El consumo global de alcohol entre mujeres está al alza

Si cualquiera de nosotros fuera a asistir a un evento social el día de hoy, esperaríamos que hubiera tantas mujeres como hombres bebiendo, e incluso, es probable que el consumo excesivo de alcohol entre las mujeres no nos llamaría mucho la atención. Esto no es de sorprender, dados los rápidos cambios sociales y económicos ocurridos en los últimos 100 años. Sin embargo, ¿existen datos científicos que apoyen estas observaciones? Asimismo, ¿una mayor preponderancia del consumo de alcohol entre las mujeres se traduce en más casos de consumo perjudicial de esa sustancia?

Históricamente, los varones han tenido muchas más probabilidades de beber alcohol que las mujeres. Sin embargo, el panorama del consumo de alcohol parece estar cambiando y los índices de uso del alcohol entre hombres y mujeres tienden a converger cada vez más en épocas recientes.

Las encuestas poblacionales proporcionan imágenes a corto plazo de estos patrones cambiantes. Por ejemplo, en la Encuesta en Hogares de la Estrategia Nacional Australiana sobre el uso de Drogas realizada en 2013 se encontró que los varones de raza blanca tenían mayores probabilidades de beber que las mujeres, y el doble de probabilidades de beber en formas que los pusieran en riesgo o les provocaran algún daño, aunque el índice de consumo de alcohol entre los varones más jóvenes entre 2010 y 2013 se ha reducido significativamente sin que exista una reducción correspondiente entre las mujeres.

En un intento por cuantificar esta disminución en la diferencia entre géneros con respecto al uso del alcohol durante un período prolongado, reunimos los datos de 68 estudios realizados en 36 países con una muestra total de 4 millones de hombres y mujeres en un período que abarca los últimos 100 años. Pudimos hacer un mapa de los índices de uso de alcohol en hombres y mujeres durante todo el período desde 1891 hasta el año 2000 y todos los años intermedios.

Los resultados fueron muy esclarecedores.

Agrupamos datos de acuerdo con tres definiciones amplias: todo el uso del alcohol (en otras palabras, ser bebedor o no), uso problemático del alcohol (por ejemplo, borracheras o episodios de alto consumo de alcohol) y daños relacionados con el uso del alcohol (consecuencias negativas debidas al uso de alcohol, como accidentes, lesiones o diagnóstico de un trastorno relacionado con el uso del alcohol).

Lo que encontramos fue que la diferencia entre géneros ha venido disminuyendo con el paso del tiempo. Entre las personas nacidas a principios del siglo XX, los varones tenían una probabilidad más de dos veces mayor que las mujeres de consumir alcohol, tres veces más probabilidades de beber en forma problemática y tres y medio más probabilidades de sufrir un daño relacionado con el alcohol. Entre las personas nacidas a finales de ese siglo, la diferencia casi había desaparecido. Esto significa que, para finales del siglo pasado, hombres y mujeres presentaban un índice de consumo de alcohol casi idéntico.

No realizamos un mapa separado de los patrones de consumo de alcohol de hombres y mujeres. Sin embargo, en la mayoría de los 42 estudios que mostraron una convergencia en el uso del alcohol se informó que esto estaba impulsado por aumentos en los índices de consumo de alcohol entre las mujeres. En algunos estudios incluso se presentaron datos que indicaban que las mujeres, de hecho, podrían presentar un índice de consumo de alcohol alto y en formas más dañinas que sus contrapartes masculinos. En esos estudios se estudiaron principalmente cohortes nacidas después de 1981.

Científicamente hablando, es importante analizar los datos en relación con el año de nacimiento en lugar de hacerlo con relación a la edad, de manera que podamos distinguir si el efecto se basa en la fecha de nacimiento y no en la edad que tenían los sujetos al ser encuestados. Esto nos permitió analizar si los índices de consumo de alcohol cambiaban en todas las mujeres durante un periodo específico, independientemente de la manera en que los índices de consumo de alcohol cambian en cada mujer conforme envejece. Esto es particularmente importante al analizar el consumo de alcohol entre las mujeres debido a las complicaciones y riesgos adicionales que conlleva beber durante la edad fértil y en el embarazo.

Entonces, ¿qué es lo que ha provocado estos cambios en los últimos 100 años?

No tenemos una respuesta definitiva a esta pregunta, y nuestro estudio no fue diseñado para responder específicamente a ella. Sin embargo, en muchos países del mundo, hemos visto importantes avances en amplios factores sociales, culturales y económicos para las mujeres y una creciente aceptación social del consumo de alcohol entre mujeres. Es probable que las diferencias en el consumo de alcohol entre hombres y mujeres se relacionen con estos amplios cambios sociales. La mayoría de las personas afirmarían que esos cambios han sido predominantemente positivos. Sin embargo, un aumento en el contacto con el alcohol por parte de las mujeres también significa un mayor contacto con los riesgos asociados con beber en exceso.

Si pretendemos formular respuestas preventivas y de salud pública que resulten eficaces ante estos cambios, será importante analizar de manera más profunda y específica la relación entre causa y efecto. Por ejemplo, ¿los esfuerzos de mercadotecnia dirigidos hacia las mujeres jóvenes, incluso en la esfera digital, así como la creación de bebidas diseñadas específicamente para mujeres jóvenes han sido particularmente eficaces y han tenido consecuencias no deliberadas a largo plazo? Si esto resulta así, y si los patrones de consumo perjudicial de alcohol entre las mujeres jóvenes se prolongan hasta los últimos años de su segunda década de vida, la tercera y más allá, entonces necesitamos conformar adecuadamente a nuestros programas de prevención en las escuelas.

Desde el punto de vista sanitario, la reducción de la diferencia entre géneros es importante. Sabemos que las mujeres que beben en exceso desarrollan más problemas médicos que los varones. Entre los factores biológicos relacionados con el género se encuentran las diferencias en la farmacocinética del alcohol (es decir, la forma en que el cuerpo procesa esa sustancia) y las diferencias en su impacto sobre la función cerebral y en las hormonas sexuales. Las mujeres metabolizan el alcohol de manera distinta a los hombres, lo cual hace que las mujeres tengan mayores concentraciones de alcohol en la sangre, las cuales suelen persistir durante más tiempo.

Los estudios también indican que existen diferencias importantes en la forma en que el alcohol afecta distintas partes del cerebro en hombres y mujeres, pudiendo ser responsable de una conducta posiblemente más agresiva en los hombres, pero una reducción en las inhibiciones en el caso de las mujeres, lo cual podría conducirlas, por ejemplo, a asumir conductas sexuales de riesgo. De manera preocupante, en diversos estudios se ha descubierto que la pérdida de volumen del cerebro provocada por el consumo prolongado de alcohol se desarrolla más rápidamente en las mujeres que en los hombres. Esto podría estar relacionado con un mayor índice de trastornos psiquiátricos inducidos por el alcohol, y aunado en algunos países a las visiones socioculturales de condena con respecto a las mujeres que beben, podría aumentar las consecuencias negativas para las mujeres.

Otro hallazgo controvertido es que el alcohol parece tener diferentes efectos en las hormonas sexuales de hombres y mujeres. En las mujeres, el consumo de alcohol se relaciona con un aumento en la concentración de hormonas sexuales masculinas y femeninas, lo cual influye en el estado de ánimo y en la conducta y provoca un avance más rápido hacia el alcoholismo. Existen pruebas de que las mujeres se sienten intoxicadas más rápidamente que los varones, lo que las alienta a consumir mayores cantidades de alcohol.

Es necesario realizar más investigaciones para verificar que los efectos mentales y físicos del consumo de alcohol son más graves en las mujeres. Nuestro hallazgo de que la diferencia entre el consumo de alcohol de hombres y mujeres está disminuyendo hace que la necesidad de tales estudios resulte aún más urgente.

Cuanto más rápidamente estructuremos nuestras campañas educativas y nuestros programas de prevención, intervención temprana y tratamiento de acuerdo con estos hallazgos, tanto mejor será la respuesta de nuestra comunidad ante el uso perjudicial del alcohol. Debemos asegurarnos de que las campañas sobre los daños del uso del alcohol estén diseñadas para que resulten atractivas para hombres y mujeres. Necesitamos dirigirnos a hombres y mujeres jóvenes antes de que los patrones de consumo de alcohol se arraiguen, además de proporcionar programas de prevención e intervención temprana de alta calidad. También necesitamos disminuir las barreras actitudinales y estructurales que impiden que las mujeres busquen tratamiento para problemas relacionados con el consumo de alcohol.

Este no es, de ninguna manera, el fin de la historia. De hecho, en realidad estamos a la mitad de la misma. Muchos de los hombres y mujeres que contribuyen a este cambio en los patrones de consumo de alcohol tienen alrededor de 20 o 30 años. Debemos dar seguimiento a las tendencias poblacionales de consumo de alcohol conforme estas cohortes se acercan a su cuarta o quinta década de vida, y más allá.

Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek