, no le importa lo que decimos tú, ni yo, ni los medios,
ni nadie, lo único que le importa es si su madre, su hermana, su hija, están de
acuerdo con lo que hace.”
La escritora considera que las madres, esposas, abuelas,
hermanas, novias o amigas de los hombres violentos poseen el poder de alzar la
voz: “Mujer, ¿has pensado en lo que significaría no callar, no fingir que
no sabes, no pretender que no es asunto tuyo? No lo defiendas. No lo solapes.
No lo escondas. No lo ayudes. No jures que es inocente. Atrévete a indignarte
por su comportamiento. Atrévete a obligarlo a cambiar”.
Manifiesta asimismo que hoy en día se han generado infinidad
de diagnósticos sobre la delincuencia, pero el problema radica en hallar los caminos
de salida y solución.
Por ejemplo —señala—, el Estado recurre a los enfrentamientos y
a tratar de resolver la situación de manera legal, ya sea reorganizando a la policía
o vigilando a la población, pero sus estrategias no han funcionado ni han
tenido resultados satisfactorios.
Y otras propuestas, como las de estudiosos y académicos, son
espléndidas, pero difíciles de ejecutar, pues es fácil apuntar que hay que
acabar con la corrupción y la impunidad, pero no se señala claramente cómo, por
lo que los resultados se verán solo a muy largo plazo.
“Por eso la solución hay que buscarla en un lugar mucho
más inmediato, en la célula básica de la sociedad: la familia. Yo tengo esperanzas,
por eso se me ocurrió escribir un libro que plantea una propuesta que da
esperanza, que es posible, que es inmediata, que no requiere de grandes
recursos ni organizaciones. Pero, al mismo tiempo que esperanza, también tengo
mucho miedo de que nos quedemos en este hoyo de violencia por mucho tiempo como
ha pasado en otros países, cuesta después veinte años regresar a lo que ya era
un camino que parecía que podía andarse bien.”
Finalmente, Sara Sefchovich estima que es hora de dar el
salto, pues así como hay madres de víctimas que luchan porque la sociedad no
olvide a sus hijos y les haga justicia, así puede haber madres de los
delincuentes que luchen porque ellos dejen de hacer sufrir a los demás.
“Esto no es cosa de líderes ni de dirigentes, no es cosa
del gobierno, de soldados y policías. Es cosa de cada familia, de cada
ciudadano. Es cosa de apelar a nuestra propia conciencia como sujetos conscientes
de sí mismos y de su entorno social.”