¿Con qué está relleno, realmente, tu pavo de navidad?

Es posible que
consideres que el pavo es un elemento tradicional de tus celebraciones
navideñas. Pero, no obstante cuál sea la preparación, algo está cambiando en
esta ave festiva: se está poniendo más gorda.

El pavo promedio
pesa hoy más de 10 kilogramos, de modo que es un animal mucho más grande que su
antepasado salvaje. Y aunque esto se ha logrado, en parte, gracias a una
genética y una crianza mucho más sofisticada, el uso de antibióticos también ha
desempeñado un papel crítico. Un aspecto importante para el bienestar general
es frenar la diseminación de enfermedades en la producción animal; y por
supuesto, un pavo saludable aumenta de peso mucho más rápidamente.

El problema es que
los antibióticos suelen ser la primera línea de ataque para la prevención y el
tratamiento de enfermedades en los animales. Y como sucede en los humanos, el
abuso de los antibióticos ha conducido al surgimiento de más resistencia
antimicrobiana entre los organismos que ocasionan enfermedades bacterianas y
micóticas.

Muchos de los
antibióticos que se utilizan en la ganadería también se administran para tratar
enfermedades humanas, y se ha demostrado que ocurre una transferencia de
bacterias resistentes a través de la cadena alimentaria. Si bien Staphylococcus aureus y E. coli son organismos que pueden ser
inocuos en ambientes animales y humanos, las variantes resistentes a los
antibióticos son las que más deben preocuparnos. Staphylococcus aureus puede causar septicemia, y la variedad
resistente a meticilina (SARM) es considerada una “superbacteria”; en tanto que
las formas de antibiótico-resistentes de E.
coli, como E. coli 157, causan una enfermedad muy grave.

La resistencia
antibiótica en la crianza de ganado reducirá el impacto del conjunto de
medicamentos con que contamos para combatir enfermedades humanas. Una amenaza
que se ha puesto de relieve en revelaciones recientes sobre el hallazgo de
variantes SARM en la carne de puerco vendida en supermercados del Reino Unido.

Es urgente que
tomemos mucha más conciencia de los riesgos asociados con la administración de
tratamientos antimicrobianos en granjas ganaderas, y que entendamos mejor el
tipo de productos utilizados. Pues, aunque las superbacterias que contaminan
salas de hospitales han sido bien documentadas en los medios informativos, la
epidemia equivalente que afecta las granjas ganaderas ha recibido mucha menos
publicidad.

La forma como
elegimos nuestras fuentes de carne es un factor importante para aminorar este
riesgo; y la producción de pavo no es la única que ha cambiado de manera
significativa en los últimos años. Los cerdos representan la mayor cantidad de
producción ganadera mundial: China produce 54 millones de toneladas anuales de
carne de cerdo. Esto equivale a 17 por ciento de la producción global de carne
y representa un punto de presión enorme para el uso de tratamientos
antimicrobianos.

En noviembre de
2015, científicos chinos declararon que estaban en el umbral de la “era
post-antibiótica” después que hallaron bacterias resistentes a colistina –el
antibiótico utilizado como último recurso- en sus granjas ganaderas. Esto
provocó que la comunidad global tomara nota… para luego volver a sus prácticas
habituales, con la demanda y la producción de carne en continuo aumento.

El problema es que
no sabemos con cuánta frecuencia –o en qué cantidad- se usan los tratamientos
antimicrobianos en la ganadería global. Hay grandes vacíos en nuestros datos y en
nuestra comprensión. Lo que sí sabemos es que se utiliza una cantidad
considerable de material antibiótico para criar animales sanos y exentos de
infecciones. Un estudio independiente informó que la cantidad de
antimicrobianos usados en la producción de alimentos en el Reino Unido es, al
menos, la misma que se utiliza en humanos.

La intención no es
cuestionar el requisito de utilizar antibióticos, porque los resultados son
positivos cuando se usan adecuadamente para tratar infecciones. Sin embargo,
otros países han demostrado que es posible reducir la necesidad de usar
antimicrobianos detectando enfermedades de manera más eficaz y contemplando
diferentes prácticas de gestión.

Cambios en la ganadería

Desde 1995,
Holanda y Dinamarca han introducido cambios para que los productores trabajen
en coordinación con las agencias de salud pública. Esta relación fortalecida ha
permitido identificar dónde son más exitosas una mayor vigilancia y la
aplicación de detecciones de resistencia. La estrategia ha disminuido en 50 por
ciento el uso de antimicrobianos en la producción de carne de puerco, y reducido
en diez veces el uso de antibióticos para la producción avícola. Por otra
parte, estos programas han introducido mejoras en alojamiento animal, detección
de enfermedades y detección de resistencia, todo lo cual ha mejorado la
confianza a lo largo de la cadena alimentaria.

El papel de la
producción ganadera para combatir la resistencia antibiótica debe vincularse con
el bienestar animal. Si las prácticas de producción pueden reducir el abuso de
los tratamientos antimicrobianos, entonces el gobierno debe implementar una
fuerte política para que esto ocurra. Este año, el gobierno británico suspendió
un proyecto para delegar la responsabilidad de los códigos de práctica en la
producción ganadera debido, justamente, a este tipo de problema. En una época
en que es más necesaria una estrategia coordinada para combatir la resistencia antimicrobiana,
es crítico que agricultores y políticos trabajen en conjunto y entiendan
perfectamente lo que está en juego.

El bienestar
animal es importante, y los antibióticos ayudan a proporcionarlo. Sin embargo,
sería catastrófico que esos medicamentos perdieran su
eficacia debido al abuso. Porque, entonces, la era post-antibiótica realmente
habrá llegado, y hasta las infecciones más leves serán mortales

Wayne Martindale es un importante investigador en
la Universidad de Sheffield Hallam, especialista en responsabilidad social
corporativa.

Publicado en colaboración con Newsweek / Published in colaboration with Newsweek