Durango es uno de los estados con mayor riqueza natural del país: concentra alrededor del 15 por ciento de la biodiversidad nacional en distintos ecosistemas que abarcan sierras, bosques y zonas áridas. Dentro de esta variedad de hábitats conviven especies emblemáticas como el jaguar, la cotorra serrana y la guacamaya verde, consideradas prioritarias para la conservación.
Uno de los ejemplos más representativos de protección comunitaria se encuentra en el Ejido La Cañita, en el municipio de San Dimas, donde se desarrolla un proyecto de conservación en 7,200 hectáreas de bosque. Con el acompañamiento del Gobierno del Estado, la organización Nat5 y el técnico forestal Benito Acevedo, la comunidad ha logrado establecer acciones que aseguran la permanencia de especies en riesgo y el equilibrio de los ecosistemas.
El proyecto ha alcanzado un avance significativo al certificar 1 millón 400 mil créditos de biodiversidad, ya disponibles en el mercado para empresas que buscan compensar sus impactos ambientales. Este esquema de bonos verdes permite que los ejidos protejan sus recursos naturales y, al mismo tiempo, generen beneficios económicos sustentables.
Según explicó Claudia Hernández Espino, secretaria de Recursos Naturales y Medio Ambiente, los ejidos duranguenses han sido pioneros en la implementación de estos modelos, que se suman a la comercialización de créditos de carbono. “Esta riqueza nos obliga a cuidarla, conservarla y emprender acciones que permitan restaurarla”, afirmó.
La estrategia también busca proyectarse a nivel internacional. Por ello, representantes de mercadotecnia y comunicación digital de Nat5 visitaron recientemente el ejido para documentar y difundir los resultados. “El Ejido La Cañita ha demostrado que la conservación también puede ser una fuente de desarrollo”, señaló Daniel Sánchez, Market Maker de la plataforma, tras reunirse con la comunidad.
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