Tener fe en una banda musical por más
de una década en un país donde la creación artística no ocupa los primeros
lugres de popularidad, es una hazaña, que bien puede gratificarse con la
grabación de un disco homónimo, como es el caso de la agrupación aguascalentense
Biztec, tras 17 años de trayectoria.
Además de la inclusión de dos músicos
nuevos, que forman parte del sonido fresco y renovado – tal y como lo
definieron los Biztec de siempre- para el 2018 la agrupación tendrá en su haber
el tercer disco de su carrera musical, que quizá no haya sido la más sencilla,
pero a ellos los tiene complacidos.
Para hablar un poco más de como Paco
y Ulises se fueron volviendo un “biztec”, el vocalista recordó algunas de las
influencias y gustos musicales en los que coinciden y que hicieron el proceso
de integración muy terso, entre ellos, Tame Impala, Mac de Marco y los Super
Furry Animals.
Biztec está conformado por Juanpis en
guitarra y voz; Pichu, guitarra y voz; Poncho, batería; Ulises, bajo; y Paco,
guitarra y sintetizadores.
Aunque han creado algunas canciones,
la banda tenía seis años sin grabar un disco nuevo, y la llegada de Paco y
Ulises trajeron un nuevo aire que los inspiró a comenzar desde cero.
“Empezamos de cero hace un año y
dijimos vamos a empezar a componer y logramos hacer doce canciones”, comentó
Juan Pablo.
De las doce, sólo se grabaron once
para el disco y el otro fue un sencillo del cual hicieron un video para un
libro disco del Instituto Municipal Aguascalentense para la Cultura (IMAC), en
homenaje el disco Velvet Underground & Nico.
En 17 años los integrantes de la
banda han vivido sucesos importantes que han tenido un impacto en la
agrupación, el más reciente fue el hecho de que Pichu se mudara a vivir a la
ciudad de México. Hubo incluso un momento en el que consideraron la
desintegración, pero sólo fue la ventana hacia una nueva etapa.
“El cambio de sonido de Biztec en el
nuevo disco se debe mucho a la integración de Paco y de Ulises porque todas las
canciones que vienen en ese disco las compusimos ya con los cinco y eso vino a
refrescar el sonido de la banda, fue como un nuevo combustible”, dijo
Pichu en entrevista.
A diferencia de los dos discos
anteriores (Estudiantes de la Escuela del Ruido/2006) y (¡Oh, qué clase de
criatura!/2012), este tercero refleja un buen momento de la banda y de sus
integrantes.
En palabras de Juan Pablo, el primero
fue una producción muy adolescente, muy enojada, rabiosa y punk; el segundo
disco fue muy triste cargado de muerte y enfermedad, un tiempo de
supervivencia.
Este tercer disco habla del
agradecimiento por estar vivos, seguir como agrupación y también de las cosas
que les gustan y de la sintonía de los cinco integrantes.
Para Poncho es un disco muy señor.
Pichu por su parte lo calificó como más maduro, fresco y rico en cuestión de
atmósferas y melodías.
Más allá de los cambios en la vida de
la agrupación, hay varios matices constantes que los integrantes consideran que
los han mantenido vivos, uno de ellos tiene que ver con lograr que su música
sea -de algún modo- anacrónica.
“Siempre que hacemos una canción
pensamos como la gente la vería dentro de diez años y es algo que nos ha
resultado bastante bien al grado de que ahorita tenemos 17 años como banda y
hay gente que dice que nuestras canciones podrían ser de cualquier tiempo y la
anacronía no es fácil de conseguir”, dijo Juan Pablo respecto a su proceso
creativo.
Otro es la fe que no sólo tienen en
lo que hacen, sino también quienes los rodean de manera muy cercana y reconocen
que el trabajo realizado es algo que vale la pena.
“Estamos en un país donde cualquier
actividad artística es bastante subvalorada pero tampoco nos quejamos, nunca
hemos sido de los que están lloriqueando, más bien trabajamos”, reconoció Juan
Pablo.
Para Pichu, otro elemento esencial es
que todos están conscientes de su realidad, su entorno, sus posibilidades,
alcances, fortalezas, limitantes, y dentro de esa realidad han tomado la
decisión de sentirse plenos.
En la vida de Poncho, la música es el
único vicio que no quiere quitarse de encima, es algo inherente, un motor: “Si
tu trabajo es una mierda, si tu vida no está bien, si la economía, si la
política, tienes la música como desfogue como salida, es algo que aunque
quisiera no podría dejarlo”.
Incluso Biztec ha podido contagiar a
otros de su música, justo a la generación de músicos jóvenes que están creando
en este momento y se conformaron ya como un movimiento.
“Hay ahorita un movimiento muy chido
en Aguascalientes, le pusimos Termapoloides porque había que ponerle un nombre
porque ya eran muchas bandas muy buenas y muy profesionales”, contó Juan Pablo.
Por mencionar algunas, está Pepe
Saldívar, Chito Juárez, Iván del Viento, Hombre Árbol, Char, La Pingos Orquesta
entre muchos que le apuestan a la vida, a la quietud y a no tienen prisa: lo
suyo es crear.
Aunque el 2018 no está aún definido
para Biztec, con su disco homónimo en mano vienen presentaciones,
principalmente en la ciudad de México en lugares como Paragüero, las
instalaciones del Metro y cualquier otro sitio donde puedan llevar no sólo su
música sino a los Termapoloides.
El disco “Biztec” se grabó del 18 al
20 de noviembre de este año en el Testa Studio de la ciudad de León,
Guanajuato, bajo la producción de Gerardo Castmu y estará listo a más tardar
entre febrero y marzo del año próximo.