Thomas Carothers y McKenzie Carrier son autores de un revelador estudio que compara el retroceso democrático que está teniendo lugar a las puertas de Tijuana, allende el Rio Bravo. Lo publican desde sus puestos de investigación dentro del Programa «Democracia, Conflicto y Gobernanza» de la Carnegie Endowment for International Peace, institución no partidista, independiente dedicada a generar «ideas estratégicas» sobre errores de política pública, enfermedades sociales o aberraciones ideológicas en otras latitudes. Este caso es diferente. En el futuro, quizá esta clase de investigación pudiese llegar a ser censurada en nombre del «mainstream».
El programa fue diseñado para analizar y definir mejoras en los esfuerzos para mitigar conflictos y violencia, superar la polarización política, reducir el retroceso democrático, promover la igualdad de género e impulsar el uso prodemocrático de las nuevas tecnologías. Es una plataforma de sugerencias de políticas públicas sobre democracia, conflicto y gobernanza global respetada por su objetividad y seriedad. Por ello, auspició el estudio de 39 páginas de Carother y Carrier.

El fenómeno: Los autores diagnostican un fenómeno sociopolítico que marca ya el periodo de la Historia Universal que estamos viviendo: la acción rampante de los liderazgos expansivos y el consecuente debilitamiento de la democracia vía la erosión de los controles republicanos. Hacen un recuento de tácticas que se están empleando en su país a partir del 20 de enero de 2025 tales como: debilitar la administración pública nacional, eludir las instituciones públicas «horizontales» (nosotros decimos «autónomas»), deslegitimar a la resistencia interna y externa al gobierno, aprovechar abusivamente las restricciones financieras y procesales contra los focos de rechazo social, entre otras. Un elenco bien conocido en Latinoamérica y particularmente en México. Esos esfuerzos expansivos del Poder Ejecutivo son calificados por Carothers y Carrier como «autocráticos» y ellos encuentran paralelismos en Ecuador y Hungría, donde se ha visto la aquiescencia automática de las burocracias, la fácil captura del poder legislativo y del poder judicial, la criminalización de la disidencia, las modificaciones constitucionales a modo, el acoso a las universidades y el impulso acrítico de leyes que restringen las libertades civiles y los medios de defensa del ciudadano ante el Gobierno.
Los autores argumentan que ante las fuertes restricciones y normas institucionales que sustentan el sistema de pesos y contrapesos estadounidense, la administración actual no puede simplemente seguir el mismo manual de tácticas de retroceso democrático que ha servido a los titulares de poderes ejecutivos de democracias más débiles o menos consolidadas alrededor del mundo. La «clausura» de la administración federal que inició el 1 de octubre de 2025 es muestra de ello. Empero, les preocupa el grado de agresividad, rapidez y sistematicidad con que se expande el ejecutivo federal allende el bravo hasta eclipsar a gobernadores y alcaldes. Proceso ya vivido y sufrido en México.Afirman «… en comparación con las estrategias de retroceso adoptadas en países que van desde Ecuador hasta la India, el enfoque del equipo de Trump ha sido más inmediato y expansivo de lo habitual». Su enfoque comparativo ayuda a comprender las limitaciones que enfrenta la administración pública. Pero se preguntan, ¿hasta dónde pretende llegar el inquilino de la Casa Blanca en su agenda de expansión? La respuesta es clara, hasta donde alcance la inacción de la sociedad civil. Es la lógica del «viviendero» de Manhatan.
Los remedios: Admiten que no todo está perdido. La administración federal aún enfrenta numerosas limitaciones que los actores prodemocráticos pueden y deben aprovechar. Este recuento de herramientas democráticas incluye: A. Mecanismos internos aún vigentes en materia de rendición de cuentas, B. Restriccionesinterconstruidas en la institucionalidad de la administración pública respecto de decisiones fundamentales, C. Un sistema legal que dificulta enormemente la reforma constitucional, D. Una legislatura con muchas oportunidades de veto, y E. Un sector privado con recursos autogenerados. Ello incluye, universidades donde se ejerce el pensamiento crítico y libre; medios de comunicación históricamente independientes y críticos, así como un sector de organizaciones sin fines de lucro con financiamiento relativamente suficiente. La resistencia al esfuerzo de la administración federal para dotar al ejecutivo de facultades «metaconstitucionales» (como lo hizo en PRI con enorme éxito en México), solo será eficaz si se coordinan sistemáticamente múltiples élites dentro y fuera del gobierno. Lo frasean como un esfuerzo «simultáneo… en diferentes niveles políticos con un conjunto paralelo de esfuerzos multinivel». Lo que Carothers y Carrier no vislumbran ni mencionan es que ello se puede lograr únicamente si dichos esfuerzos son nucleados por un liderazgo nuevo y fuerte. Eso no se ve en el horizonte del Potomac, ni en el Anáhuac.
Nuestros autores son optimistas. Su abordaje comparativo les permite afirmar que el retroceso democrático que analizan no está arraigado profundamente ni es grave. Estiman que existe un amplio margen para la participación de los actores democráticos, pero advierten su reacción debe «llegar pronto, ser sostenida y estar preparada para afrontar tiempos peores».
Desde acá, puede concluirse que el actual, es el presidente «más latinoamericano» en los anales de su Historia patria. Los efectos de su liderazgo en términos de polarización ideológica y vaciamiento de la democracia perdurarán décadas. Antes de ridiculizar al líder de los demócratas con atributos mexicanos, debe cuidarse de caer en la tentación de promover a Erick para sucederlo en la Casa Blanca, en una recreación trágica del episodio priista conocido como «el orgullo de mi nepotismo». Se verá.
* Doctor en Derecho Internacional (Cédula 4258715),
egresado BITAC DHS, analista estratégico (EC0329 folio 3728223) y educador.