Personalidades fronterizas

“ES EL MISMO POPULISMO de Trump”. Así es como el comentarista político Francisco Martín Moreno describe el fervor que rodea al candidato presidencial mexicano Andrés Manuel López Obrador. Populista es una etiqueta que se le suele colocar con frecuencia al aguerrido candidato de izquierda, que se postula por tercera vez a la presidencia. Sin embargo, con tantos mexicanos desesperados por encontrar un líder que pueda enfrentarse al presidente estadounidense, Donald Trump, al tiempo que hace frente a la corrupción y a la pobreza en el país, López Obrador podría contar con lo necesario para ganar la elección en julio de 2018.

El exjefe de gobierno de la Ciudad de México ha prometido combatir la desigualdad de ingresos mediante un aumento al salario mínimo, así como renegociar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte a favor de México. Encuestas recientes muestran a este político como un favorito adelantado, y mientras los partidos más importantes apenas sortean nombrar a sus candidatos, una presidencia de López Obrador comienza a contemplarse como cada vez más probable.

A lo largo de su larga carrera política, López Obrador se ha vuelto una fuerza polarizante, que divide a quienes lo ven como un mesías mexicano o como un feroz agitador hambriento de poder.

Cuando perdió la elección presidencial en 2006, López Obrador insistió en que el proceso había estado amañado y llamó a sus partidarios a paralizar la Ciudad de México. Estos tuvieron éxito al bloquear una de las principales vías de la capital. Su estratagema los críticos la compararon con las del antiguo líder venezolano Hugo Chávez, un estigma del que no ha logrado deslindarse.

López Obrador además se ha mostrado a sí mismo como una figura anti-establishmentque lucha por los desvalidos. También afirma ser el único candidato capaz de hacerle frente a Trump, un hombre a quien ha descrito como “un grandulón irresponsable”. “Entre los mexicanos existe la necesidad de un líder que pueda defendernos de Trump”, dice John Ackerman, escritor y catedrático de derecho constitucional de la Universidad Nacional Autónoma de México. “Esto le ha ayudado mucho [a López Obrador]”.

Lo que los mexicanos también necesitan es un gobierno que pueda erradicar la corrupción y la pobreza generalizadas. Aunque México es uno de los 16 países más ricos de acuerdo con su Producto Interno Bruto, el 1 por ciento más rico de la nación es dueño de la mitad de la riqueza del país, mientras que más de 53 millones de personas viven en la pobreza.

“En México, los ricos se vuelven más ricos, y los pobres se vuelven más pobres”, dice Roberto Morris, catedrático de comunicación política de la Universidad Panamericana. Mientras varios autos de lujo pasan cerca de nosotros en un café del barrio residencial de Polanco, llamado a veces el Beverly Hills de México, Morris explica que el índice de pobreza del país apenas ha cambiado en los 23 años que han pasado desde la firma del TLCAN. “Así que, ¿para qué demonios nos sirven todos estos datos macroeconómicos si la riqueza no llega a los ciudadanos de a pie?”.

De acuerdo con Transparencia Internacional, México registró también la caída más pronunciada en Latinoamérica en el índice de corrupción publicado por ese organismo en 2016. El gobierno del presidente Enrique Peña Nieto ha hecho muy poco por cambiar la reputación de corrupción ganada durante muchas décadas por el Partido Revolucionario Institucional (PRI), que gobernó a México durante 70 años, hasta el año 2000. Desde la desaparición de 43 estudiantes en Guerrero, en 2014, que aún no ha sido resuelta, hasta el escándalo de corrupción que rodea la construcción de la casa de la familia del presidente y las posibles relaciones con la controversia internacional de sobornos en Brasil, los últimos cinco años han sido funestos para el buen gobierno en México.

“Si preguntan por qué estamos en esta lucha —dijo López Obrador en un discurso pronunciado en septiembre en el Instituto México del Centro Wilson de Washington, D. C.—, les respondería: para acabar con la corrupción. Para eso estamos luchando”.

Y si bien ataca al establishmentcorrupto, López Obrador inició su carrera política en las filas del PRI, como presidente del partido en el estado de Tabasco, en la década de 1970. Incluso escribió el himno estatal del partido. “Su ideología proviene del PRI”, afirma Jesús Ortega Martínez, político mexicano y expresidente del izquierdista Partido de la Revolución Democrática.

Ortega conoce a López Obrador desde hace más de 20 años y se desempeñó como secretario general cuando el tabasqueño era el presidente del partido. Cuando le pido que describa a su antiguo colega, queda claro rápidamente que lo desdeña. “Es la otra cara del viejo régimen”, afirma Ortega Martínez. “No propone un cambio de gobierno, sino que busca regresar a los viejos tiempos del autoritarismo, del ostracismo económico y del control populista de las masas”.

Aunque López Obrador nunca se ha visto envuelto en casos de soborno, varios de sus socios más cercanos han estado involucrados en escándalos de corrupción. Entre ellos está Gustavo Ponce Meléndez, secretario de finanzas de López Obrador cuando este era el jefe de gobierno de la Ciudad de México. Ponce Meléndez fue arrestado en 2004 por fraude y malversación y fue liberado tras pasar diez años en prisión, debido a falta de pruebas, pero este y otros escándalos le han restado credibilidad a la afirmación de López Obrador de ser un líder que no tolerará la corrupción.

Aun así, López Obrador ha demostrado una increíble longevidad y popularidad en su condición de político mexicano. De acuerdo con Morris, esto se debe en parte a sus considerables logros como gobernante de la Ciudad de México, el cargo que dejó con un índice de aprobación de 84 por ciento. Durante su administración, de 2000 a 2005, implementó reformas relevantes, como las pensiones para los adultos mayores, la construcción de un segundo nivel en el congestionado Anillo Periférico y, de acuerdo con Morris, fue el impulsor del “auge en los bienes raíces. Estaba en las nubes como gobernador”.

Muchos mexicanos también lo recuerdan con cariño por otra razón: cuando era jefe de gobierno, López Obrador fue conocido por recorrer la ciudad a bordo de un Nissan Tsuru, un automóvil modesto que es el favorito de los taxistas mexicanos.

Si López Obrador gana en julio, quizás invitará a Trump a dar un paseo.

Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek