Un joven con un cuerno (raro)

CHRISTIAN SCOTT ATUNDE ADJUAH siempre odió la trompeta. En verdad la odiaba. Pero al crecer en Nueva Orleans, en la década de 1980, donde la música era una de las pocas maneras en que un muchacho podía salir de su vecindario, el instrumento que él prefería ya había sido tomado. Adjuah es sobrino del renombrado saxofonista Donald Harrison Jr., y “yo sabía que, si tocaba el saxofón, probablemente no saldría de gira”, dice. “Mi tío de todas maneras me habría instruido en casa. Pero si tocaba la trompeta, iba a estar en el escenario recibiendo las lecciones reales”.

A los 16 años era un verdadero prodigio, y en las más de dos décadas desde entonces, el hombre de 34 años ha ganado premios, viajado por el mundo y publicado casi una docena de discos aclamados, de los cuales, el primero fueChristian Scott, en 2002. Sin embargo, una cosa nunca cambió. “Odio el puto sonido de la trompeta, amigo. Es jodidamente terrible”.

Por ello, Adjuah se deshizo de ella e inventó algo mejor. Hablamos en el salón verde, en el piso superior del legendario Blue Note Jazz Club, en Greenwich Village, Nueva York, y explica lo que llama sus “instrumentos en si bemol”, que se ven un poco como armas de la era espacial. Tal innovación es una extensión natural de la música poco ortodoxa de Adjuah. Junto con sus compañeros jazzistas Robert Glasper y, más recientemente, Kamasi Washington, ha estado al frente de una generación de músicos que derriban las barreras entre géneros, con elementos de rock, hip-hop y música electrónica fluyendo en discos de jazz y viceversa. Entre otros, Adjuah ha colaborado con Thom Yorke y Mos Def; Glasper y Washington trabajaron con Kendrick Lamar en el álbumTo Pimp a Butterfly, ganador del Grammy en 2015.

Los sonidos de Adjuah son reconocibles —una modificación del jazz tradicional, con elementos familiares—, pero él acepta una miriada de influencias, desde trap beats hasta ritmos de samba y polka. “El jazz es la música de fusión original”, dice Adjuah. “Meter todo esto va con la esencia de ello; los principios tradicionales son una búsqueda constante, buscar un terreno nuevo, nuevas jergas y nuevas maneras de comunicar. Pero nos enfrentábamos a esta noción de que tenía que hacerse de una manera”.

Adjuah está a punto de publicar la última entrega de una expresión ambiciosa y socialmente perspicaz de su jazz vernáculo, lo que llama suTrilogía centenaria, tres álbumes que celebran el centésimo aniversario de la primera grabación de jazz, “Livery Staple Blues”, de la Original Dixieland Jass Band. Adjuah y su banda están en el Blue Note para una última noche de espectáculos con localidades agotadas en apoyo de esta entrega,The Emancipation Procrastination, grabada en solo seis días, pero en proyecto desde que él tenía 14 años. Recuerda que, en su momento, sus mayores musicales le decían: “Cuando ustedes, chavos, lleguen a adultos, será un siglo diferente”, dice Adjuah. “¿Qué van a hacer? ¿Cómo van a crear belleza a partir de este momento, cómo van a propiciar un diálogo musical que dure otro siglo? ¿Son lo bastante buenos? ¿Son lo bastante valientes? Empecé la obra en ese momento”.

Sus experiencias cuando adolescente, en el Upper Ninth Ward, dieron todavía más forma a su música. “He visto a gente blanca soportar inseguridad alimentaria. He visto a gente negra soportar las mismas cosas. Ellos se ven unos a otros como sus némesis, aun cuando son la misma gente —dice—. Como un constructo social, la raza existe, pero no es así, amigo. No hayHomo sapiens Africans”.

En su momento, Adjuah empezó a sentir el término jazz como una “limitante”, por lo que creó un nombre nuevo, “música amoldable”, para un sonido libre de barreras artificiales y arbitrarias, donde Kurt Cobain es un músico de blues tanto como Muddy Waters. Y, explica, “si podemos desdibujar o destruir las brechas entre los géneros, ¿cuáles son las expresiones culturales de las [razas] que hemos desguazado, entonces qué estoy diciendo sobre la gente?”.

Más tarde esa noche, mientras estaba de pie en el escenario del Blue Note ante un público cautivado y diverso —asiáticos, blancos, negros y todos los intermedios—, se podía ver una evidencia de la filosofía esperanzadora de Adjuah en sus rostros. “Nunca he conocido a alguien a quien no le gusten los sonidos”, dijo él antes. “No hay algo más poderoso que el potencial que tiene la música de ser capaz de sanar personas, y hacer que la gente pase ese empalme. Pienso que vamos a lograrlo”.

La tercera y última entrega de laTrilogía centenaria,The Emancipation Procrastination, saldrá el 20 de octubre en la disquera de Adjuah, Stretch Music.

Publicado en cooperación conNewsweek / Published in cooperation withNewsweek