La presencia en las redes sociales de Sandro Castro no dejan indiferente a nadie. Tiene fans y detractores.
Sandro Castro, nieto del fallecido líder revolucionario Fidel Castro, se ha convertido en una figura viral en Cuba gracias a su personaje de Instagram, Vampirach. Con sus videos estrafalarios y chistes simples, ha generado tanto simpatías como rechazos, en un país sumido en una crisis económica profunda y donde el humor en redes puede costar caro.
Vestido de vampiro, monje, gato o con la camiseta del Barça, este influencer de 33 años —hijo de Alexis Castro Soto del Valle— acumula más de 120 mil seguidores en Instagram. Sus publicaciones combinan comedia absurda con ironías sobre las carencias cotidianas de la isla: apagones, falta de alimentos, desabasto de medicinas y escasez de combustible.
“Me levanté hoy con mi receta favorita, pollo a la cerveza… y no hay pollo”, dice en un video, mientras muestra una botella de Cristal, rebautizada por él como Cristach.
En otro reel, se mete a un tinaco para refrescarse bajo el sol cubano: “Qué mejor piscina que el tanque del gueto”, bromea, al tiempo que ondea una bandera de Estados Unidos.
También hace referencias directas a la crisis eléctrica. En un juego de palabras sexual, sugiere a una mujer: “Si yo te cojo como la UNE, te doy cada cuatro horas y de lunes a lunes”. La frase alude a la estatal Unión Eléctrica, símbolo del colapso energético en Cuba.
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Un influencer entre la irreverencia y la indignación oficial
Aunque muchos internautas lo celebran y hasta lo postulan como “próximo presidente” en redes, su popularidad incomoda a figuras afines al régimen cubano. El escritor oficialista Ernesto Limia fue tajante en Facebook: “Sandro no es el enemigo, aunque por su apellido haga daño, Sandro es un imbécil”. Y añadió que “no siente cariño por su abuelo, ni respeta su memoria”.
Otros como El Necio, un influencer pro-gobierno, expresaron molestia por la falta de sanciones: “Lo que Sandro hace va contra la seguridad de este país”, dijo, reclamando que aún no haya sido citado por la Seguridad del Estado, como sí ocurre frecuentemente con periodistas y activistas opositores.
La generación que rompió con la revolución
Para Manuel Cuesta Morúa, disidente y defensor de la transición democrática en la isla, Sandro representa la ruptura generacional dentro del propio clan Castro: “Su forma grotesca de usar las redes sociales lo distingue del resto de su familia, que goza de privilegios pero se mantiene en discreción”.
La familia de Fidel Castro ha vivido durante décadas en Punto Cero, una zona boscosa restringida en el oeste de La Habana. Aunque sus hijos con Dalia Soto del Valle —incluido Alexis, padre de Sandro— han mantenido un perfil bajo, sus primos, hijos del expresidente Raúl Castro, sí han ocupado roles visibles. Mariela Castro es diputada y directora del Cenesex, Alejandro Castro fue negociador secreto con Estados Unidos y su nieto Raúl Guillermo es guardaespaldas personal de su abuelo.
En contraste, Sandro ha estado bajo los reflectores desde 2021, cuando se viralizó un video suyo conduciendo un lujoso Mercedes-Benz durante la pandemia: “Nosotros somos sencillos, pero de vez en cuando hay que sacar estos juguetitos”, decía, lo que desató indignación entre la población. Días después se disculpó públicamente.
Escándalos recurrentes y vida nocturna
A finales de 2024, Sandro volvió a estar en el ojo del huracán por celebrar su cumpleaños en el bar EFE, un negocio de su propiedad ubicado en una de las avenidas más transitadas de La Habana. La fiesta ocurrió justo un día después de un apagón masivo que dejó a gran parte del país sin electricidad. Las luces de neón del bar contrastaron con la oscuridad que aún persistía en varios barrios.
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EFE se ha convertido en punto de reunión para jóvenes habaneros. Con solo diez mesas, un muro grafiteado y una gran isla de Cuba decorando la barra, el lugar refleja el gusto alternativo de su dueño.
Un año antes, en 2023, apareció en X una cuenta supuestamente administrada por su padre, Alexis Castro, con comentarios reflexivos y críticas a la situación del país. Sin embargo, su autenticidad no fue confirmada y la cuenta desapareció tras once meses.
¿Figura de cambio o provocación inútil?
Mientras Sandro sigue haciendo reír —y enfurecer— a partes iguales, su personaje Vampirach pone en evidencia las contradicciones de un sistema que castiga la disidencia pero permite los excesos dentro de su círculo privilegiado. Para muchos, representa la desconexión de la élite revolucionaria con la realidad de los cubanos de a pie. Para otros, es simplemente un bufón más.
Lo cierto es que, en medio de la escasez, los apagones y la represión, la aparición de un “vampiro millonario” en Instagram revela mucho más sobre el ocaso de una revolución que cualquier discurso oficial. N
(Con información de AFP)