Dra. Vero Marcos advierte: el trauma por goteo puede destruirte

Aunque no deja huellas visibles, la violencia emocional puede ser tan devastadora como cualquier golpe físico. Lo más peligroso: muchas veces pasa desapercibida y, por tanto, se normaliza. Así lo advierte con firmeza la Dra. Vero Marcos, quien es Máster en Neuropsicología, “La gente no alcanza a dimensionar la cantidad de formas que puede tomar la violencia. Si no hay un moretón, no se percibe como tal, y eso es justamente lo que perpetúa el daño”, sentencia.

Con más de dos décadas de experiencia clínica y académica, la Dra. Marcos ha centrado parte de su investigación en una forma particularmente sutil y persistente de violencia emocional: el trauma por goteo. El concepto, acuñado por el psicólogo argentino Fernando Rubano, describe una exposición constante a agresiones emocionales pequeñas, pero repetidas, que deterioran progresivamente la estabilidad psicológica de una persona. “Es como tomar una microdosis de veneno todos los días. Al principio el cuerpo lo resiste, pero con el tiempo, colapsa”, explica la especialista.

 

Las “cinco D” del trauma por goteo

Para entender cómo opera esta forma de violencia silenciosa, la doctora Vero Marcos desglosa sus cinco componentes centrales: descuido, desigualdad, descalificación, desvalorización y desconfirmación. Son conductas normalizadas, casi invisibles, que minan la autoestima y la percepción de valía personal.

“Supongamos que tú y yo quedamos en un café y yo simplemente no llego. Eso es descuido. Te estoy comunicando, con mi ausencia, que no eres importante”, ejemplifica. Otro caso común es el trato desigual dentro de una familia: “Una madre que se muestra afectuosa con dos de sus hijos pero distante con otro, está ejerciendo violencia emocional. Y ese niño crecerá con una herida profunda que quizá no sabrá nombrar”.

El verdadero peligro está en que estas microagresiones se disfrazan de bromas, costumbres culturales o dinámicas familiares aparentemente inofensivas. “En México, el humor se utiliza como válvula de escape, pero muchas veces es solo una máscara del bullying. Y ese bullying repetido también es trauma por goteo”, advierte la psicóloga.

Un poema escrito por una de sus alumnas Andrea Flores, sintetiza esta idea con fuerza poética: “De su boca sale el chiste, en mi alma son misiles”. Una línea que revela cómo el daño emocional, aunque disfrazado de risa, puede dejar cicatrices profundas y silenciosas.

 

El cuerpo también habla

El cuerpo grita lo que la mente calla y lo que el corazón normaliza”, afirma la Dra. Vero Marcos. Desde trastornos digestivos como gastritis o colitis hasta episodios de ansiedad o insomnio, el cuerpo suele ser el primer mensajero del trauma emocional. Sin embargo, la mayoría de las personas no relaciona estos síntomas con la violencia emocional porque no hay golpes ni insultos evidentes.

La cultura del ‘todo bien’ nos ha enseñado a negar lo que sentimos. Fingimos que estamos bien cuando en realidad estamos rotos, y eso hace imposible pedir ayuda”, señala la especialista.

En consulta, la doctora ha identificado cómo esta negación emocional se arraiga desde la infancia. “Cuando justificas que tu mamá no te hiciera el desayuno porque estaba cansada, o que un maestro te descalificara frente a toda la clase, comienzas a normalizar dinámicas violentas. Esas experiencias no se olvidan: se almacenan, se enquistan y, eventualmente, estallan”, dice.

Aunque tradicionalmente se habla de cinco heridas emocionales de la infancia (rechazo, abandono, humillación, traición e injusticia), la Dra. Marcos sostiene que hay una sexta igual de relevante: la herida de la desvalorización. “Es la herida que más profundamente se relaciona con el trauma por goteo. Y es, lamentablemente, la más común y constante en muchas relaciones familiares y de pareja”, asegura.

 

Romper el ciclo: del dolor a la conciencia

La salida del trauma por goteo comienza, según la doctora, con un acto básico pero poderoso: el amor propio. “Cuidarte, poner límites, decir que no, distanciarte de quien te hace daño, aunque sea un ser querido. A veces el agresor está en el núcleo más íntimo: una madre, una pareja, incluso un hijo”, sostiene.

Vero ha acompañado procesos terapéuticos en los que las víctimas, al identificar el origen de su malestar, lograron transformar el dolor en motor de cambio. “Una paciente con un padre narcisista vivió años de maltrato emocional junto a su madre y hermana. Hoy, una escribe, otra trabaja con niños y la madre da talleres para mujeres. Es posible transmutar el sufrimiento en algo luminoso”, comparte.

Su recomendación final es clara: no esperes a tocar fondo para buscar ayuda. “Ir a terapia no debería ser una última opción. Deberíamos acudir cuando algo nos incomoda, aunque sea un 1%. Así como vas al cardiólogo si escuchas un soplo en tu corazón, deberías ir al psicólogo si detectas una disonancia emocional. La salud mental también se previene”, recalca.

El trauma por goteo no deja huellas físicas, pero marca la estructura emocional de quienes lo padecen. Con conciencia, acompañamiento y trabajo terapéutico, es posible detenerlo. Porque no todo lo invisible deja de doler. Y no todo lo que duele debe seguirse tolerando.

 

Créditos:

El concepto de trauma por goteo fue desarrollado por el psicólogo argentino Fernando Rubano. El poema citado pertenece a Andrea Flores, alumna de la Dra. Verónica Marcos.

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