El legado de Barack Obama se desvanece, líderes mundiales están irritados, un decreto migratorio divide con más fuerza a la sociedad estadounidense y una guerra con la prensa comienza a un mes del inicio del mandato de Donald Trump, en la presidencia de Estados Unidos.
En cuatro semanas de gobierno, Trump perdió a su asesor de seguridad nacional y su nominado como secretario del Trabajo debido a escándalos. Las fuerzas dentro de su propio gobierno pelean contra sus políticas y la filtración de información confidencial.
Polémico e impredecible, Donald Trump sigue fiel a las ideas que lo llevaron a la presidencia, sobre todo en política exterior donde su punto más controvertido ha sido la construcción del muro con México y el veto migratorio contra la población de siete países de mayoría musulmana.
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Desde el anuncio de dichas políticas, las calles de Estados Unidos se han inundado de protestas y por un tiempo, los aeropuertos eran ocupados por miles de ciudadanos. Esta medida fue rechazada por la propia fiscal general, que poco tiempo después de negarse a defender la orden, fue despedida. Un juez tras otro rechazaron la medida y finalmente el tribunal bloqueo la medida.
Caracterizado por las frecuentes y controversiales líneas políticas emitidas por Twitter que pueden hablar prácticamente de cualquier cosa, desde el 20 de enero, Trump prometió anteponer a Estados Unidos frente a cualquier país y limitar a todos los países que han “abusado durante años de Estados Unidos”.
Foto: AFP
Aunque amenazó a todas las empresas que quieran salir del país con duros aranceles, el mandatario asegura que su gobierno funciona como “máquina bien aceitada”, habla de ganancias en el mercado bursátil y de la devoción de todavía leales partidarios, aunque sus niveles de aprobación son mucho más bajos que los de otros presidentes estadounidenses.
Sus opositores y la prensa han cuestionado fuertemente sus decisiones y políticas, algo que él ha calificado como “noticias falsas” realizadas por “el enemigo de la gente”, es decir la prensa.
Tras un caótico primer mes en la Casa Blanca, los partidarios más duros e incondicionales de Donald Trump tienen un único consejo para su ídolo: mantener la ofensiva, no ceder en nada, no cambiar nada.
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El comienzo del mandato del millonario empresario da una impresión de desorganización e inexperiencia que hace las delicias de sus opositores y preocupa incluso en filas del Partido Republicano.
Las denuncias de injerencia de Rusia en las elecciones para favorecer al republicano, las informaciones sobre vínculos entre miembros del equipo de Trump y altos funcionarios rusos les resbalan como el agua sobre las plumas de un pato.
Trump ocupa la presidencia a pesar de que Hillary Clinton obtuvo 2.8 millones de votos más que el magnate republicano y las encuestas muestran que no ha sido capaz de revertir este desequilibrio.