El candidato republicano Donald Trump ha dicho que, si resulta electo, utilizará los poderes amplios de la presidencia para impedir que los musulmanes extranjeros viajen a Estados Unidos.
Como alternativa, ha insinuado que impedirá todos los viajes de personas provenientes de países “puestos en riesgo por el terrorismo”. También en este caso, ello formaría parte de sus atribuciones como presidente.
La semana pasada, Mike Pence, el nominado republicano a la vicepresidencia, dijo que Trump ya no estaba a favor de ninguno de estos enfoques, aunque Trump mismo no ha sugerido ningún relajamiento en esta postura.
Ahora que estamos a menos de un mes del día de la elección, mis colegas del Consejo de Relaciones Exteriores Heidi Crebo-Rediker, Rob Kahn y yo, decidimos analizar una de las facetas de la propuesta de Trump de prohibir el ingreso de los musulmanes a Estados Unidos: su impacto económico.
Lo que encontramos fue perturbador. En primer lugar, no hay duda de que si Trump gana la presidencia, tendría la autoridad para ejercer dicha política. Como escribimos en la nota, los poderes del Presidente sobre quién puede entrar o no a Estados Unidos son prácticamente “absolutistas”.
Una prohibición amplia al turismo y la inmigración de musulmanes, aun cuando fuera temporal, tendría importantes consecuencias políticas y para la seguridad nacional de Estados Unidos, entre ellas, consecuencias adversas para los esfuerzos antiterroristas de Estados Unidos. Medidas similares, aunque mucho menos draconianas, impuestas después de los ataques del 11 de septiembre, complicaron la diplomacia estadounidense durante gran parte de la década de 2000.
Sin embargo, una prohibición a gran escala también tendría consecuencias negativas de largo alcance para Estados Unidos, particularmente en las áreas de los viajes, el turismo y la educación.
Los viajes y el turismo son la segunda fuente de exportación de bienes y servicios de la economía estadounidense. La reducción en el número de viajes en los años que siguieron al 9/11, que fue consecuencia de una serie de medidas mucho menos extremas que la propuesta de prohibir la entrada de los musulmanes a Estados Unidos, ha sido llamada “la década perdida” para la industria de los viajes y el turismo de ese país.
De acuerdo con el Departamento de Comercio, en 2015, 77.5 millones de visitantes internacionales viajaron a Estados Unidos, gastando la cantidad récord de 246,000 millones de dólares en bienes y servicios estadounidenses, hacia y dentro de ese país, lo que equivale aproximadamente a 11 por ciento del total de exportaciones estadounidenses. Esos mismos visitantes internacionales dieron apoyo a 1.1 millones de empleos en Estados Unidos, aproximadamente 14 por ciento del total de empleos relacionados con los viajes y el turismo.
Una prohibición de entrada a los musulmanes, o cualquier prohibición específica o general contra los visitantes extranjeros provenientes de países con una importante población musulmana también tendría consecuencias que irían mucho más allá del efecto directo contra los viajeros. Dañaría la economía de las comunidades que dependen del turismo.
La prohibición a estos viajeros también se extendería al presupuesto federal, así como a los presupuestos estatales y locales en la forma de una reducción en los ingresos fiscales. Y, dependiendo de la forma en que reaccionen otros países, podría tener consecuencias aún más amplias para la industria de los viajes, el comercio y las inversiones.
En nuestra nota, calculamos que la pérdida directa de gastos debido a una prohibición de viajar para los musulmanes podría ir de 14 a 30 mil millones de dólares anuales. Si añadimos los efectos indirectos (multiplicadores) que toman en cuenta los amplios efectos expansivos sobre la economía, este intervalo aumentaría de 31 a 66 mil millones de dólares.
La pérdida de empleos podría ir de 50,600 a 132,000.
Además, calculamos que la pérdida en gastos de educación sería de alrededor de 15 por ciento del gasto total de estudiantes extranjeros, equivalente a 4.6 mil millones de dólares.
Existen otros costos que son más difíciles de calcular, entre ellos, la pérdida de estudiantes graduados que se dediquen a la investigación de las ciencias y el debilitamiento de la inversión extranjera, pues los viajeros de negocios extranjeros enfrentarían nuevas dificultades para llegar a Estados Unidos.
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Este artículo apareció por primera vez en el sitio del Consejo de Relaciones Exteriores.
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek