Desde hace algún
tiempo se ha presentado el chocolate amargo como un producto relativamente sano,
con estudios científicos que demuestran que en cantidades pequeñas se beneficia
el corazón y el cerebro. La mayoría de estas investigaciones se han enfocado en
el papel de una sustancia llamada epicatequina, un nutriente vegetal que se
encuentra en el cacao.
La epicatequina se conoce
por impulsar a las células para que liberen un extra de óxido nítrico, que
aumenta ligeramente la vasodilatación, o el ensanchamiento de las venas y
arterias, mejorando el flujo sanguíneo y la función cardiaca. También hace que
las células musculares absorban más azúcar en la sangre, proporcionándoles más
energía, y aumenta la entrada de oxígeno a las células.
Pues el chocolate
amargo es rico en epicatequina, aunque sus niveles varían dependiendo de cómo
lo hayan fabricado y son muy inferiores en el chocolate con leche –que contiene
poco cacao–, y casi nulos en el
chocolate blanco.
Sorprende que tanto
los atletas como los científicos hayan dedicado relativamente poca atención al
potencial del chocolate amargo como fuente natural de óxido nítrico y su
impacto en el desempeño, tal vez en parte porque el chocolate puede provocar
aumento de peso, además de que no parece medicinal ni desagradable, dos
atributos que a menudo se asocian a las ayudas ergogénicas (sustancias, dispositivos o prácticas que mejoran
el uso de energía, la producción, o la recuperación de un individuo).
Los investigadores de
la Universidad Kingston, en Inglaterra, pensaron que el chocolate amargo puede
potenciar en serio el desempeño, siempre y cuando se utilice con cuidado. Para
el nuevo estudio (publicado en diciembre en The
Journal of the International Society of Sports Nutrition) encontraron a
ocho ciclistas no profesionales de sexo masculino que aceptaron, por el bien de
la ciencia, consumir chocolate amargo a diario.
Los resultados fueron
fascinantes. Todos los ciclistas mostraron un mejor desempeño en la mayoría de
las pruebas físicas después de dos semanas tomando chocolate amargo. Utilizaban
menos oxígeno para el pedaleo a velocidad moderada, un cambio que en general
les permitiría pedalear durante más tiempo o con más potencia antes de
cansarse; además, cubrieron una mayor distancia durante una prueba de dos minutos
a todo lo que daban, lo que significa que su capacidad anaeróbica para el
pedaleo acelerado había aumentado.
La conclusión de estos
hallazgos parecería ser que “los atletas recreacionales que quisieran mejorar
su desempeño” podrían considerar cambiar su refresco o galleta diaria por un
cuadrito o dos de chocolate amargo, dijo Rishikes Kankesh Patel, el estudiante
de posgrado de la Universidad Kingston que dirigió el estudio. Advirtió que los
científicos todavía no conocen la dosis ideal de chocolate amargo para los
atletas, y que no parece que más de 40 gramos sean de ayuda, “así que no hay
que comerse la barra entera”.