Dentro de Europa, los populistas de
izquierda y de derecha tratan de dar marcha atrás al orden liberal. La
insurgencia ha sido respaldada activamente por la Rusia de Putin y ahora, al
parecer, por Estados Unidos de Trump. La Unión Europea, por sí misma, se
arriesga a sufrir una muerte temprana.
El próximo año será decisivo, pues se
llevarán a cabo elecciones en Francia, los Países Bajos y Alemania, países en
los que se espera que los partidos populistas contrarios a la Unión Europea
tengan importantes avances.
Las elecciones presidenciales de Francia
serán las más importantes. Se espera que Marine Le Pen, que ha prometido llamar
a un referéndum sobre la permanencia de Francia en la Unión Europea, gane la
primera ronda de la elección, pero pierda la segunda. Sin embargo, el impulso
de la oleada populista favorece al Frente Nacional y, en cualquier caso, ¿quién
puede confiar en las encuestas tras la elección de Trump?
Una victoria de Le Pen constituiría el
probable fin de la Unión Europea, ya que resulta inconcebible que esta última
sobreviva a la partida de Francia.
En las últimas semanas que le quedan a este año, los austríacos votarán para elegir un nuevo presidente y los italianos realizaron una votación para decidir si se implementa o no una serie de reformas constitucionales. Las encuestas sugieren que Norbert Hofer, del Partido de la Libertad de Austria (FPÖ) se convertirá en el primer jefe de estado de extrema derecha de la Unión Europea. Es posible que su elección no sólo allane el camino para que el FPÖ se incorpore al gobierno, sino que también podría llevar a un referéndum sobre la permanencia de Austria en la Unión Europea.
En Italia, los votantes acudirán a las casillas para decidir sobre un conjunto de reformas constitucionales que harían más estable el sistema político del país, notoriamente inestable. Las encuestas muestran que las reformas serán rechazadas, lo que llevará a la realización de elecciones en 2017 y al ascenso del Movimiento Cinco Estrellas, que es euroescéptico y contrario al orden establecido.
La crisis de los refugiados y, antes que ella, la crisis financiera, han dado impulso a los partidos políticos de toda Europa, tanto de derecha como de izquierda. Su éxito está apuntalado por un penetrante sentimiento de que las elites liberales cosechan los beneficios de un mundo abierto y globalizado, mientras que el pueblo llano se queda atrás y bajo la amenaza de culturas y costumbres ajenas.
Para la extrema derecha, la solución es renacionalizar a la nación estado, cerrar las fronteras y regresar a los valores socialmente conservadores. Para la extrema izquierda, la respuesta consiste en desmantelar el sistema capitalista globalizado. Para ambas tendencias, ello implica la desintegración de la Unión Europea y de sus ideales liberales.
En el corazón de las elites europeas, oportunistas como Boris Johnson del Reino Unido han percibido las posibilidades que les proporciona la oleada populista. Han asumido su causa anti Unión Europea y han adoptado métodos de posverdad para impulsar sus propias carreras políticas sin importar las consecuencias.
Hacia el Oriente, Rusia comprende el posible impulso geopolítico que representan los populistas europeos. En los últimos años, Rusia ha apoyado a estos partidos en ambos extremos del espectro político. Vladimir Putin los ve como sus peculiares aliados ideológicos que resultan útiles para buscar el interés estratégico de debilitar y dividir a la Unión Europea. Estos partidos también suelen promover las posturas prorrusas, como la eliminación de sanciones y el fin del apoyo de Europa hacia Ucrania.
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Manifestantes queman una efigie de Donald Trump en Los Ángeles. Su victoria ha hecho que resulte más difícil para los centristas cerrar los ojos y esperar a que la ola de nacionalismo simplemente desaparezca.
FOTO: Marcus Yam / Los Angeles Times / Getty
La política de perturbación, que pudo verse en el referéndum del Brexit y en el referéndum realizado en los Países Bajos acerca de Ucrania ha resultado particularmente poderosa para sabotear el proyecto europeo. El debilitamiento de las instituciones y de la unidad europea hace que a Rusia le resulte más fácil enfrentar a unos estados de Europa contra otros y, finalmente, incrementar la influencia de Rusia en el continente. Aún los partidos populistas antirrusos de países como Polonia y Finlandia sirven a los intereses de Rusia al tratar de implementar políticas que perjudiquen a la Unión Europea.
Rusia apoya a muchos de esos partidos populistas en distintas formas que van desde el apoyo político al proporcionarles una plataforma en RT y Sputnik, hasta darles apoyo financiero, como en el caso del préstamo al Frente Nacional. Mientras se acercan las elecciones en Francia y Alemania, está por verse si Moscú utilizará las mismas tácticas cibernéticas que usó con tanto éxito en Estados Unidos para impulsar a los candidatos populistas.
La victoria de Donald Trump ha demostrado a los populistas europeos que “lo impensable ha dejado de serlo”. Al desafiar a las encuestas, los mercados y los pronósticos de los expertos, Trump logró aprovechar el descontento en Estados Unidos, secuestrar de hecho a un partido político y ganar mediante una postura de oposición al orden establecido.
Sin embargo, para los populistas de Europa, la elección de Trump proporciona más que inspiración y un aumento en su confianza. También indica la posibilidad de establecer una alianza con la superpotencia. Días después de su victoria, Trump, que manifestó su apoyo al Brexit, cortejó a Nigel Farage desde su apartamento decorado en oro de la Torre Trump. Farage fue el primer político europeo en reunirse con Trump después de las elecciones y este último, desafiando a la autoridad de la Primera Ministra, lo ha apoyado para convertirse en el embajador del Reino Unido ante Estados Unidos.
La alianza de Trump con los populistas
europeos podría ir más allá del simple respaldo político. Según informes, Stephen
Bannon, estratega en jefe y principal consejero del gobierno de Trump, se ha
puesto en contacto con Marine Le Pen en Francia y planea abrir Brietbart News en Francia y Alemania antes de las elecciones en
esos países, después de que su empresa en el Reino Unido realizó una exitosa
campaña a favor de que el Reino Unido saliera de la Unión Europea
durante el referéndum del Brexit.
El programa de política exterior de
Trump en Europa también pondrá a la defensiva a las fuerzas liberales y jugará
a favor de los populistas. Su aparente deseo de lograr un acuerdo con Rusia y
su disposición a disminuir o incluso eliminar las
garantías de seguridad en Europa podría perjudicar a la OTAN.
Esto debilitaría fundamentalmente la
base de la cooperación europea y generaría una mayor desunión, ya que los
estados europeos se disgregarían para establecer acuerdos de seguridad
alternativos o se verían obligados a modificar su orientación.
El nuevo eje entre Estados Unidos de Trump,
Rusia de Putin y los populistas europeos representa una mezcla tóxica para el
orden liberal de Europa. Si alguna vez hubo un momento para salir en defensa de
dicho orden, ese momento es ahora.
Fredrik Wesslau es director del Programa Europa Conjunta del Consejo Europeo de
Relaciones Exteriores.
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Publicado en colaboración con Newsweek / Published in colaboration with Newsweek.