¿Es mala idea regalar juguetes con especifidad de género?

Con la inminencia
de la Navidad, muchos de nosotros, padres o no, querremos comprar un juguete
para un niño o una niña. Si bien los niños más grandes estarán más que
dispuestos a decirnos qué quieren, elegir algo para los niños más pequeños
puede ser truculento. ¿Debemos seguir con las opciones tradicionales –un
camioncito para un niño y una muñeca para una niña-, y debemos desafiar los
estereotipos?

Aunque los
fabricantes de juguetes y los publicistas tienden a promover juguetes “con
especificidad de género”, a fin de profundizar nuestra comprensión sobre el
desarrollo de las normas de género, es importante cuestionar si los niños y las
niñas realmente se sienten atraídos por diferentes objetos. Por ejemplo, ¿acaso
las diferencias en las preferencias de juguetes aparecen tan pronto como los bebés
pueden manifestarlas? ¿O bien, se desarrollan cuando conocen su identidad
sexual y descubren las expectativas que los adultos y otros chicos tienen de
los niños y las niñas?

Hay claras
evidencias de que los niños de más de dos años tienden a preferir juguetes
estereotípicos de su mismo género, pero algunos estudios con bebes pequeños han
recurrido a la interpretación de sus conductas visuales mostrándoles juguetes o
imágenes de juguetes en ambientes de laboratorio.

Por ello, en
nuestra investigación, llevada a cabo en conjunto con University College
Londres, tratamos de descubrir cuáles juguetes con “especificidad de género”
eran los preferidos de los niños y las niñas muy pequeños.

Estudiamos bebés y
niños de entre 9 y 32 meses. Optamos por este rango etario porque a partir de
esta edad, los niños pueden moverse de manera independiente y manifestar sus
intereses, además de que están pasando por etapas del desarrollo en las que
aprenden lo que significa ser un niño o una niña. Y con la autorización de sus
padres, decidimos estudiar a los niños en guarderías multiculturales de
Londres, en vez de hacerlo en sus hogares o en nuestro laboratorio, donde la
presencia de sus progenitores habría influido en sus conductas.

Antes de elegir
los juguetes para la investigación, realizamos una encuesta entre los adultos
de la localidad, a quienes preguntamos “¿cuál juguete te viene a la mente
cuando piensas en un niño pequeño o una niña pequeña?”. Nuestra selección final
incluyó una retroexcavadora, un cochecito y una pelota para los niños, y una
muñeca, una ollita y un oso de peluche rosado como juguetes “femeninos”. Y como
una investigación previa ha demostrado que el color también puede guiar las
preferencias en juguetes, añadimos un oso de peluche azul a la mezcla para
determinar si atraía más a los varones.

Distribuimos los
juguetes en un semicírculo, a un metro de distancia del niño, para que tuviera
que moverse independientemente a fin de hacer sus selecciones. Luego,
registramos el tiempo que interactuaba con cada juguete.

Con P de pelota

Los resultados
obtenidos con las 47 niñas y los 54 niños que participaron en nuestro estudio
demostraron una preferencia abrumadora y altamente significativa por juguetes
tipificados según el género del pequeño. Al descomponer los resultados en
grupos etarios más reducidos, seleccionados para reflejar la etapa de
desarrollo de identidad de género, encontramos los mismos resultados.

Entre los bebés
más jóvenes –de 9 a 12 meses- hallamos que todos los niños pasaron algún tiempo
jugando con la pelota. Y que el juego de pelota representó la mitad del tiempo
de juego total que los varones dedicaron a los juguetes.

En cambio, las
niñas más pequeñas jugaron con la ollita durante una proporción de tiempo
equivalente. Niñas y niños mostraron poco interés en los osos de peluche.

Los juguetes siempre serán juguetes

Hallar diferencias
de género en las preferencias de juguetes de niños y niñas menores de 18 meses
sugiere que dichas diferencias y preferencias están presentes incluso antes de
la socialización extensiva. Sin embargo, esas predisposiciones podrían
modificarse conforme los pequeños aprendan a etiquetarse como niños o niñas y conozcan
mejor las normas sociales.

Nuestra
investigación halló también que, si bien las preferencias de los varones por
juguetes tipificados como masculinos aumentó entre nuestros grupos etarios
seleccionados, el patrón de las niñas fue bastante distinto. Aunque las niñas
de todas las edades prefirieron juguetes “tipificados como femeninos”, las del
grupo etario más joven mostraron una preferencia mayor. Y tanto los niños como
las niñas prefirieron los juguetes “masculinos” al aproximarse a los tres años.
Esto plantea interrogantes sobre las suposiciones de género, en cuanto a lo que
es, realmente, un juguete para “niño” o un juguete para “niña”.

De modo que,
además de encontrar diferencias de género en las preferencias de juguetes,
también encontramos diferencias de género en las vías de desarrollo de niños y
niñas. Solo podemos especular que, al menos en la ambientación de nuestro
estudio, los estereotipos de los niños son más rígidos que los de las niñas.
Como sucede en la sociedad moderna, el juego femenino con juguetes “masculinos”
suele ser más fomentado que el juego masculino con juguetes asociados con
funciones de crianza.

Pero, por
supuesto, algunos niños y niñas de nuestro estudio no mostraron, en absoluto,
las preferencias típicas de “niño” y “niña”, así que tal vez sea mejor tener en
mente al niño o la niña particular cuyo obsequio vamos a elegir.

Brenda Todd es una importante
académica de la Universidad de la Ciudad de Londres.

Publicado en colaboración con Newsweek / Published in colaboration with Newsweek