Un equipo de antropólogos forenses contribuye en la búsqueda de desaparecidos en México, ya que consideran que tienen de frente una crisis humanitaria, la cual se refleja en cifras que ascienden a 28,000 personas desaparecidas, explica la revista Science en una reciente investigación periodística.
Los miles de desaparecidos son obligados a trabajos forzosos y en el peor de los casos asesinados. Algunos son secuestrados por cárteles de la droga y otros por policías y militares, según documenta Human Right Watch.
Sin embargo, no es la primera vez que México vive un periodo con alta incidencia de desaparición de personas. Entre 1968 y 1982 durante la llamada “Guerra Sucia” desaparecieron con autorización o apoyo del estado entre 500 y 1500 personas.
El Equipo Mexicano de Antropología Forense (EMAF), con sede en la Ciudad de México se fundó en 2013 con el fin de llenar los huecos que el gobierno ha dejado en la aportaciones de datos relevantes en la búsqueda, localización e identificación de personas desaparecidas.
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“La incidencia de desapariciones forzadas e involuntarias se ha disparado de manera preocupante. Las estadísticas oficiales sobre este delito son escasas y cuando se tienen suelen estar incompletas o carecer de una metodología clara”, dice el EMAF en su página de internet.
La lucha de la sociedad civil y familias de los desaparecidos que se han organizado en colectivos para buscar a las víctimas inspiró a un grupo de siete científicos internacionales y dos estudiantes voluntarios a formar el EMAF.
Tienen dos objetivos claros: lograr la impartición de justicia y la reconstrucción social del país. Para lograrlo, aplican estrategias metodológicas en ciencias forenses, procesos sociales y datos documentales.
Las estadísticas, desde su perspectiva, son poco confiables también porque en muchos estados, el delito de desaparición forzada no existe o está mal tipificado en los códigos penales, por lo que a la hora de reunir los datos, el delito pareciera que no ha sido cometido.
El Estado de México, Tamaulipas, Nuevo León, Chihuahua y Sinaloa son los estados con mayor número de desaparecidos. Respecto al género, el Registro Nacional de Datos de Personas Extraviadas o Desaparecidas identifica la desaparición de más hombres que mujeres.
No obstante, existe un mayor registro de mujeres desaparecidas en edades de entre 15 y 20 años. Mientras que en los hombres el índice se eleva durante los 20 y 30 años.
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Roxana Enríquez Farias, antropóloga que fundó la organización no lucrativa EMAF le dijo a Science que a menudo participan como peritos, evaluando el estado de las investigaciones sobre desapariciones.
El EMAF también empodera a las familias de los desaparecidos y les ayuda a construir bases de apoyo para que exijan la verdad y la justicia.
Los arqueólogos examinan y retiran las capas de la tierra depositadas sobre una tumba, cómo miden los antropólogos físicos los huesos para determinar el sexo de un esqueleto y qué miembros de la familia pueden proporcionar las muestras más útiles para la identificación del ADN, explica Science.
Desde distinto ámbitos los antropólogos formaron un grupo interdisciplinario que integra al EMAF con el objetivo de que la parte científica también acompañe a las familias de las víctimas.
“Hasta hace unos años, los científicos no pensábamos en las familias de las víctimas,” dice Lorena Valencia Caballero, una antropóloga forense de la Universidad Nacional Autónoma de México, en Ciudad de México, que no forma parte del grupo.
Se volvió “extremadamente necesario”, dijo Lorena Valencia una de las antropólogas a Science.
El trabajo de estos jóvenes ha obligado en distintas ocasiones a que las autoridades mexicanas establezcan criterios en cuanto a sentencias de casos en los que se comprobó la violación a los derechos humanos de las víctimas y el cumplimiento de las sentencias de los responsables.
Se espera que el modelo del EMAF se pueda replicar en otros países, como Irak, donde las familias son dejadas al margen en las investigaciones de desapariciones.
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Con información de Science