Lobo, ¿estás ahí?

El Lobo, la población rural donde se desarrolla gran parte de la nueva novela de la escritora Bibiana Camacho, sí existe: se halla en la zona desértica de Zacatecas y es reconocida por ser la comunidad más antigua del municipio de Loreto. “De ahí son mis abuelos maternos. Durante toda mi niñez íbamos una o dos veces al año”, aclara la autora.

En esta comunidad, caracterizada por carecer de servicios básicos como luz eléctrica, agua, red móvil, policía, doctor y un sacerdote, la gente comienza a desaparecer sin explicación alguna. Nadie sabe la razón, y quienes la saben lo disimulan perfectamente. Publicada hace un par de semanas por la casa editorial Almadía, la novela Lobo también narra las correrías de Berenice, una entusiasta joven cuya aspiración es emprender una carrera en la academia. Por tal motivo acepta trabajar con una eminencia en la investigación médica llamada Felicia.

Un pueblo prácticamente anónimo, El Lobo, al que Berenice arriba, pues ahí se halla recluida Felicia desde hace mucho tiempo, exhibe historias extrañas, presencias intrigantes y enigmas por resolver. Arraigado a costumbres antiguas y ajeno al progreso, el poblado proveerá a Berenice el aislamiento necesario para su trabajo de investigación, pero, también, entidades indefinidas en sus largas noches e inexplicables aullidos que en teoría provienen de los cerros cercanos.

“Me encanta ese tipo de historias donde el lector se busca a sí mismo”, explica Bibiana Camacho en entrevista con Newsweek en Español. “Berenice se está buscando, está intentando ganarse un lugar en el mundo, y también lo intenta a través de la academia, pero finalmente se da cuenta de que la academia no es lo que ella esperaba, no la satisface. Y el lugar al que se va a recluir, El Lobo, también es un lugar extraño: es un poco el reflejo de lo que pasa en el país, que empiezan a desaparecer las personas, el miedo se instala en el pueblo, nadie sabe lo que pasa, y los que saben lo que pasa no lo quieren decir”.

Foto: Antonio Cruz/NW Noticias.

—¿De niña te gustaba visitar El lobo?

—El lugar me fascinaba y me repelía al mismo tiempo. Para llegar era muy complicado, viajábamos muchísimas horas, yo siempre me enfermaba. Pero una vez allá era muy feliz porque era china libre. Era un pueblo tan pequeño que no importaba que saliera y estuviera todo el día en la calle o por ahí en los bosques o el monte jugando porque no pasaba nada.

—¿El pueblo encierra tantos misterios como los contados en la novela?

—Hace muchos años que no voy, entonces obviamente lo que está en el libro es un imaginario mío, una reconstrucción. Mi abuelo y mi bisabuela nos contaban historias deshilachadas que ahora yo lo pienso y digo: bueno, esto tiene más que ver con el imaginario popular que con una realidad. Luego me puse a investigar y hay muy poca documentación, y lo que hay no remite a las leyendas que me contaban. Supuestamente sí había lobos, pero la gente se los acabó, igual que a los murciélagos de las minas. Por miedo, o pensando en que son seres peligrosos para las cosechas o para los humanos y animales, los mataron. Eso decían mis bisabuelos, pero también había un halo de misterio, pues decían: “Si te vas sola muy lejos al monte te va a salir un lobo…”. Los lobos son animales que me encantan, su aullido puede ser tan estremecedor como aliviador al saber que todavía existe una vida salvaje por ahí.

Foto: Antonio Cruz/NW Noticias.

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Integrante del Sistema Nacional de Creadores, Bibiana Camacho nació en la Ciudad de México hace 42 años. En 2008 fue becaria del programa Jóvenes Creadores del Fonca, y con su primera novela, Tras las huellas del olvido, obtuvo mención honorífica en el Premio Juan Rulfo para Primera Novela. También es autora de los libros de cuentos Tu ropa en mi armario y La sonámbula.

—¿Con esta obra de alguna manera pretendes reconocer las costumbres, enigmas y leyendas de México?

—No sé si sea un reconocimiento, pero sí es una mención importante. Creo que la vida general de todos, incluso en las ciudades, pero más en los pueblos, está basada y está construida a través de mitos y leyendas que luego se van perdiendo en las urbes. O quizá los mitos, ahora que lo pienso, cambien porque ya se habla de a quién mataron en la esquina. Pero bueno, en los pueblos siempre es así, siempre hay una construcción prácticamente mitológica del pasado, del origen, y una especie de proyección al futuro.

—¿En qué medida es preponderante esto que podríamos llamar novela rural?

—No es por completo una novela rural porque la mitad se desarrolla en El Lobo y la otra mitad, en la ciudad. La protagonista se va a encerrar allá, pero regresa continuamente a la ciudad para entregar cosas y ver a su familia. Entonces, más bien, lo que le ocurre es que se encuentra en un choque porque, de haber estado allá un tiempo, aislada, sin celular porque no hay señal ni teléfono fijo, y conviviendo con muy pocas personas, cuando regresa a la ciudad sí siente ese contraste que hay entre un lugar aislado y un lugar que es un caos y donde hay tantas personas pululando por todos lados.

Foto: Antonio Cruz/NW Noticias.

“Por otra parte —prosigue Camacho—, creo que últimamente no hay una gran novela rural, que sí estaría bien que la hubiera para ver en qué condiciones están ahora las comunidades. Creo que no han cambiado mucho desde la época de Rulfo, están la soledad, la pobreza, la falta de oportunidades para trabajar la tierra, eso sigue igual o peor con la violencia, el narco y otras cosas. Si alguien hiciera esa tarea se tendría que meter necesariamente en que las condiciones siguen igual de pobres, pero mucho peor con toda esa situación de violencia generalizada y que la gente se tiene que ir de sus tierras porque el narco llega y prácticamente se apropia de ellas”.

—Además, en las poblaciones rurales es inocultable la desaparición de personas…

—El tema central de mi obra es la desaparición de la gente. Eso se ha tratado mucho desde el punto de vista periodístico y de la ficción, así como el de la violencia, pero la novela me llevó por el camino de que la gente puede desaparecer sin saberse por qué. La desaparición ha crecido de forma alarmante y, además, la gente no se localiza, es dificilísimo que encuentren a alguien desaparecido. Yo me pregunto, además, cuánta de esa gente quiso desaparecer, porque las hay, y cuánta, que es la mayoría, [a quienes] la arrasó el crimen organizado sin deberla ni temerla. Y en esta novela la protagonista queda muy intrigada porque no entiende cómo está desapareciendo la gente en un entorno tan pequeño en donde tendría que ser más fácil averiguarlo.

Foto: Especial.