Los investigadores trataron de averiguar cuál era la probabilidad de que el ARN, componente esencial para codificar la genética de toda la vida, se formara dentro de los estanques. Así que, primero, calcularon la cantidad de meteoritos que chocaron contra la Tierra llevando encima grandes cantidades de bases nitrogenadas —compuestos que contribuyen al ARN— hasta los estanques de Darwin. Luego, contemplaron la probabilidad de que las sustancias químicas formaran nuevos enlaces conforme los estanques menguaban y crecían con las estaciones, y esas nuevas configuraciones eran destruidas por los rayos ultravioleta del sol o se filtraban en el fango del estanque.
DESPUÉS de que un meteorito chocó contra la Tierra, es
posible que se formara ARN pocos años después, en “algún estanque tibio”. FOTO:
WALTER GEIERSPERGER/GETTY
Luego de calcular esas posibilidades en sus modelos matemáticos, llegaron a la conclusión de que, después del choque de un meteorito, se habría formado ARN en unos cuantos años. Pearce dice que los cálculos demuestran que este proceso habría sido bastante común en toda la Tierra. “Hubo miles de oportunidades” para que comenzara la vida, afirma.
No todos los científicos están convencidos de los resultados, publicados en la edición de octubre de Proceedings of the National Academy of Sciences. En opinión de Michael Russell, geoquímico de la NASA, el nuevo estudio no considera el flujo de energía, si bien investigaciones han demostrado que las ventilas hidrotermales eran incubadoras idóneas para crear vida. Asimismo, el nuevo estudio solo contempla un ingrediente transportado por los meteoritos para formar ARN, y presume que los otros dos bloques de construcción esenciales habrían sido abundantes en la Tierra, interpone Jan Amend, geoquímico de la Universidad del Sur de California, quien duda de que tal haya sido el caso.
Entender cómo comenzó la vida en la Tierra podría tener implicaciones que se extienden más allá de nuestro planeta. Es muy probable que los meteoritos hayan chocado en planetas de toda la galaxia, y las ventilas hidrotermales de la luna saturnina Encélado han planteado la posibilidad de encontrar vida allí. Si descubrimos esa única chispa divina, es posible que las encontremos todas.
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek