Beste y sus colegas querían saber cuán sofisticados son los cerebros de las aves, por lo que dieron a humanos y palomas una gama de ejercicios similares. En algunos, los sujetos tenían que alternar entre tareas, como presionar diferentes teclas en un teclado en respuesta a una luz parpadeante. En otros, los participantes tenían que detener súbitamente una tarea y redirigir su atención. Las palomas fueron tan aptas como los humanos en alternar entre tareas, y cuando el ejercicio implicaba reenfocarse en una tarea del todo nueva, las palomas lo hicieron con más rapidez. Fueron mejores en integrar labores adicionales en una secuencia dada.
¿Por qué la diferencia? Beste y sus colegas piensan que la manera en que están organizados los cerebros de las palomas explica la facilidad con que se detenían y cambiaban de enfoque. Específicamente, la distancia entre las neuronas en los cerebros de las palomas es mucho más corta que en los de los humanos, lo cual podría explicar su tiempo de reacción más rápido.
Esa velocidad añadida podría ser una ventaja para las palomas, dice Beste. Si una paloma está picoteando un trozo de maíz y ve un depredador, cambiar rápidamente de comer a alejarse volando podría salvar su vida.
Los resultados también dan un mensaje cautelar a los lectores humanos. En un nivel cognitivo, dice Beste, no existe tal cosa como hacer muchas cosas a la vez. Aun cuando podríamos pensar que hacemos dos cosas al unísono (caminar y desplazar una pantalla, textear y manejar, trabajar y tuitear), en realidad estamos alternando entre dos tareas con mucha rapidez.
Incluso las palomas en realidad no pueden hacer varias cosas a la vez, dice Beste. Entonces, de ninguna manera ellas deberían tratar de textear y volar.