A decir de un nuevo estudio, el cambio climático podría ocasionar que tengamos más dificultades para dormir, debido a que el calentamiento global afecta la temperatura central del cuerpo humano.
El estudio, dirigido por Nick Obradovich, del Centro Belfer para Ciencias y Asuntos Internacionales de la Universidad de Harvard, es el primero que revisa los posibles efectos del incremento de la temperatura en los patrones de sueño de las personas.
Tras evaluar las respuestas de 765,000 estadounidenses, encuestados entre 2002 y 2011 por los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos, los investigadores hallaron una relación estrecha entre los patrones de sueño alterados y el clima caluroso.
Con base en la información de los informes meteorológicos regionales correspondientes al periodo de las encuestas, determinaron que los encuestados que manifestaron dormir mal fueron los más afectados por el clima caluroso, con picos en las tasas de insomnio durante los veranos especialmente tórridos.
Al aplicar un modelo estadístico hallaron que, por cada mes con un incremento promedio de un grado centígrado sobre la temperatura ambiental normal, tres de cada 100 personas perdían alrededor de una noche de sueño.
Y dado que 16 de los 17 veranos más calurosos que se hayan registrado en Estados Unidos han ocurrido a partir del año 2000, el estudio vincula los picos de temperatura con la tendencia general hacia los incrementos de temperatura asociados con el cambio climático.
Los científicos siempre han sabido que la capacidad de las personas para dormir está ligada con la temperatura central del cuerpo, cuando el cuerpo se enfría conforme el individuo se queda dormido. Una mayor temperatura central corporal se relaciona con alteraciones del sueño, ya que se ha demostrado que los insomnes tienen temperaturas centrales corporales más altas durante la noche.
El estudio demostró que quienes padecían más insomnio eran las personas de mayor edad y los encuestados con menores ingresos. Quienes percibían un promedio de menos de 50,000 dólares anuales experimentaron el triple de noches de insomnio. Y los autores del estudio vincularon este patrón con su imposibilidad para costear un aparato de aire acondicionado.
Los investigadores argumentan que, si el calentamiento global no se ralentiza para fines de siglo, podría ocasionar que millones de estadounidenses experimenten trastornos del sueño, lo que podría impactar de muchas maneras en la salud.
“La falta de sueño puede ocasionar que el individuo se vuelva más susceptible a diversas enfermedades y a los padecimientos crónicos, y puede dañar el bienestar psicológico y la función cognitiva”, dijo Obradovich, en un comunicado de prensa.
Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek