Tokio, Moscú, Madrid, Londres, Bruselas y ahora San Petersburgo. Todas estas importantes ciudades han sufrido ataques en sus sistemas de transporte subterráneo. Los sucesos más recientes en San Petersburgo, donde un bombardeo en el metro mató a al menos 14 personas, nos recuerdan cuáles son los retos que enfrentan los sistemas de transporte subterráneo para mantener seguras a las personas durante una emergencia. Es aquí donde las investigaciones en ingeniería y psicología pueden resultar útiles, al ayudar a optimizar los procedimientos de evacuación utilizando conocimientos sobre cómo se comportan las personas.
Para empezar, existen varias formas clave en la que la evacuación de un sistema subterráneo difiere de la de un edificio. Los entornos subterráneos suelen ser poco familiares para los evacuados, especialmente si la evacuación debe comenzar en los túneles entre estaciones. La naturaleza cerrada del sistema también significa que la visibilidad puede deteriorarse rápidamente debido al humo. Los túneles no suelen estar divididos en secciones separadas para evitar que el humo se propague, lo cual permite que éste llene rápidamente todos los espacios.
Esto puede causar varios problemas en lo relacionado con la evacuación de los pasajeros. La evacuación se vuelve más lenta cuando la visibilidad es mala y las personas no pueden confiar plenamente en lo que ven para ayudarles a salir. El humo también puede hacer que las señales y otras instrucciones visuales sean más difíciles de ver, lo cual dificulta que las personas puedan localizar la salida de emergencia más cercana. Por esta razón, los evacuados suelen apoyarse en sentidos alternativos como el oído o el tacto para encontrar el camino hacia la seguridad. Es por ello que las alarmas audibles y los pasamanos pueden ser mucho más útiles.
Otra de las razones por las que este tipo de guías e información son necesarios es debido a que, en una emergencia, las personas tienden a moverse hacia lugares o personas con las que están familiarizadas. Por ejemplo, si alguien busca una forma de salir de un sistema de transporte subterráneo, es posible que trate de regresar por donde entró. Pero en muchos casos, puede haber salidas de emergencia más cercanas en los túneles. Estas salidas generalmente llevan hacia la seguridad en un tiempo significativamente menor.
De manera similar, la atención de las personas puede reducirse para concentrarse en las amenazas inmediatas en lugar de analizar toda la información disponible, especialmente cuando se encuentran bajo presión para escapar lo más rápidamente posible. Es aquí donde puede utilizarse la influencia social. Si una persona puede encontrar una ruta de evacuación más rápida, su interacción con otros evacuados puede ayudar a difundir esta información y ayudar a todos a salir más rápido.
En un nivel más fundamental, el diseño de los túneles y trenes puede producir mejoras importantes en la seguridad. Diversas investigaciones experimentales han mostrado que la evacuación de un tren del metro depende de la configuración de la puerta de los trenes y del espacio disponible después de salir a través de ella. Esto puede incluir la presencia de un espacio de altura entre las puertas del tren y el piso exterior, así como espacios angostos para la evacuación dentro de los túneles.
Particularmente, el espacio de altura, que puede ser de hasta 1.3 m, puede ser un obstáculo importante durante la evacuación, disminuyendo la velocidad del flujo de personas que salen del tren. También puede significar que algunos de los evacuados, particularmente los niños y los adultos mayores, quizás no puedan evacuar el sitio por sí mismos. Esta diferencia en la altura incluso puede hacer que resulte más importante que el conductor logre llevar el tren a una estación, como lo hizo el conductor del tren durante los ataques de San Petersburgo, a pesar del hecho de que la bomba estalló dentro de un túnel. Es probable que esto haya hecho que la evacuación fuera más rápida y que las consecuencias hayan sido menos graves.
También vale la pena tener en cuenta que las personas suelen ser mucho más racionales de lo que cabría pensar durante un desastre. Los informes en los medios de comunicación suelen utilizar el ambiguo término “pánico”, lo que sugiere una conducta irracional y competitiva (antisocial). Sin embargo, las investigaciones sobre desastres han demostrado que las personas en realidad tienden a actuar racionalmente y en una forma no competitiva.
De hecho, las personas suelen ayudarse entre sí durante una emergencia, incluso durante evacuaciones en el transporte subterráneo. Por ejemplo, en escenas filmadas durante el bombardeo de San Petersburgo se muestra a personas tratando de ayudar a otras a salir de los trenes atacados, y en varios otros desastres, se han observado conductas similarmente altruistas. Por esta razón, independientemente de cuáles sean las preparaciones que las autoridades realicen ante los desastres, pueden considerar a los pasajeros como parte de la solución. Es necesario que diseñen el entorno del túnel para las personas, y no a las personas para ese entorno.
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation.
Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek