Los Haqqani, la temida red extremista en Afganistán

Por David Stout

La red extremista Haqqani, acusada de haber secuestrado a una familia norteamericana durante cinco años, es un grupo aliado de los talibanes con los que combate a las fuerzas de la OTAN en Afganistán.

Este grupo insurgente, presunto autor de varios atentados en Afganistán, está liderado por Sirajudin Haqqani, quien a su vez es el adjunto del jefe de los talibanes afganos.

Hace tiempo que se sospecha que mantiene vínculos estrechos con los servicios secretos paquistaníes. En 2011 el almirante estadounidense Mike Mullen lo describió como un “auténtico brazo” de estos últimos.

“Cuando los responsables estadounidenses hablan, incluso en privado, sobre qué les preocupa más, siempre citan a los Haqqani”, afirma Michael Kugelman, analista de Wilson Center en Washington.

¿Quiénes son? 

La organización fue fundada por Jalaludin Haqqani, un comandante muyahidín que combatía la invasión soviética en Afganistán en los años 1980 con la ayuda de Estados Unidos y de Pakistán.

Jalaludin Haqqani se hizo célebre por sus dotes organizativas y su valentía, lo que llamó la atención de la CIA. El congresista estadounidense Charlie Wilson lo visitó personalmente.

Este líder, que habla árabe, estrechó lazos con yihadistas árabes, como Osama bin Laden, llegado a la zona durante la guerra. Más tarde fue ministro bajo el régimen de los talibanes.

Estados Unidos los considera un grupo terrorista, conocido por recurrir a suicidas para cometer atentados.

Se les acusa de estar detrás de la explosión con camión bomba que mató a unas 150 personas en mayo pasado en pleno centro de Kabul, aunque Sirajudin lo haya negado en un mensaje sonoro.

Y también del asesinato de responsables afganos y del secuestro de extranjeros para la obtención del pago de rescates.

Entre estos últimos figuraban, hasta su liberación la semana pasada, el canadiense Joshua Boyle, su esposa estadounidense Caitlan Coleman y sus tres hijos nacidos en cautiverio, al igual que el militar estadounidense Bowe Bergdahl, liberado en 2014.

¿Dónde están?

Después de la invasión de Estados Unidos en Afganistán en 2001, les combatientes talibanes cruzaron masivamente la frontera paquistaní, donde se reagruparon antes de lanzar una insurrección contra los estadounidenses.

Los Haqqani coordinaban atentados contra la OTAN desde su bastión de Miran Shah, capital de Waziristán del Norte, un territorio tribal paquistaní.

Estados Unidos replicó con ataques de drones y el ejército paquistaní lanzó operaciones. Sobre estas últimas Afganistán suele ironizar diciendo que curiosamente nunca acaban con los Haqqani.

Pakistán intensificó sus operaciones en la región en 2014, forzando a muchos combatientes a esconderse o a pasar a Afganistán, según fuentes insurgentes interrogadas por la AFP.

¿Vínculos con Pakistán?

Pakistán considera a India, su vecino y rival, como una amenaza existencial. A menudo se acusa a la red Haqqani de atentar contra intereses indios en Afganistán, lo que refuerza las sospechas de que actúa por cuenta de agencias de inteligencia paquistaníes.

Pakistán “ve a los Haqqani y en general a los talibanes afganos como un instrumento útil para luchar contra la presencia de India en Afganistán”, afirma Kugelman.

Políticos y exmilitares en Islamabad reconocen la importancia para Pakistán de mantener canales abiertos con los Haqqani.

Pero, según Mehmood Shah, un exbrigadier que estuvo en las zonas tribales, “hay una diferencia entre tener contactos y apoyarlos o formar parte de ellos”.

¿Qué pide Estados Unidos?

Washington presiona desde hace tiempo a Pakistán para que reprima a los grupos insurgentes, sobre todo a los Haqqani.

El presidente estadounidense Donald Trump ha aumentado la presión, acusando a Islamabad de jugar un doble juego en Afganistán y de albergar en su territorio a “agentes del caos”. Pakistán lo desmiente.