EN FECHAS RECIENTES HEMOS SIDO TESTIGO DE NUEVOS ESFUERZOS POR LOGRAR UN ACUERDO DE PAZ EN LA GUERRA RUSO-UCRANIANA. Distintas cumbres y encuentros de jefes de Estado, en los más de 3 años de enfrentamientos, han insistido en la necesidad de poner fin al conflicto. Lo mismo la Organización de Naciones Unidas (ONU) ha estado haciendo continuos llamados a la paz, no obstante, ésta parece no concretarse, aún y con los más recientes encuentros entre Donald Trump y Vladimir Putin, por una parte, y luego la reunión del mismo Trump con Volodymyr Zelenski y otros aliados europeos en Washington.
TRANSFORMACIÓN DEL ORDEN MUNDIAL
Esta guerra, lo mismo que otros enfrentamientos bélicos ocurren en un escenario mundial caracterizado por una profunda transformación estructural en la que observamos la fragmentación del orden liberal que se gestó al cierre del siglo XX, y por una competencia por la hegemonía cada vez más abierta entre las principales potencias principalmente Estados Unidos y China y en cierta medida también Rusia lo que explica la profunda inestabilidad del sistema internacional actual.
Si recordamos autores como Charles Kindleberger, Robert Gilpin, Stephen Krasner y Robert Keohane entre otros, quienes han trabajado distintas aproximaciones respecto a la hegemonía y formulaciones como la teoría de la estabilidad hegemónica, podemos entender que la inestabilidad prevaleciente hoy en el sistema internacional se debe a la ausencia de un Estado predominante, también llamado hegemón, capaz de establecer e incluso imponer reglas y normas en el sistema mundial.
Donald Trump parece querer mantener este rol, sin embargo, el hegemonismo logrado por Estados Unidos desde la Segunda Guerra Mundial, aunque compartido con la Unión Soviética, y consolidado a partir del desmantelamiento de la URSS y su bloque, ha observado un proceso continuo de declive en las últimas tres décadas que se ha exacerbado por las políticas trumpistas de “América primero” y el despliegue de la guerra comercial arancelaria, además de su distanciamiento hacia el multilateralismo así como sus continuos posicionamientos que parecen resurgir la Doctrina Monroe.
Estados Unidos pierde liderazgo al tiempo que una potencia emergente como China le disputa liderazgo global desafiándolo incluso ya en la arena nuclear. Además, Rusia siendo la primera potencia mundial en capacidad militar nuclear, con base en los datos del SIPRI, no cesa de luchar por tener una posición relevante en este reordenamiento de hegemonías.
EL DESAFÍO DE CHINA
China se ha convertido en el principal desafiante de la hegemonía norteamericana consolidando su posición a través de mecanismos que combinan expansión económica, tendido de una red de comercio global, inversión en innovación y tecnología, además ha impulsado y promovido iniciativas multilaterales como la Nueva Ruta de la Seda, y su presencia en todos los continentes se consolida tanto por su poder duro como por el despliegue de toda una estrategia de poder blando, con la llamada diplomacia del panda, ofreciendo alternativas al modelo occidental de corte liberal encabezado por Estados Unidos y sus socios europeos, por otra parte, su diplomacia multinivel le ha permitido no involucrarse de manera directa ni abierta en las guerras que hoy se libran en las distintas regiones del planeta lo que le da una mayor libertad de acción y de negociación consolidando su rol como un potencial hegemón global.
Este avance chino le permite retar abiertamente la primacía y liderazgo estadounidense en distintos ámbitos ya no sólo comerciales sino en materia tecnológica, militar y diplomática.
CONFLICTOS ACTIVOS EN EL MUNDO
Por su parte Rusia participa de las contiendas hegemónicas no tanto por un posicionamiento global sino más para defender su zona de seguridad, desafiando a occidente gracias a su poder militar y el uso estratégico que hace de los recursos naturales, defendiendo su visión respecto a lo que ha definido como el espacio postsoviético en el que no está dispuesto a ceder influencia, particularmente de occidente en el nuevo equilibrio y balance de poder que se gesta.
Estas luchas hegemónicas generan desequilibrios e inestabilidad en el sistema internacional lo que se refleja en las más de 56 guerras o conflictos armados que hoy están activos, los que involucran a más de 90 países en varios continentes.
La prolongada guerra civil de Myanmar, el conflicto árabe-israelí particularmente la guerra en Gaza que este año ha superado más de 250,000 víctimas de los que más de la mitad son niños, las crisis yihadistas y luchas tribales en el Sahel africano, además Sudán y Sudán del Sur padecen una crisis humanitaria que suma más de 9 millones de desplazados y más de 25 millones que requieren ayuda internacional; Rusia y Ucrania entran en su cuarto año de guerra con cerca de 50,000 muertes sólo en lo que va del 2025, y los conflictos en Etiopía con más de medio millón de fallecidos son, entre otros guerras y conflictos armados, claro ejemplo de la crisis sistémica que atraviesa el mundo.
Los crímenes de lesa humanidad parecen haber desaparecido de las agendas mundiales o simplemente no son prioritarios.
FALTA DE GOBERNANZA GLOBAL
Los líderes y jefes de estado seguirán llamando a cumbres y encuentros de toda índole, la ONU seguirá convocando a la paz y a la seguridad internacionales a través de sus resoluciones, lo cierto es que hoy se vive una profunda crisis humanitaria y de desplazados.
Los desplazamientos forzados se estiman en más de 110 millones de personas. Es evidente que los esfuerzos diplomáticos no son suficientes para revertir y menos aún atender estas crisis y contener las guerras. La gobernanza global está totalmente fragmentada y las crecientes rivalidades no dan señales de que estos conflictos logren resolverse al corto plazo, urge evitar que estas crisis escalen a nivel global pues los costos serían inimaginables. N
Luz Araceli González U.