El 12 de octubre
es el día del Descubrimiento de América, fecha que se ha honrado en Estados
Unidos de diferentes formas desde el siglo XVIII; su observancia legal comenzó
en 1937, por decisión del presidente Roosevelt. En la actualidad, hay más de 25
localidades dentro del territorio estadounidense que han retirado al genovés
del calendario de festividades y en su lugar celebran el legado indígena del
continente.
La idea de no
festejar la llegada de los europeos a tierras americanas no es nueva; fue
propuesta por primera vez hace casi 40 años por una delegación de las naciones
nativas en la ONU. En la década de 1990, Berkeley (California) y Dakota del Sur
se convirtieron en la primera ciudad y el estado, respectivamente, en acometer
este cambio. Otras capitales como Seattle, Minneapolis, Spokane, Boulder,
Albuquerque o Portland les siguieron.
En fechas
recientes se registra una revisión diferente del remoto episodio; ahora se
subraya el “genocidio” de los habitantes originales del continente que supuso
la llegada de los europeos al Nuevo Mundo. Siguiendo esta corriente, el estado
de Vermont y la ciudad de Phoenix (Arizona) han sido los últimos en desterrar
este año al almirante y sustituir su día por el de los pueblos nativos, que
suponen en la actualidad casi un uno por ciento de la población (2.5 millones).
El pasado 7 de
octubre, Barack Obama firmó la declaración presidencial anual que insta al país
a rememorar “el espíritu del legado que Cristóbal Colón”, subrayando que se
trata de una fiesta sobre todo para los ciudadanos de ascendencia italiana. “Aunque
partió de la costa de España, sus raíces remontan a su lugar de nacimiento de
Génova. Los lazos entre Italia y Estados Unidos no podrían ser más fuertes de
lo que son hoy”, añade el documento, que tratando de contentar a todas las
sensibilidades, incluye la otra parte de la historia: “Hay que reconocer el
dolor y el sufrimiento de los nativos que habían residido mucho tiempo en esta
tierra antes de la llegada de los europeos”.
Buenas intenciones
de la Casa Blanca, pero no todos ven posible armonizar las dos facetas de lo
ocurrido en 1492. La pasada semana, por ejemplo, el gobernador de Vermont,
Peter Schumlin, firmó un decreto declarando el segundo lunes de octubre como el
Día de los Pueblos Indígenas, para reconocer que el estado “fue fundado y está
construido sobre tierras habitadas por los primeros pobladores indígenas de
esta región”, en concreto, los Abenaki.
El doctor Leo
Killsback, perteneciente a la comunidad Nación Cheyenne del Norte y profesor de
Estudios Indoamercanos en la Universidad de Arizona, es uno de los defensores
de este cambio. “El Día de los Pueblos Indígenas representa una toma de
conciencia y reconoce a nuestra población y sus voces”.
Mahtowin Munro,
líder del grupo Indigenous Peoples Day Massachusetts, cuenta la celebración
actual “es errónea, alimenta el mito de que estas tierras estaban vacías y a la
espera de ser descubiertas por los europeos, e ignorando intencionalmente el
inmenso sufrimiento de millones de personas que fueron asesinadas, esclavizadas
y violadas y su heroica resistencia al colonialismo”.
La memoria de
Colón tiene sus defensores; mientras algunos grupos lo consideran un
colonizador responsable de la muerte de millones de indígenas, otros recuerdan
que encarna la herencia italo-americana y “el principio del intercambio
cultural entre América y Europa”, destaca la Orden de los Hijos de Italia en
Estados Unidos, una organización que ha iniciado una recogida de firmas de
apoyo a esta festividad que enviarán a la Casa Blanca la próxima primavera.
Esperan reunir 100 mil.