Donald Trump desató una nueva polémica este domingo al publicar en Truth Social un video generado con inteligencia artificial que muestra una escena ficticia del expresidente Barack Obama siendo arrestado por el FBI en el Despacho Oval. En el montaje, Trump aparece a su lado, sonriendo, mientras otros líderes demócratas, incluido Joe Biden, repiten la frase: “Nadie está por encima de la ley”.
El video fue publicado horas después de que Tulsi Gabbard, directora de Inteligencia Nacional nombrada por Trump, difundiera un explosivo informe en el que acusa a Obama y a miembros de su Gabinete de Seguridad Nacional de haber “fabricado y politizado información de inteligencia” sobre la injerencia rusa en las elecciones presidenciales de 2016. Según Gabbard, ese supuesto montaje habría buscado “justificar un golpe de Estado prolongado contra el presidente Trump”. La funcionaria adelantó que remitirá a los implicados al Departamento de Justicia para su enjuiciamiento.
En una ofensiva coordinada, Trump también compartió un collage fotográfico en el que Obama y otros miembros de su Administración aparecen en fichas policiales ficticias, vestidos con uniformes de presidiarios. El domingo, el mandatario no se detuvo ahí: arremetió contra el dueño del equipo de fútbol americano Washington Commanders, al que amenazó con represalias si no restituye el antiguo nombre del equipo, los Redskins, considerado ofensivo por sus connotaciones racistas hacia los pueblos indígenas.
Trump posts video showing Obama getting arrested!
The G.O.A.T. and Troller-In-Chief!😂😂😂 pic.twitter.com/T9kUgbyNJG
— Mike Engleman🇺🇲 (@RealHickory) July 21, 2025
¿UNA ESTRATEGIA, AMENAZA O SIMPLE DISTRACCIÓN?
Los últimos movimientos de Trump son interpretados como una maniobra para desviar la atención del escándalo que lo envuelve desde hace semanas, tras conocerse que el Departamento de Justicia y el FBI decidieron no publicar nuevos documentos del caso Epstein, pese a haber prometido hacerlo durante meses.
La decisión ha indignado a las bases del movimiento MAGA (Make America Great Again), donde proliferan teorías conspirativas sobre el millonario Jeffrey Epstein, acusado de tráfico sexual de menores. Muchos de sus seguidores creen que Epstein fue asesinado en prisión en 2019 para evitar que revelara una supuesta red de clientes poderosos, entre los que se ha especulado se encontrarían figuras de alto perfil político y empresarial. Estas teorías, sin embargo, no han sido probadas.
Epstein fue hallado muerto en su celda en una cárcel de Nueva York mientras esperaba juicio, poco después de reabrirse el caso en su contra. Aunque el forense determinó que se trató de un suicidio, la narrativa del encubrimiento ha cobrado fuerza en sectores ultraconservadores, especialmente tras el anuncio del gobierno de Trump de cerrar el acceso a más documentos.
PRESIÓN SOBRE LA JUSTICIA
Con el objetivo de calmar a sus bases, Trump ha pedido a su fiscal general, Pam Bondi, que solicite la publicación de los testimonios recabados por el gran jurado en los juicios contra Epstein y su socia, Ghislaine Maxwell, quien actualmente cumple una condena de 20 años en una prisión federal en Florida.
La estrategia busca mostrar que la actual Administración no tiene nada que ocultar, pero también arriesga abrir una caja de Pandora en un caso que involucra décadas de encubrimientos y conexiones incómodas. No está claro cuánto tiempo tomará al juez decidir sobre la publicación de los testimonios, ni si estos lograrán satisfacer a una opinión pública que sospecha que aún no se ha revelado toda la verdad.
Trump, quien mantuvo una relación de amistad con Epstein durante al menos 15 años —antes de distanciarse del financiero—, trata ahora de posicionarse como impulsor de la transparencia. Sin embargo, críticos señalan que su reacción reciente, marcada por el uso de inteligencia artificial para atacar a sus rivales y por retóricas racistas, podría estar alimentando una peligrosa cultura de desinformación en el proceso electoral estadounidense.
Con este tipo de publicaciones, Trump no solo refuerza el apoyo de sus bases más radicales, sino que vuelve a tensar el ya polarizado escenario político del país. A medida que avanzan las campañas rumbo a noviembre, la línea entre propaganda y realidad parece difuminarse cada vez más en el discurso del actual presidente. N