Una dolorosa manera de hacer arte

El Body Art como corriente artística nació en los años
60, el cuerpo se convierte en el instrumento que puede sufrir, ser agredido o
dispuesto a conciencia del propio artista.

Los artistas europeos deciden hacer del dolor una
parte fundamental de sus representaciones, son más drásticos y dramáticos en
sus acciones, los norteamericanos se basan en la provocación con ubicaciones y
movimientos.

A diferencia de las pinturas, la escultura, el cine o
la música, en el Body Art el acto es tan efímero como el tiempo que transcurre
y sólo puede ser observado –así como está planeado– mientras dura la
representación. Más tarde, videos o fotografías son capaces de mostrar lo que
ocurrió tal como ocurrió. Valen algunos ejemplos para apreciar el tema.

Chris Burden, conocido como uno de los artistas más
excéntricos, se disparó en nombre del arte; en su obraShoot (1971), pidió a un amigo que le
disparara con un rifle calibre 22. Tres años más tarde, con su obra Trans-fixed decidió clavar sus manos al
techo de un Volkswagen en referencia a la crucifixión. El automóvil comenzó a
andar y el artista casi pierde la vida. Murió el año pasado a causa de cáncer
de piel.

Marina Abramovi, la abuela del performance, se caracteriza por estar dispuesta
a todo con tal de hacer su arte. En una de sus piezas, Ritmo 10, utilizó un cuchillo y sus manos; pasaba la punta del cuchillo
por cada dedo y cuando el cuchillo rozaba su mano y la cortaba, lo cambiaba:
empleó 20. En su pieza “Lips of Thomas”, grabó en su vientre con una navaja una
estrella comunista de cinco puntas, se azotó y después se recostó en una cama
de hielo que estaba sobre flamas calientes.

Para Gina Pane, su cuerpo siempre fue el instrumento
principal de trabajo; con vidrios, cuchillas o agujas de coser se infringía
heridas y cortaba su piel para revalorizar el sufrimiento y simbolizarlo como
fecundidad, objeto sexual, vínculo de regeneración e inmortalidad. En su obra Psyche, realizó un corte vertical en su
vientre y uno horizontal que atravesaba su ombligo para hablar sobre la figura
femenina como madre.

Günter Brus degradó su cuerpo hasta que la intensidad
hacía cerrar los ojos al espectador. Al principio lo maquillaba como un
simulacro de heridas. Después, totalmente desnudo, mostraba cualquier tipo de
posibilidades grotescas con pinzas, hachas o cuchillos. Cortó su cuerpo, bebió
su orina y se untó sus excrementos.

Bruce Louden, uno de los artistas más arriesgados y controvertidos,
se ha quitado diversas partes de su cuerpo, como la lengua. Con un plan
bastante organizado, se automutila después de avisar a sus seguidores dónde lo
hará en qué momento y con qué técnicas. Filma el proceso y después vende sus
partes a diversos coleccionistas.

Orlan, una de las artistas que
marcaron tendencia con un discurso coherente e inteligente: en 10
intervenciones quirúrgicas, con fotógrafos y camarógrafos que grababan cada
instante de los procedimientos con el único objetivo de denunciar las presiones
sociales hacia el cuerpo femenino, en la que el cuerpo caduca y todo puede ser
intercambiable para aparentar felicidad.

Rudolf Schwarzkogler es conocido por sus fotografías de peces y pollos
muertos o la icónica imagen de un hombre vendado. Sus trabajos incluían el
dolor y mutilación como un ingrediente fundamental. En un artículo del Newsweek
mencionaban cómo arrancó su pene en uno de sus performance, aunque
aún no se sabe si en verdad se mutiló o sólo fue un montaje.